Capítulo 5 5.

ACTUALIDAD. Once años después

- ¡La princesa ha desaparecido!

Es lo único que se escucha en cada rincón del palacio.

Toda la servidumbre estaba atenta y buscando a la princesa desaparecida, en los baños, en su recamara, en la cocina del palacio, en todos los lugares sin poder encontrarla. No era la primera vez que la princesa de nueve años se escapara de todo el ajetreo de la monarquía.

- ¡Encuentren a la princesa! - exclama el rey sentado en su trono.

Fuera del palacio, en uno de los puestos del pueblo:

- ¡Corre más rápido nana!

- No corra, princesa. - le responde la encargada de la niña al mismo tiempo.

La pequeña princesa seguía su camino libre, sin preocuparse de lo que los pobladores pudiesen hablar de ella, ya que era conocida por la mayoría de ellos. La niña era amada por cada uno de los habitantes de ese pequeño pueblo, su bondad y generosidad enamorada a cualquier persona que la conociera, anonadados por su belleza y su hermoso cabello rojizo; esas ondas que caían sobre su espalda no eran muy difíciles de diferenciar.

- ¡Vamos nana! Tenemos que llegar a tiempo.

- ¡Michelle , por favor, detente! - le dice informalmente, pues entre ellas habían fijado un pacto.

El pacto en donde Michelle veía a su nana como una tía que como una sirvienta a su disposición.

- ¡Ya casi llegamos!

La princesa iba a la delantera, a pocos metros de llegar a su destino. Con un pequeño paquete en sus manos, aquel paquete llevaba un regalo valioso que la princesa deseaba regalarle a su única mejor amiga por su cumpleaños.

- ¡Debimos tomar un taxi, Michelle !¡Michelle !

- Tranquila nana, ya llegamos.

Frente a la pequeña y su nana, una casa adornada con globos en el jardín y muchos niños jugando con las pelotas es el destino que tanto esperaba. La casa de su mejor amiga, Marie. Entre sus pequeñas manos el listón rosado es muy vistoso por lo que la pequeña muy contenta decide entrar por el jardín de la casa para sorprender a su amiga.

La buscaba por todos lados, pero no podía encontrarla hasta que vio una cabellera negra como el carbón del hermoso lápiz que siempre llevaba consigo.

- ¡Alteza!

- ¡Pueblerina!

Entre ellas dos se entendían muy bien, con esos apodos que siempre les llamaron la atención colocarse como burla y risa para las pequeñas.

Marie era nieta de una de las cocineras en el palacio real, es por ello que la princesa y ella se conocen desde que nacieron; mejores amigas desde la cuna a pesar de estar en distintas clases sociales. Michelle quiere a su amiga como su hermana, le lleva ropa cuando lo necesita, comparte sus juguetes cada vez que puede; aunque no se podría decir que la princesa llevase la vida de una princesa en lo absoluto.

- Esto es para ti - Michelle le alcanza el paquete envuelto a su amiga, ganándose una mirada inexplicable en el rostro de Marie.

La cumpleañera llevaba horas corriendo de un lado para otro divirtiéndose, es esa la razón por la que sus cabellos negros quedan pegados en su rostro sudado, pese a ello no puede evitar quedarse alumbrada por el hermoso regalo de cumpleaños. Su mirada dulce e inocente se refleja cuando ve el paquete en sus manos, sin saber qué es, con sus ojos exaltados por la alegría abraza a su mejor amiga sin pensarlo dos veces.

- ¡Feliz cumpleaños!

- ¡Gracias, Frey!

- Princesa, que gusto verla - dice la abuela de Marie cuando se acerca a las dos pequeñas haciendo una reverencia como le es posible por su edad.

- ¡Señora, Mills! - Michelle que acerca a abrazar a la señora que tanto quiere como su familia.

- Princesa, no creo que ... - comienza a replicar Julia, su nana.

- Nana Julia, quedémonos un momento, ¿si? - le pide con sus ojitos ansiosos.

- ¡Sí! Abu, que Michelle se quede a jugar.

- Princesa, la están buscando en todo el pueblo, lo mejor serpa que regresen al castillo - sentencia la señora Mills.

- ¡No! - replica Marie

- Marie Mills, agradece a la princesa y vuelve adentro.

Las dos amigas de despiden con un fuerte abrazo, pues no se veían hace un tiempo atrás. Por un lado, Julia siente un temor grande al saber que buscan a la princesa, es completamente seguro que la busquen por desaparición o fuga como lo ha hecho muchas veces, sin embargo, eso no quita el hecho de que el castigo para aquellas dos fugitivas sea sancionado por el rey.

La pequeña pelirroja sabía lo que estaba por llegar, el rey no dudaría en castigarla por haber salido del palacio sin permiso de su majestad.

                         

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