Pero, la clase de mujer que no se respeta simplemente con el fin de obtener el dinero o la compañía de un hombre. Eso sí que me parece repugnante.
-Tenemos que ir con tus padres - repite lo mismo una y otra vez - ¿Me estás escuchando?
Aprieto los puños y tomo un poco de aire por la boca para no soltar las verdades. Pero claro, eso es lo que ella quiere cuando sigue presionando.
- ¡Escúchame maldita sea! - algunas personas a nuestro alrededor voltean confundidos y agradezco que estemos en una parte del hotel que es un pasillo escondido de los presentes. Prácticamente desolado y eso me da la seguridad para tomarla con todas mis fuerzas del brazo.
Su pequeño cuerpo impacta con una de las paredes y hace un gesto de dolor que no me importa. Se lo advertí, le he dicho muchas veces que detesto estos espectáculos y este tipo de shows, no me gustan para nada.
- Nunca vuelvas a gritarme de esa manera en tu miserable vida - aprieto los dientes furioso y mi agarre en su brazo la lastima cuando comienza con el llanto fingido.
- M-me estas lastimando - la suelto de forma brusca.
- Anika, la única razón por la que estás aquí es que tus estúpidos padres no han sido capaz de enviarte lejos de mi existencia - le suelto. No me callaré absolutamente nada.
- No tienes derecho de hablarme...
- ¡Tú no eres nadie para decirme a que tengo derecho! - le grito tan cerca del rostro que termina temblando.
Blanqueo los ojos cuando comienza a sollozar y veo como se le va corriendo el rímel. No parece una mujer sino una chiquilla de mierda pataleando por atención.
Es justamente esto lo que no necesitaba al venir aquí. Pero, mi padre insistió que no sería tan mala idea pasearme con la hija de Mark Scott y acallar los chismes de que su mayor socio y él estuvieran en una disputa por la separación definitiva de este último en las empresas de mi padre.
No me molestaría si Anna - como suelo llamarla - se comportara como una mujer de su altura y estatus. Con decencia y educación, no con esa altanería de mierda y esa puta arrogancia con la que camina, como si quisiera pisotear a todos. Ya que, según ella, nadie puede ser mejor que ella a su alrededor.
Todo lo contrario a lo que mi madre me ha enseñado. Cero arrogancias, nada de prepotencias, ninguna falta de respeto para con alguien que no sé lo merezca y lo mejor es que soy siempre libre de ir, andar y decir lo que se me dé la gana.
Nunca me han impuesto absolutamente nada. Siempre he tenido total autoridad sobre lo que quiero y lo que me gusta y Anika y su actitud, están entre las cosas que no me gustan para nada.
- Cállate de una jodida vez - la barbilla le tiembla cuando los gruñidos salen de mí garganta y sé qué no debo gritar de esta forma. Pero no va a hacerme un jodido escándalo aquí.
- Cariño yo...
- Solo vete Anika - enfurezco - ¡Maldita sea! Déjame en paz de una jodida vez - la rabia me nubla los sentidos y golpeo la pared donde la tengo acorralada.
- No entiendo por qué eres tan duro conmigo - intenta acercarse y no la dejo.
- ¿Quieres saberlo? - me impongo y la tomo del brazo. - ¡¿De verdad necesitas que te lo explique?! - mi cara está tan cerca de la suya y mi voz ahora es mucho más grave que temo a que se desmaye del miedo.
- Yo te amo - ya vamos de nuevo con lo mismo. Intenta tocarme de nuevo y me aparto por segunda vez.
- Lastima - dejo claro - Porqué yo te odio Anika, te detesto - las palabras salen de mi boca sin que pueda controlarlo.
Ya no puedo soportarlo más. Ella es la única mujer que me ha llevado a este límite
Estoy a nada de soltarla cuando una sombra detrás de mí se mueve tropezando con otra. Me giro rápidamente pero no logro ver bien, solo sé que una mujer se disculpa con alguien que ya ha cruzado la esquina. ¡Joder! Lo qué me faltaba, un maldito paparazzi que sacara como una pareja que no es real, tenían una acalorada discusión en uno de los hoteles de su padre. Malditos enfermos.
- Esto no te lo voy a perdonar - revira cuando estoy dándole la espalda para largarme de aquí. - ¡Nunca te lo voy a perdonar, te odio! - la ignoro y sigo adelante.
Me gustaría saber quién fue el imbécil que me estaba vigilando mientras la loca de Anika pegaba sus gritos. Voy caminando hasta el Lobby, cuando miro a uno de nuestros hombres, Robert Taylor, quién está hablando con una chica de cabello castaño que le llega por los hombros, parece asustada ya que mi escolta personal tiene una actitud de estar esperando golpear a alguien.
- Deberá decirme como es el hombre, así puedo ayudarla - logro escuchar lo que dice mi escolta. ¿Estará en peligro?
- No le vi muy bien la cara, pero la mujer era...
- Buenas noches Rob. - interrumpo la conversación de la mujer debido al nerviosismo de su voz. - Mi padre me dijo que saldrías al aeropuerto a buscar a alguien - me doy cuenta como la espalda de la mujer se tensa y definitivamente algo anda mal.
- Si señor - Robert se endereza al dirigirse a mí con respeto -Su padre me encargó para ir a buscar a las señoritas - le da una mirada a la chica a su lado.
No conozco a la diseñadora que mi padre contratará y a quien Robert debió traer. Pero, deduzco que por la complexión física de la chica y su voz no es la mujer que espera.
Ella sigue sin voltear y parece decirle algo a mi escolta, porque este frunce el ceño confundido y se inclina un poco para escucharla.
- ¿Cómo dice? - pregunta y espero que la chica se de vuelta, pero tal parece que no está dispuesta a mostrarme su identidad, así que intervengo.
- ¿La señorita no piensa darse la vuelta? - Si algo le ha pasado aquí no quiero asustarla con mi tono de voz. Por ello, le hablo un poco más suave de lo normal.
- Ese es el sujeto - por más que le susurra logro escucharla y mi vista se pasea por el lugar buscando a quien la pudiera poner en ese estado.
- ¿Pasa algo con la señorita Rob? - La determinación en mi voz es mucho mayor. Robert no dice nada y comienzo a desesperarme. Detesto que no me responda algo - Estoy haciendo una pregunta.
Su cuerpo vuelve a tensarse y es cuando mi escolta suelta lo siguiente.
- Señor, esta jovencita me informa que usted... - se detiene sin terminar la oración y comienzo a dar un paso sigiloso hacía ella.
- Prosigue - lo aliento a que continúe - ¿Qué yo qué? - debo sonar autoritario para que sepan que nadie juega conmigo. Si algo está mal, yo debo saberlo primero que nadie. Es mi hotel, mi lugar, mi escolta.
- Dice, que usted ha maltratado a una señorita en el pasillo y que le ha gritado, insultado y pegado - cuando termina de hablar de una forma precipitada y rápida, abro los ojos con asombro, y luego, la realización del hecho llega a mí de golpe. Lo hace, ya que esta pequeña frente a mi es quien me estuvo espiando hace un rato, quien tropezó con la pobre mujer por estar fisgoneando lo que no debía.
Me acerco sin ser sigiloso, quiero que sepa que me acerco a ella, así que hago sonar cada uno de mis pasos en la cerámica bien pulida del hotel acortando el espacio que nos separa cuando un aroma me tambalea haciéndome tragar grueso. Jazmín.
- Me encantaría conocer a la persona que ha hecho una acusación tan grande sobre mí persona - estoy tan cerca que mi aliento roza con la parte de atrás de su cuello. Lo sé, por cómo su piel se eriza y su cuerpo se tensa junto a una leve respiración un tanto acelerada. Toma una bocanada de aire y comienza a girarse lentamente hacía mí.
Cuando se voltea por completo, me quedo callado y petrificado en el lugar. Creo que acaban de apagar las luces del maldito hotel y nos han dejado solos. Es como si ella todavía estuviera volteando en cámara súper lenta. El cabello es mucho más claro en el flequillo que le llega hasta la punta de las pestañas. Su cara debió ser tallada por un puto demonio, por qué es la reencarnación del pecado y... ¡Jodida mierda! Puede que no me esté mirando directo a los ojos, ya que tiene la cabeza gacha, pero desde aquí sé que su rostro es lo más hermoso que he podido ver en toda mi vida.
Cuando se atreve a mirarme, todo colisiona, es mucho peor y se multiplica por mil. El color verde de sus ojos le brillan de una forma deslumbrante y eso me pone el corazón a mil. Los labios son pequeños pero el superior, lo tiene atrapado con los dientes. Debo reaccionar y dejar de comportarme como un adolescente hormonal.
- Buenas noches señorita - intento que no tiemble con el temple de mi voz y la suavizo un poco - Lamento que presenciara aquella escena hace un momento - lo que lamento en realidad es no haberla conocido antes. Le extiendo mi mano para que la tome y joder, si quiero que lo haga - Pero no se lleve una mala impresión de mí parte, por favor.
Nuestros ojos se encuentran y es como si el magnetismo más poderoso de todos se apodera de nosotros a través de nuestras miradas, y el contacto de su piel con la mía, nunca en mi vida he sentido una corriente atravesarme todo el cuerpo hasta ahora. Creí que esto era solo para las personas tontas que dicen enamorarse.
- Buenas... noches - tartamudea un poco. Está nerviosa.
No puedo evitar sonreír de lado. Me parece un acto tierno su nerviosismo.
- Bienvenida a mi hotel - continuo y me percato que nuestras manos siguen unidas - Mi nombre es Keane Paccini.
No tengo la menor idea de lo que significa tener una conexión más allá del alma con alguien a quien amas profundamente. No lo he experimentado y obviamente nunca lo he sentido por nadie. Pero... ¡Joder! Si esa mierda se siente como esto que acabo de experimentar, esta chica parada frente a mí, con esos ojos brillantes y su aroma floral, no sabe el poder que está teniendo con una persona como yo. Absolutamente no lo sabe.
●──────୧✬Mi Secreto Favorito✬୨──────●
❤️ Holiwis ❤️
¿Conociendo a Keane?
Este hombre es... Descubrelo poco a poco.
Besos.
Espero les este gustando y le den una oportunidad.
Besos.
Nailu P.