Anomalia de amor
img img Anomalia de amor img Capítulo 4 Oliver
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Capítulo 6 La boca del lobo img
Capítulo 7 Enemigos img
Capítulo 8 Luciérnaga img
Capítulo 9 Viaje img
Capítulo 10 Ballena img
Capítulo 11 Desayuno img
Capítulo 12 Helados img
Capítulo 13 Lastima img
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Capítulo 4 Oliver

Sofia

-¡Corran! -grité cuando me logre liberar del agarre de Connor. Este último se aguantaba de la pared de al lado mientras se acariciaba el brazo que le había arañado. Ethan intentaba calmar a Paris mientras Cameron sangraba por la nariz y los demas seguían gritando que nos calmarnos. No entendia como era que nadie se habia asomado por los malditos pasillos ante tanto ruido.

Estaba dispuesta a seguir golpeando a Paris, pero soy consciente de que no podría contra los dos mastodontes que tenía por amigos. Menos sabiendo que las vidas de mis amigas estaban también en peligro. Tampoco quería acabar en detención o en la comisaría por estarle arrancando los pelos a Paris Hunter. Ya había tenido demasiados problemas de conducta y mis padres y hermanos no me aguantarían una más.

Todos salimos corriendo, Naomi ayudaba al chico de ojos azules con dificultad, ya que este parecía tener unos buenos golpes en el estómago. Cuando giramos a la esquina, me di la vuelta para comprobar de que no nos seguían y cuando vi que se habían quedado en su sitio, le lancé mirada de triunfo a la desgraciada mientras le sacaba mi dedo del miedo.

Quizá, después de esto, mi muerte sea algo seguro, pero valió cada segundo la pena, ya que pese a los moretones y heridas que me habían dejado los Hunter, le habíamos logrado callar la boca a la reina del terror del instituto, y eso era un gran paso para mí.

Cuando llegamos al pasillo en el que nos encontrábamos antes recogimos nuestras mochilas y nos paramos a descansar. Sabrina se dobló por la mitad, apoyándose en sus rodillas mientras respiraba con dificultad. Aurora se sentó con fuerza en el suelo del pasillo mientras Naomi seguía apoyando al chico. Yo me recosté en la pared mientras me quitaba algo de sangre de mi boca.

-¿A dónde vamos? -preguntó la pequeña rubia.

-Tenemos que salir de la escuela. Si Paris se recupera y nos encuentra no vamos sobrevivir. -Le aseguró Naomi con tono tranquilo. Yo me acerqué hasta ella para que descansara y ayudé al chico de los ojos azules. Él respiraba con dificultad, tenía moretones en toda la cara, un labio y ceja rotos y sangraba un poco por su nariz. Definitivamente él estaba mucho peor que yo.

Aurora se levantó y todos volvimos a ponernos en marcha. Yo le quité la mochila a mi acompañante y me la puse sobre los hombros. Levantó la cabeza y me sonrió con tristeza, con los ojos aún llorosos.

Podría comparar sus preciosos ojos con el mar fácilmente.

Seguimos caminando a paso rápido hasta la salida de la escuela. Caminamos de la misma manera hasta la primera esquina que encontramos, llegando así a un parque infantil que a estas horas del día estaba desolado. Allí, todos nos sentamos en el césped y algunos nos dejamos caer hacia atrás, respirando aún con dificultad. Todos parecíamos sumidos en nuestro mundo, hasta que una carcajada sonora y ronca salió de la garganta de nuestro nuevo amigo. Él se agarró la barriga mientras reían, aún adolorido. Naomi fue la siguiente en reírse, cosa que nos desencadenó a todos una risa tonta e inexplicable.

-¡Eso fue increíble! -repuso el chico. Aurora asintió en acuerdo con él. Cuando pudimos dejar de hacer los dementes, nos miramos entre nosotros con complicidad y nos pusimos de pie.

-Oye, ¿cómo te llamas? -le preguntó sin filtros Aurora. Él le sonrió.

-Soy Oliver, de intercambio. Estoy en esta escuela hace un mes. -Bufó al final. Tenía un acento inglés muy marcado.

Debería controlar mis hormonas.

Aurora le extendió la mano y él la tomó con gusto.

-Vaya nunca te habia visto... -Murmuró la rubia mientras se incorporaba.

-Sí, bueno esas no fue la mejor bienvenida que digamos. -Intentó excusarse Naomi mientras le tendía la mano. -En fin, mucho gusto. Soy Naomi.

-¡Yo soy Aurora!-. La voz de mi loca amiga sonó por encima que la de la pelirroja. -Eres el primer hombre de nuestra manada, así que siéntete privilegiado, porqué es obvio que ahora eres nuestro amigo. -Aurora lo señaló con un dedo acusatorio y entrecerró los ojos. -Y no pienses negarte.

Bien, si Oliver no había salido corriendo era porqué estaba herido. Sus ojos parecían divertidos, pero con algo de miedo en ellos. Yo sonreí al entender el apodo de rarita que se habían ganado Aurora, aunque eso no fuera nada nuevo.

-Ignórala. -Le dije. -Está loca, eres libre de elegir a tus amigos, te prometo que no te hará nada.

Me acerqué al moreno con una sonrisa. Una exclamación por parte de Aurora retumbó en mis oídos y el resto de las acompañantes rieron ante ello. Le tendí mi mano y él la tomó.

¿Ya había dicho que sus ojos eran preciosos?

¿Sí? Vale, mejor me calló.

-No te preocupes. -sonrió.

Ay, su sonrisa...

¿Aire? ¿A dónde te has ido?

-En realidad, no sabes con quiénes te estás metiendo. Aurora no es la única que está ida, lo estamos todas. -Seguí hablando sin soltar su mano. Tenía que levantar mi cabeza para verle los ojos, ya que era bastante alto, pero estaba dispuesta a romperme el cuello para ver esos ojos azules como el mar. -La única normal aquí es Sabrina, ella es nuestra conciencia. -Solté su mano y señalé a la rubia, que estaba un poco escondida detrás de Naomi y solo agitó su mano en dirección del moreno. Este la saludó de la misma manera, tal vez algo menos avergonzado que ella.

Cuando pretendía girarme, el me agarró del codo. Lo miré levantando una ceja.

-¿Cómo te llamas?

Reí un poco, se me había pasado por completo decirle mi nombre.

-Sofia.

La brillante sonrisa se ensanchó en su rostro. -Un lindo nombre para una linda portadora. -Intenté evitar que se me notaran los nervios y le respondí con una sonrisa.

-Chicas, no podemos quedarnos aquí. La gente empieza a mirarnos raro. -Puntualizó Sabrina. Todos asentimos y empezamos a recoger las mochilas del césped. Oliver se agarró del abdomen e hizo una mueca de dolor.

-No sé a dónde iremos, chicas, pero algunos deberíamos limpiarnos las heridas. -Comenté mientras ayudaba al chico. Naomi asentí, acuerdo conmigo.

-¿Y a dónde huimos? -inquirió la pelirroja.

-¿Por qué no a tú casa, zanahoria? -propuse yo. Ese era mi apodo cariñoso hacia ella. Aurora se acercó rápidamente a ella, negando.

-Ni se te ocurra, Naomi. Sabes que Mónica debe estar en el sofá, sin bañarse, llena de chocolate y muy hormonada.

Mónica era la madre de Naomi, que estaba embarazada. Aurora no soportaba los cambios de humor provocados por las hormonas, y por eso hacía mucho tiempo que no nos deja ir a su casa.

-Bien, allí no. ¿Qué tal tu casa, Sof? -esta vez habló Sabrina. Casi me atraganté con mi propia saliva.

¿Qué pretendía? ¿La ecuación yo fuera de la escuela a esta hora + mi madre + una escoba = mi muerte no se entendía?

-Claro que sí, rubia. Podemos ir allí si lo que quieres es que mi madre me agarre a palazos por saltarme la escuela y pelearme el mismo día. -Mi tono de voz subió gradualmente, hasta el punto de la histeria.

-¡Ay, no exageres!- .Intervino Naomi, rodando los ojos y quitándole importancia con la mano. -Tu madre es un amor. Además, hace unas galletas riquísimas.

-Claro, es un amor lleno de galletas cuando llego a la hora que toca a casa, no cuando me escapo de la escuela por haberme peleado. -Le dije con ironía mientras gesticulaba de sobremanera y caminada en círculos. Hacía eso siempre que me ponía muy nerviosa.

-Está decidido, entonces. Oliver merece probar esas galletas. -Sentenció Aurora, mientras se ponía de camino a mi casa con Naomi y Sabrina siguiéndole los talones. Oliver me miró con diversión y me invitó a pasar antes que él.

¡Oh por Dios! me iban a matar por culpa de la estúpidas de mis amigas.

            
            

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