Capítulo 5 Ahora soy Mahina.

Michael y la pelirroja, rápidamente se voltearon hacia la dirección de esa voz.

Resulta que Jackson se encontraba sentado al lado de una amiga, en una de las bancas alrededor del fuego. Él venía disfrutando de su noche, con lujuriosos besos apasionados con la rubia, al ritmo de la música y el alcohol.

―¿Por qué? ―respondió Michael, era claro que el joven estaba por completo ebrio.

Jackson se soltó de los brazos de su acompañante, y se puso de pie.

―Te dije que te alejes ―aclaró con voz demandante, haciéndolo notar como una orden.

―¿Qué sucede, Jackson?. Tú tienes a Rachel el día de hoy, así que déjame tener a esta preciosura ―pidió el amigo, sin soltar a la chica.

Jackson frunció el rostro, detalló a la pelirroja, y vio su expresión que demostraba que no se sentía nada bien.

Él, por lo tanto, caminó hacia ellos y en un pestañear, sostuvo el brazo de la chica y la alejó de su amigo.

―Te dije que te alejaras ¿Eres sordo?

―¡Qué rayos Jackson! ¿Por qué actúas así? ―gritó Michael, abriendo los brazos en forma de protesta, tambaleándose un poco―. Siempre compartes lo tuyo.

―Ella no es parte de nosotros... Michael ―Jackson, aclaró con voz tajante.

―¿Entonces quién es? ―preguntó, y de inmediato, viendo la mirada fulminante de Jackson, entendió lo que sucedía.

En ese instante, se tragó sus palabras, y recordó los murmullos que se hablaban entre sus amigos.

"Ella era la chica casi muerta que encontraron, y que Jackson estaba cuidando"

Michael, retrocedió con una enorme culpabilidad. Y, como si la ebriedad se le hubiese pasado, como arte de magia, le dijo a la pelirroja:

―Perdóname, yo..., yo estoy un poco ebrio, no quise faltarte el respeto.

La chica asintió con timidez, entonces Jackson, rodando los ojos, la tomó de la mano y se la llevó hasta un pedazo de madera cerca de la orilla del río, a unos metros más allá.

―¿Qué haces aquí? ―arremetió en contra de ella, ni bien la sentó―. No puedes salir, así como si nada. Me hubieses avisado, al menos, que querías hacerlo esta noche. Aquí nadie te conoce, si yo no hubiera estado, ellos te pudieron haber molestado hasta el final. ¡¿No entiendes?!

―Lo lamento ―contestó la chica―, yo..., yo solo quería tomar un poco de aire.

―¡OK! Pero debiste decírmelo, al menos cuando te llevé la cena.

―Repito, lo lamento ―le dijo ella con remordimiento.

―¡Aichs! ―exclamó Jackson pateando una pequeña piedra, con mala gana. Y, sin haberse alejado en todo momento de su botella de cerveza, bebió como si tuviera un desierto en la garganta.

―No quise molestarte. ―Ella retomó las palabras luego de un breve silencio―. Pero..., no dejo de sentirme atemorizada. Necesitaba realmente un poco de aire. Yo..., me siento como un cascarón vacío que, a cualquier toque, podría romperse.

La chica miró el cielo y detalló la luna con anhelo, como si buscara obtener las respuestas que deseaba.

―Por qué de repente dices eso... ―le contestó, Jackson consternado, sintiendo como la furia se le desvanecía al ver esos ojos verdes, llenos de nostalgia.

―Me siento abrumada. Siento que hay muchas cosas que me espera, y que debería buscar, pero no sé qué es. Tengo sueños extraños, en la que me desvanezco en miles de mariposas, como si fuera solo alguien que, en cualquier momento, se puede hacer nada.

La chica tomó aire y lo expulsó, al mismo tiempo que entrelazó sus manos para calmar el pequeño temblor que los removía.

―... también sueño, con personas que me miran con unos rostros sombríos alrededor de una camilla. Ellos..., ellos con sus manos me manosean todo el cuerpo, y yo únicamente grito.

―¿Has estado teniendo pesadillas?

―Bueno... ―Asintiendo con pena, agachó su mirada.

Jackson no pudo evitar llegar a sentirse algo comprometido. Pues todos esos días se mantuvo a distancia sin cuestionarle lo que le sucedía a detalle.

―No lo sabía. Enserio, lo lamento ―se pronunció él, impactando a la chica. Jackson, por primera vez, estaba mostrando algo de empatía.

Eso solo significaba una cosa: él estaba completamente ebrio.

Ella lo miró, y agachó de nuevo su rostro mostrando una pequeña sonrisa.

―Está bien ―respondió, con un tono apagado―, es inevitable. Estoy segura de que mi subconsciente me quiere decir algo.

―Puede ser...

―Jackson, yo... ―Ella se atrevió a hablarle abiertamente, quería tener una mínima confianza con él―, yo necesito recuperar mi memoria. Este vacío como si me faltara algo, de verdad, me está desesperando.

Ante las palabras de la chica, el rubio se quedó pensando por un breve momento. Y, concluyó que, tal vez, aquello que sentía que le faltaba, podría ser su hijo.

Jackson, podía contarle lo que les había dicho el doctor; podía contarle las horrendas hipótesis que describieron de ella. Sin embargo, un nudo en la garganta se lo impidió. La joven, ya se veía muy mortificada y afectada, al no saber ni quién era, como para darle un impacto más grande.

Él, no sabía nada de esa chica, no sabía cómo se llamaba, de dónde provenía, ni cuántos años tenía, pero una pequeña..., una pequeñísima preocupación muy dentro de él, lo invadió en ese momento.

―Lo lamento ―repitió, y se sentó a su lado, viendo el agua brillar bajo el resplandor de la luna―. Creo que he sido un estúpido...

―No... no digas...

―Lo soy, te he mantenido en su totalidad, aislada. Dejándote sufrir en la soledad, con todos estos horribles sentimientos.

Aquellas palabras, al instante, dejó muda a la chica. Su sorpresa era cada vez más grande. Jackson, ahora, se estaba mostrando más suave y amable.

Él, siempre que se sumergía en el alcohol, nunca podía ocultar su sinceridad. Era como que su aspereza desaparecía y se mostraba más puro.

―No..., está bien ―contestó ella―. No te culpo. No lo sabías. Además, también debes tener cosas que hacer, no es tu obligación, permanecer, al tanto, conmigo las veinticuatro horas.

―Igualmente, he sido muy distante. No estaba consciente de que no la estabas pasando bien ―se lamentó, pasando su mano por el rostro―. Soy siempre un idiota e inútil, todo lo arruino.

―No tienes que ser tan duro... ―le contestó.

Jackson bajó la cabeza, y queriendo liberarse, le comentó:

―Hoy es el peor día de mi vida.

―¿Por qué? ¿Algo sucedió?

El rubio lanzó una carcajada con amargura, y luego bebió otro sorbo de su cerveza.

―Yo..., yo soy más lamentable de lo que me veo. No suelo ser muy amigable, sinceramente nadie me importa. Pero inevitablemente, siento algo de culpa al no haberme preocupado más por ti.

―Olvida eso, yo te perdono ―le respondió la pelirroja sin dudarlo. Jackson solo se le quedó viendola pasmado―. Yo tampoco me preocuparía por un desconocido.

―Eso es mentira ―respondió, Jackson, riendo con ironía―. No te ves una persona así.

―Bueno, está bien. No puedo mentirte.

―Este carácter creo que lo heredé de mis padres. Ellos son iguales...

―Tú puedes ser diferente...

―¿Crees?

―Por supuesto...

―Creeré que eso pueda ser posible ―acató el rubio, encogiendose de hombros.

―Todo es posible, si te lo propones.

Jackson se quedó en silencio como si se envolviera en sus profundos pensamientos. La chica viendo eso, quiso romper ese inestable momento.

―Por cierto, ¿Por qué dices que hoy es el peor día de tu vida?

―Ah..., por un instante lo había olvidado ―respondió Jackson con un tono decadente―. Hoy es el aniversario de fallecimiento de mi abuelo, él era la única persona con quien me llevaba demasiado bien. Considero que soy el único que lo recuerdo, porque mis padres ni siquiera me llamaron para poder darle un día de conmemoración.

―Lo lamento.

―De igual forma, no importa. Basta con que yo, solamente lo recuerde. Ni siquiera, quiero pensar en que estarán haciendo mis padres ahora.

―¿No tienes una buena relación con ellos?

―No, es más, ¿Sabes una cosa?, llevo un mes que me fui de casa y, lo más gracioso, es que nadie se ha dado cuenta de que no me encontré ahí todo este tiempo.

―¿De verdad?

Él asintió y luego se bufó, bebiendo un poco más de su cerveza.

―Ellos suponen que soy una decepción, por no seguir la carrera que haría que me ocupe de la empresa más adelante. Pero ¿Qué puedo hacer? Odio la arquitectura. Yo solo quiero ser cantante y viajar..., viajar mucho.

―Así que cantas...

―Sí, soy un empedernido cantante. Amo el rock.

La chica formó sus labios en una línea fina, con una sensación agradable en su pecho. Su rostro reflejaba una expresión que Jackson no entendía.

―¿Por qué sonríes así? ―le cuestionó él un poco disturbado.

―No es nada..., solamente que nunca pensé que realmente podríamos llegar a hablar de estas cosas tan profundas. Eres diferente a lo que me imaginé.

―Estoy ebrio, esa es la respuesta.

Ambos se fijaron y tiraron una carcajada juntos.

―En fin ―Jackson resopló, y tiró su botella vacía hacia a un lado―, la cosa es que mis padres, ya no me prestan atención desde que me negué a seguir sus deseos. Al menos antes, se esforzaban en cenar conmigo una vez a la semana, pero ahora, nada. Como ves, ni siquiera se han acordado de algo tan importante, mi abuelo fue tan considerados con ellos y mira como le pagan. Seguro en este momento, se encontrarán en una reunión de gente importante, bebiendo vino o champán.―Dedujo y pasó su mano por su rubia cabellera con una risa irónica―. ¿Sabes? Siento que mi huida fue innecesaria.

―Pues, me temo que sí. Ahorita imagino que estarías durmiendo en un lugar cálido y no aquí.

―Oye, no deberías decirme eso. Deberías animarme.

―Es que no sé cómo hacerlo ―contestó la pelirroja agraciada, al comportamiento inesperado de Jackson―. Ni siquiera sé mi nombre, menos tendría cabeza para pensar en algo digno en que decirte.

Era un hecho que ella no debería reír con ese comentario sobre su estado mental, pero Jackson notó que se estaba esforzando en no sentirse tan mal con ello.

Él la fijó con ojos achicados, y sin darle tanta importancia, asintió.

―Oye, eres cruel con tus palabras. Sé que, aunque no es lo mismo, este lugar también me gusta.

―Sí... también me he acostumbrado a mi oscura y húmeda habitación ―bromeó la chica, pero ese comentario avergonzó a Jackson.

El rubio, por dentro aún sentía algo de culpa, por haber sido muy desconsiderado con la desconocida.

Jackson aclaró su garganta y luego añadió cambiando de tema:

―Tienes razón. Hablando de eso, no tienes un nombre. ¡Espera! ¿Cómo no puedes tener un hombre? ―exclamó sin mucha noción, y hasta se le escapó un pequeño hipo―. Perdón, quise decir nombre.

La chica lanzó una risa conservadora, en tanto él se sonrojó como un tomate por su equivocación y gracioso acto. La pelirroja, estaba muy entretenida con la ebriedad del rubio.

―No tengo otra opción ―murmuró, ella con leve sonrisa.

―¡No! Sí la tenemos. Debemos ponerte un nombre momentáneo.

Jackson se puso de pie, y observó a su alrededor.

―Hace un momento mirabas a la Luna. ¡Ajá! Desde hoy te nombro, Mahina ―le dijo reflejando su perfecta sonrisa, mientras intentaba mantenerse de pie. El grado de alcohol en sus venas, cada vez, se estaban pronunciando más―. Mahina, significa "luz de la luna", en hawaiano.

Los ojos de la pelirroja brillaron por el entusiasmo del joven, y ruborizada, le dijo:

―Me gusta. Mahina...

Los dos se observaron mientras la luna reflejaba el rostro de la bella chica. Jackson no pudo evitar quedarse sin aliento, al ver su angelical sonrisa.

Él, dentro suyo, se acababa de dar cuenta que hubiera disfrutado tantas horas agradables como esas, a su lado, si no hubiese sido tan arrogante.

Esa noche hubiera podido ser espectacular, si no fuese por una entrometida que les venía observando todo el tiempo desde lo lejos.

―¡Jackson! ―les interrumpió, Rachel. Ella era la joven con quien Jackson, venía besándose unos momentos atrás. La rubia con mirada punzante se enredó en su brazo.

Rachel no era su novia, simplemente era la chica que le acompañaba por solo esa noche. Jackson, era completamente un apasionante seductor que, siempre, acostumbraba a salir con quien se le antojara. Y, claro, sus características lo hacían muy deseado por muchas. Él, era un joven prominente de una altura 1.88; sus ojos color pardos eran su más intenso atractivo. Tenía el cabello dorado y elegante, como lo utilizaban los príncipes en la era medieval. Su cabello era un poco largo hasta los hombros, con la cual usualmente se lo recogía en una pequeña cola.

Definitivamente, era un tipo muy masculino, corpulento y hermoso. Si él no usaría esas vestimentas de chico malo, totalmente sería comparado con un heredero de la realeza.

Rachel, observando a la chica y a Jackson, sintió celos. Esa noche era su turno, y claramente, no permitiría que una desconocida le venga a quitar, tal oportunidad con Jackson. Ella no se controló y mostró su antipatía.

―... ¿Me vas a dejar tanto tiempo sola, bebé? ―le dijo exagerando su ternura, y le robó un beso, fulminando de reojo a la pelirroja.

―Rachel... ―Jackson arrugó su entrecejo con amargura. Él pensó en ese instante en alejarse, pero poniéndose de pie, la joven se adelantó en hablar.

―Yo..., yo regresaré a descansar, creo que ya tomé suficiente aire por hoy. Por favor, diviértanse.

Rachel, sonrió victoriosa. Jackson solo se quedó desconcertado, en tanto la veía irse.

La chica, con un poco de tristeza por no proseguir con su entretenida conversación, regresó a su habitación. Ella sabía que las cosas cambiarían al día siguiente y Jackson volvería a ser el mismo.

Ni bien llegó, se tiró en su cama y mirando al techo, con un rastro de ilusión en que todo mejoraría, suspiró.

―Tengo un nombre. Me llamo Mahina, ahora, soy Mahina.

            
            

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