El Amigo de mi Padre
img img El Amigo de mi Padre img Capítulo 1 Vida desgraciada
1
Capítulo 7 ¿Quieres tu ligero img
Capítulo 8 ¿Donde estoy img
Capítulo 9 Horrible destino img
Capítulo 10 ¿Era especial img
Capítulo 11 Sentencia de muerte img
Capítulo 12 Una mejor oferta img
Capítulo 13 Manera diferente img
Capítulo 14 Condición o ambición img
Capítulo 15 Eres valiosa img
Capítulo 16 ¿Así se llamaba img
Capítulo 17 El vendrá img
Capítulo 18 Pagaras el triple por ella img
Capítulo 19 Te ha comprado img
Capítulo 20 Recuerdos recobrados img
Capítulo 21 ¿Que tramaba img
Capítulo 22 Condición img
Capítulo 23 Solo es por interes img
Capítulo 24 Jodido mandón img
Capítulo 25 Palabras crueles img
Capítulo 26 Dormidos img
Capítulo 27 Suspiro de angustia img
Capítulo 28 Pagando sus deudas img
Capítulo 29 El castigo img
Capítulo 30 Confrontando al viejo img
Capítulo 31 Advertido img
Capítulo 32 Demasiado frío img
Capítulo 33 ¿Es el bueno o el villano img
Capítulo 34 Regalo de bodas img
Capítulo 35 ¿Que quieres Casey img
Capítulo 36 El encuentro img
Capítulo 37 Llévense a las dos img
Capítulo 38 Se incendian img
Capítulo 39 Avergonzada img
Capítulo 40 El divorcio img
Capítulo 41 Libertad para todas img
Capítulo 42 Epilogo img
img
  /  1
img
img

El Amigo de mi Padre

Viviana_t
img img

Capítulo 1 Vida desgraciada

La música que sonaba a fondo era seductora, atrayente y envolvente. La idea principal era atraer al cliente, engancharlo y hacerle gastar todo el dinero que traía consigo esa noche. Las chicas estaban más que dispuestas a complacer a cualquiera hombre, con tal de que pagaran la exorbitante suma de dinero que Otto exigía por cada una de ellas.

Y si alguna se negaba a acceder a las peticiones de su jefe entonces, la que se resistiera pagaría el precio por su desobediencia. Para Otto u cualquier otro cliente, estas chicas únicamente eran objetos sexuales que se podían utilizar para follar y complacer, y nada más... eran un negocio lucrativo, que llenaba las cuentas bancarias del dueño.

Una feroz mirada azulada se posó en el baile de una delgada joven de piel canela, está realizaba movimientos eróticos al punto de llegar a ser obscenos alrededor de un tubo metálico bastante brillante. La chica iba ataviada únicamente con unas bragas de encaje que hacían juego con el brasier, y unos impresionantes tacones cubiertos por cientos de pedrería brillante.

El sujeto que la observaba se preguntó, ¿Cómo es que diablos conseguía bailar tan bien con esos tacones tan altos? La miró un poco más, esperando que finalizara su encantador baile. A pesar de ser vulgar, no se le podía quitar que fuese excitante. Y pues, la verdad es que no era de piedra. Muy a pesar de que ella bailaba muy bien y de que lograría levantar el alma de un hombre moribundo, él se mantenía concentrado en lo ella que hacía. Le resultaba más provechoso.

-Pareces bastante interesado en esa chica, L.C . Dime una cosa, ¿la deseas? -Un sujeto se sienta sin su permiso en la silla vacía que está en su mesa, lo que lo lleva apretar la mandíbula con fuerza. Eso sí que lo enojaba -. Vamos hombre, no seas tímido. Si la quieres solo debes hablar conmigo.

De pronto una nueve milímetro fue presionada debajo de la papada del hombre que hablaba sin parar, el sonido del seguro del arma sonó, provocando que los guardaespaldas de Otto se pusieran en alerta.

-Tranquilo, tranquilo... -Dice Otto tragando saliva, por un momento la música se detuvo y con ello la joven que bailaba.

-¿Cuándo he dicho que te sentaras? -La fuerte voz de L.C resonó en aquel lugar llevándose las miradas de los demás clientes.

-Vamos, calmante... me pondré de pie, si es lo que quieres.

L.C retira el arma y termina por soltar a Otto. El hombre pasa una mano por su cuello, al tiempo que vuelve a tragar saliva. Recompone un poco su traje para luego dar órdenes de que el show continuara.

-Eres muy obstinado L.C, deberías mejorar un poco ese carácter tuyo.

-¡La comprare!

-¿Qué dices? -Lo mira ceñudo.

-A la chica -Contesta observando el baile de la joven -. Este mes, me llevare a la de piel canela -Otto sonríe de par en par, eso era todo lo que quería escuchar.

-Tienes buen ojo, apenas ha llegado ayer... aun no la había puesto a trabajar como se debe, pero en vista de que te la llevaras pues ya tendrá mucho trabajo contigo -Se ríe a carcajadas, pero no obtiene una respuesta del hombre que tiene al frente.

-¿La venderás, o seguirás hablando mierdas?

-¡Claro! ¡Claro! Te la venderé. Este es su precio -Le presenta un papel exponiendo su precio, L.C levanta la mirada después de ver semejante cantidad.

La mirada azulada del pelinegro se posa en la de Otto, quien parecía sudar como un jodido puerco. Y eso que en aquel lugar, el frío era demencial.

-¿Pretendes estafarme, Otto? -Afina la mirada, provocándole al castaño que trague más saliva, limpie su frente con un pañuelo y medio sonría.

-¿Por qué dices eso?

-Esa chica no vale esta cantidad, ¿me quieres ver la cara de idiota?

-Ella... ella es nueva, debes comprender que...

-¿Es virgen? -La seriedad del rostro de su cliente era sepulcral, Otto, pensó que moriría allí mismo como siguiera mintiendo.

-No, no lo es...

-¿La violaste?

-Nadie la ha tocado, te lo juro. El medico la reviso, ya no era virgen. Te lo juro -Contesta rápidamente intentando librarse de la muerte.

-Pagare únicamente la mitad de lo que pides.

-Pero... -En eso L.C se pone en pie, imponiendo su autoridad -Si, sí, claro que sí. Hagamos negocios con la mitad.

L.C, se da la vuelta perdiéndose detrás de las pesadas cortinas rojas aterciopeladas. Otto al verlo largarse, suelta el maldito aliento contenido. De pronto detrás de las mismas cortinas aparece Santino, la mano derecha de L.C. Era un tipo musculoso e intimidante, pero no tanto como su jefe, con la reputación que se gastaba era muy difícil que alguien hiciera de las suyas.

-¡Santino! -Lo saluda Otto con una sonrisa burlona.

-Aquí tienes tu pago -Deja una valija plateada sobre la mesa -. Saca a la chica de inmediato de la tarima. En 5 minutos iré por ella -Abre la maleta, y allí dentro se encuentra apilados filas de billetes de una sola denominación.

-Sería más fácil si me hicieran transferencias -Otto sonríe con un brillo peligroso en la mirada.

-4 minutos -Agrega manteniendo la seriedad en su mirada.

Santino se da la vuelta dirigiéndose hacia los camerinos donde siempre solía recoger a la chica que su jefe compraba cada mes.

-Otto, un día de estos L.C terminara por asesinarte. Ese sujeto es muy peligroso, no le importo que todos nosotros amenazáramos con asesinarlo si te hacía algo -Le dice uno de los guardias.

-Es el mejor cliente que este maldito y putrefacto lugar puede tener, desde que L.C se volvió cliente habitual he tenido mejores ingresos. Estás malditas perras, casi no atraen al público, pero con el ingreso de ese sujeto sí que me hago una buena pasta.

-¿Qué quiere que haga ahora?

-Saca de la tarima a la perra que está bailando, y ordénale a Serena que salga y que esta vez haga su maldito trabajo bien, sino quiere que azote su jodido trasero esta noche.

Otto miraba aquella maleta plateada ante él y sonríe abiertamente, todo el mes estuvo esperado por esa venta. Estaba muy seguro que a L.C le iba a gustar la nueva. Siempre se llevaba a las chicas nuevas, era el primero en ofertar por ellas. Los demás, únicamente pagaban para follarlas y nada más, él era el único que tenía el privilegio de llevárselas y no volver a traerlas.

Lo que hiciera con la chica, no era su jodido problema... pero asumía que no era nada bueno. Realmente, lo único que le importaba a Otto era que regresara mensual a por una nueva de sus zorrita.

[...]

Temblando del miedo y, soltando lágrimas sin parar, la joven que había sido comprada minutos antes permanecía de pie mientras que Serena le secaba las lágrimas y a su vez limpiaba su rostro ennegrecido por el rímel corrido.

-Debes parar de llorar, no conseguirás nada bueno si continuas llorando ¿entendiste? -La joven morena la animaba a que cambiara de actitud, bien sabía lo que le pasaba a las chicas que lloraban sin parar.

-Solo quiero irme a mi casa -Contesta en medio del llanto.

-Niña, todas aquí queremos lo mismo. Pero una vez que estos cerdos malditos nos atrapan ya nada más podemos hacer. No creas que hay un súper héroe en la calle rescatando chicas.

-Pero yo... -Responde a lo que su labio empieza a temblar.

-¡Ya basta! -Serena se ve obligada a cachetear a la muchacha, si la cachaban chillando como una estúpida, le darían una paliza, a ambas -Maldita sea, deja de llorar o harás que nos azoten estos putos de mierda.

La joven acariciaba su mejilla al tiempo que hipaba, seguía con la vista al piso. Serena la mira y siente lastima por ella, sabía que nunca más vería a la pobre diabla. Apenas había llegado la noche anterior, y ya estaba siendo vendida al mejor postor. Posiblemente su vida sería más desgraciada de la que todas en aquel infierno llevaban a diario.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022