Capítulo 5 ¡Vamos a casa!

Salí afuera iba a llamar un Uber que me llevará a casa, muchos chicos que salían de la fiesta me miraban con gran deseo, sentí un poco de miedo en ese momento.

Cuando con mucha dificultad me dispuse a llamar a un uber, sentí que alguien me abrazaba por atrás, su calor y su respiración eran inconfundibles...

Sabía bien quién era, igual si mis ojos estaban cerrados sabría quien me abrazaba por atrás.

Después de procesar por un buen tiempo la situación

Decidí actuar de la forma tonta con que lo hacía con él -¿Amorcito, realmente viniste por mí?

-¿No te metiste en problemas?

Me pregunto fríamente.

-¡ claro que no bebé!

Cerca de él siempre, finjo estar bien, aprendí a sonreír para esconder mi dolor.

-¡ Vamos, a casa!

Me sujeta la mano, estoy tan acostumbrada a él que nunca lo pude rechazar, esa es mi debilidad Gustavo Divit, él chico que ocupa todo mi ser, lo he amado desde que me recuerdo y lo perseguía siempre para que él también me amé, grande fue mi equivocación.

Gust y yo crecimos juntos, él es hijo de los amigos de mi papá y también su ahijado, cuando su madre falleció de cáncer yo tenía 6 años, lo vi sentado en las escaleras y me acerqué intentando ser amable con él, pero él nunca sonreía ni me miraba, después de 2 años su padre falleció en un accidente de auto, a eso él solo tenía 10 años, volvió a sentarse en la escalera, me fui a consolarlo como su amiga pero no me hablaba solo miraba directo a la pared.

Mis padres asumieron como sus tutores legales, él se mudo con nosotros, todos los días me iba a su habitación para animarlo.

Después de algunos meses, salió de su habitación seguía sin hablar mucho pero al menos ya estaba mejor, yo le llevaba para su merienda, cuando estudiaba y siempre lo seguía por toda la casa, hasta que un día cuando cumplí 10 años papá nos contó que los padres de Gust y ellos hicieron una promesa, que cuando sus hijos fueran mayores ellos los casarían para así unir nuestras familias.

Por dentro yo estaba muy feliz, pero tenía vergüenza de demostrar mi alegría.

Él solamente se callaba.

Papá también nos dijo que cuando tenga 15 años me volvería a preguntar si quería seguir con mi compromiso con Gust, y por último cuando cumpliera 18 años, si decidimos seguir nos casaremos en la primavera como deseaba su madre, y si rompiamos el compromiso no habría problemas y cada uno podíamos seguir con nuestras vidas.

Lo único que sé es que Gustavo, jamás romperá nuestro compromiso porque, siente una deuda con mi familia y como era él deseo de sus padres no lo haría, aún amando a otra él seguirá a mí lado.

La única que puede hacerlo soy yo, que si lo amo...

Pero no quiero que viva infeliz a mi lado, tarde o temprano se irá y yo sufriré más, es mejor soltarlo ahora que aún hay tiempo para ambos.

Y acá estoy yo, con casi 18 años...

Ya he decidido pero mi decisión rompe pedazo por pedazo mi corazón.