-Thomas -los gritos de Thomas la regresan a la realidad. Sintiendo el bombeo de su corazón en los oídos, busca con la mirada y lo ve liderar un grupo que lleva al menos veinte personas camino a los túneles, corre en dirección a él y llega en cuestión de segundos. "No puedo perderlo, no puedo perderlo"
-¿Y Lizzie? -le pregunta la joven mientras recupera el aliento con las manos apoyadas en las rodillas.
-No lo logró. Me abrió paso, pero la desgarraron antes de que pudiera volver.
Lizzie está muerta ¡Mierda! ¡Mierda!
El ruido de los disparos y los gritos no da tregua. Jenkins trata de mantener a tanta gente viva como puede, pero con los Originales es solo cuestión de tiempo antes de que todos mueran. Él y Owen, su mano derecha, están divididos en flancos tratando de mantener contenida la situación y alejados de la base. Mira en dirección al segundo camión y ve cómo una de las criaturas desgarra el abdomen y cuello de uno de sus soldados más antiguos. Lizzie. Un gruñido brutal escapa de la garganta del hombre mientras corre de nuevo a la batalla.
-Llévalos a los túneles Cat, voy por Rheena, logró ocultarse debajo de uno de los buses -dice el joven, mientras se acomoda rifle nuevamente en la espalda.
-¡No! ¿Estás loco? -exclama exaltada Catarina sujetándolo por el hombro. "No puedo perderlo", seguía gritando su mente. Estaba por arrastrar a Thomas por la camisa para alejarlo del lugar cuando un gritó los deja inmóviles.
-¡Auxilio! ¡Por favor alguien! -la voz de una niña silencia el lugar. No es común encontrar niños con vida. En general, son los primeros en morir, bien sea asesinados o por hambre, hace años que no tienen la oportunidad de salvar a uno. Como si toda la inocencia estuviera erradicada del planeta. La niña no tendrá más de diez años, piel morena y cabello rizado negro. Una de las criaturas está desgarrando a una mujer morena frente a ella, su madre seguramente. Los disparos de Jenkins dieron sin fallar en la cabeza del Original, obligándolo a retroceder, pero sin matarlo. El hombre avanza, a enfrentar a la bestia, cuerpo a cuerpo, todo con tal de mantenerlo alejado de la niña.
-No lo va a conseguir solo -dice Thomas con la voz angustiada-. Sabes que tengo que ir Cat, mira a tu alrededor, todos están muriendo o tratando de no hacerlo.
Antes de que pueda siquiera contestar, Thomas corre en dirección a la pequeña niña. El corazón de Catarina se detiene, ve a la gente que depende de ella para salir de ahí y mira a Thomas correr en dirección a las fauces del Original. No había que pensarlo dos veces.
-Sigan derecho, sin doblar, dos kilómetros ahí los estarán esperando. ¡Andando! -les dice mientras como siempre, corre tras él. Siempre correrá tras él, no importa qué tan peligrosa sea la situación. "No puedo perderlo, no puedo perderlo"
Jenkins arranca la cabeza a un Original de un solo movimiento de su filosa espada, el hombre es un remolino de cortes y atajadas. Sus ropas están cubiertas de sangre roja y negra. Con ese son cuatro los caídos. Thomas llega al lugar, aprovecha la distracción que Jenkins le brinda para levantar a la niña en brazos. Catarina los ve y algo de tranquilidad se apodera de su pecho, pero solo le dura pocos segundos. El pánico invade cada poro de su cuerpo. Con un rápido movimiento Thomas baja a la niña, la coloca detrás de sí apuntando el rifle hacia arriba y dispara sin descanso. Catarina levanta la vista en busca de la amenaza y ve al enorme Vampiro volar directo a él. Un corrientazo corre por sus venas, sin pensarlo se avienta en su dirección gritando su nombre. Apunta su rifle y le dispara pero es inútil.
El mundo queda en silencio. A su alrededor, con horror observa cómo la bestia clava sus enormes dientes en el cuello delgado de Thomas, arrancando un gran pedazo de carne. La sangre corre sin mesura a través de la boca de la criatura, ella grita, como nunca antes había gritado, siente su rostro cálido y sus piernas débiles. La pequeña niña cubre sus ojos y se sienta desconsolada en el suelo. Con el rostro lleno de lágrimas, Catarina desenfunda el cuchillo de su cinturón y salta en dirección a la criatura. Sabe que está siendo imprudente y quebrantando las normas, pero nada le importa. No le importaría caer junto a él. Aterriza sobre la espalda del Vampiro, su piel rugosa se siente áspera en sus manos, pero se aprieta fuerte con sus piernas para evitar que las alas la tumben, clava la hoja una y otra vez en la base del cuello. Horribles chillidos salen de él, mientras que la sangre negra y putrefacta mancha el rostro de Catarina. Sigue apuñalando hasta que la criatura cae muerta a los pies de la joven, soltando el cuerpo de Thomas. Está cubierta de sangre de pies a cabeza, pero no parece notarlo, sus ojos están fijos en el cuerpo de su amigo. Se arrodilla junto a él, su hermano y compañero. Intenta hacer presión
sobre la herida, pero por más que se esfuerza la sangre no deja de salir. Su cuerpo se estremece hasta que queda completamente quieto. La vida ha abandonado sus ojos que quedaron abiertos mirando el cielo negro que los cubre. En ese instante algo se rompe dentro de ella. Algo tan fundamental, que sabe que no habrá vuelta atrás.
Se prepara para lo que tiene que hacer a continuación. El Vampiro no se bebió toda su sangre, si lo deja así Thomas se volverá uno de ellos. Jamás hubiese querido eso. Conteniendo las lágrimas se pone de pie frente a él apuntando el rifle a su cabeza, al rostro que por tantos años le sonrió, le lloró, la amó. Sin permitirse pensarlo mucho y cerrando los ojos, dispara. El sonido, se aferra a ella, a sus huesos. "Después habrá tiempo para sufrir. Después".
Entierra muy profundo todo aquello, no puede derrumbarse ahí. Agarra a la pequeña niña de la mano y corre sen dirección a los túnele sin mirar atrás, corre rogando poder estar a solas, corre para poder llorar a Thomas. Sin detenerse, poco a poco los disparos y gritos van quedando atrás. No puede escuchar nada. No puede alejar de su mente los ojos café de Thomas sin vida. Levanta la vista y nota que ha llegado, la escotilla está abierta y uno de sus compañeros le indica a los nuevos que bajen deprisa. Un grupo se encarga de acomodarlos, brindándoles agua, comida y algo de ropa.
El dolor comienza a abrirse paso, las grietas en su mente se van resquebrajando una a una, aquellas paredes que le tomó años crear, se están derribando de repente. Avanza lo más rápido que puede al pequeño cuarto que ha sido suyo por los últimos doce días y se encierra, dejándose caer en el suelo y en la oscuridad de su soledad rompe en llanto. Un llanto desgarrador, un llanto que no es solo por Thomas, sino por sus padres. Llora de manera incontenible hasta que sin poder evitarlo se queda profundamente dormida, en el suelo, cubierta de la sangre de su amigo.
Los golpes en la puerta la despiertan. Su cuello adolorido, con terribles punzadas le reclama la mala postura de la noche, la sangre de su cuerpo y ropa está seca, lo que indica que durmió por horas. Abre la puerta, del otro lado Amy, una joven que ha visto en ocasiones con Thomas, la mira con ojos desorbitados. "Así de mal me veo". La expresión de la chica se suaviza un poco con una sonrisa cargada de lástima. "No es su culpa, no es culpa de nadie", se dice haciendo un esfuerzo para contener la ira que le desborda por cada poro.
-Sé que estarás cansada y querrás estar sola, pero Jenkins quiere verte -dice la mujer mirándola sin disimulo de arriba a abajo. "Vaya, eso sí es una novedad".
-¿Sabes de qué se trata? -pregunta Catarina, ignorando las miradas que le lanza Amy a su ropa, su cara y su cabello enmarañado.
-No, solo me pidió que te dijera que lo vieras en las bóvedas. -Esta bien me cambio la ropa y bajo enseguida -responde mientras empieza a cerrar la puerta cuando Amy coloca la mano para impedirlo. -Siento mucho lo de Thomas -dice en un tono sincero, que hace que el dolor de Catarina se retuerza en su interior y sus labios se aprietan en una línea recta.
Traga en seco y cierra la puerta sin decir nada. Puede sentir el ardor de las lágrimas en sus ojos, luchando por salir libres. Respira profundo y las reprime. Llorar no lo traerá de vuelta. Se despoja de la ropa manchada de sangre, luego se baña y se restriega hasta que la piel arde en respuesta, se viste con un pantalón negro y suéter blanco. Acomoda su cabello y sale al encuentro con Jenkins en las bóvedas.
Lo más cercano que la resistencia tiene de una cárcel o calabozo son las bóvedas, están en el nivel más bajo del refugio, el aire es pesado y huele extraño.
Catarina baja el último escalón con la respiración agitada, enciende la linterna y camina hasta el fondo del lugar. Puede ver la figura imponente de Jenkins, junto a él dos hombres y una mujer. Owen, Alex y Ruth. Todos con la vista fija en algo frente a ellos. La joven se acerca un poco más en silencio y al notar el destino de las miradas, queda congelada. A los pies de ellos, el cuerpo amarrado de un Original y un Convertido. Los dos inconscientes.