Al estar fuera del alcancé de la vista de todos , su cuerpo se tambaleo, sus piernas abandonaron toda la fuerza que anteriormente tenían convirtiéndose en gelatinas precipitándose a caer, afortunadamente había un gran muro para apoyarse con sus manos temblorosas, sino, hubiera caído al frío y duro piso donde se prometía que jamás volvería a estar.
Janet que estaba retrasada para la boda, estacionó su coche junto a ella sorprendida al verla en ese estado. Sus piernas automáticamente abandonaron el coche saliendo apoyarla contra su cuerpo.
Al ver sus ojos rojos, su cara hinchada y el estado de su vestido, un dolor se instalo en su pecho, mordiéndose la lengua para no empezar a soltar maldiciones y abrir sus heridas con sus preguntas inoportunas. Después investigaría lo que había sucedido.
Rouss al ver a su única amiga, no, a su hermana como ellas se consideraban, se lanzo a sus brazos sin poder contenerse más.
Janet la sostuvo apoyándola hasta dejarla en el puesto de atrás, ya que su amiga había negado con la cabeza cuando la iba a dejar en el puesto del copiloto. Tomando su lugar, sostiene el volante fuertemente sintiendo impotencia al verla en ese estado, arrancando así para llevarla a un lugar seguro para que pudiera descansar.
El hombre calvo que anteriormente había mirado a Rouss lascivamente, chasqueo la lengua al ver como era llevada por esa importuna de su amiga, tenía la intención de tomarla y llevarla lejos para hacerla suya, pero tendría que esperar un poco mas.
....
Luisa como todos los demás veían la espalda erguida de Rouss alejarse cada vez más hasta que ya no pudo visualizarle.
Su mirada oscura se poso en la pareja que aun seguía abrazada, sus dientes rechinaron por el desagrado al verlos.
Sabia que ese imbécil de Bratt no merecía a su Rosy, ¡par de traidores!, ella se encargaría de tomar venganza en su nombre. Girando su cuerpo, quedó en frente de los que decían ser los padres de Rouss.
–Me encargare de hacerles pagar por lo que han hecho– murmuró con voz fría al pasar por sus lados, marchándose con la ayuda de su asistente. Dejando a Don y a Fanny petrificados en su lugar.
–Debemos encargarnos de ella– mascullo Fanny con los dientes apretados empuñando las manos después de salir del trance.
No podían dejar que esa vieja se entrometiera en sus planes, cuanto antes se encarguen de ella mucho mejor.
Don asintió caminando hasta donde estaba Lizzy. –gracias por cuidar de ella joven Miller, le estamos muy agradecidos– agradeció Don amablemente, pero esa amabilidad dio paso a la frustración y la tristeza al volver hablar, –joven Miller, por favor, no odie a Rouss, ella...ella siempre ha sido así, no supe como educarla después que su madre murió, soy un mal padre– vocifero con agonía y dolor en su voz.
–¡Padre!, no digas esas cosas, tú eres el mejor padre de todos, no te sientas desanimado, no es tú culpa que mi hermana se descarrilara eligiendo ese camino– grito Lizzy con voz suave llena de preocupación y dolor, tomando las manos de su padre sonrojándose al decir las últimas palabras por vergüenza.
–No se preocupe señor Wyner, usted no tiene la culpa de nada– respondió Bratt tranquilamente.
–Joven Miller, lo invitamos a una cena en nuestra casa en gratitud por cuidar de nuestra pequeña Lizzy– intervino rápidamente Fanny con una sonrisa.
Bratt calló por un momento, pero luego termino aceptando el ofrecimiento.
Don se marcho con su familia, la boda había sido cancelada, la multitud se disperso confundida por lo que acababa de pasar. La conclusión era: Rouss era una pe**a, siendo abandonada por su prometido lo cual era evidente. Pero...¡¿que rayos había pasado?!. Las cosas habían tomado un rumbo diferente.
¿Los padres de Rouss intentaban emparejar a su hija menor Lizzy con Bratt, cuando apenas había terminado con Rouss?. Era muy evidente las intenciones que tenían, pero como no era asunto de ellos, se escogieron de hombros restándole importancia los que tenían este pensamiento. Total, esto era algo común en la sociedad donde vivían.
Bratt se quedo mirando el lugar por donde se había marchado Rouss, una expresión complicada se formo en su rostro, dando un suspiro, toma el mismo camino que ella tomo sin saber porqué.
....
Los sollozos ahogados llenaban la tranquila habitación que era iluminada por una tenue luz amarilla que provenía de una lámpara en la esquina del lugar.
–¿Por qué lloras?, ¿ahí algún motivo para hacerlo?– expresó Janet con voz suave mientras acariciaba los cabellos de Rouss que estaban esparcidos en su regazo. Su voz contenía un toque de humor para hacer sentir mejor a su amiga.
Después de recogerla y llevarla hasta su apartamento privado, su amiga se había lanzado a sus brazos llorando como una pequeña niña desconsolada contándole todo entre sus lágrimas. Su corazón se rompió al ver a su hermana en ese estado, porque eso era lo que era Rosy para ella, una hermana de corazón.
Rouss no lloraba tan fácilmente, y verla en ese estado la hacia sentir impotente por no poder hacer nada para calmar su dolor. Sosteniendo su frágil cuerpo tembloroso entre sus brazos se juró a si misma que les haría pagar lo que le hicieron a su hermana, se encargaría de que Lizzy no volviera a tener calma.
Rouss levanto su cuerpo del regazo de Janet viéndola con sus ojos rojos e hinchados de tanto llorar, algunas lágrimas desobedientes aún salían de sus ojos deslizándose por sus mejillas aun rojas e inflamadas.
–Tus lágrimas son muy valiosas para que las derrames por nada– vocifero Janet con voz tranquila y una pequeña sonrisa en su rostro mientras limpiada sus lágrimas suavemente para no maltratar su piel.
–Cada que vallas a derramar tus lagrimas que sea por algo que valga la pena y no por cosas insignificantes que no lo valen y no se las merecen, ¿entiendes?– pregunto mirándola a los ojos.
Rouss asintió levemente tratando de sonreír –gracias hermana– respondió con voz algo ronca y seca por haber estado llorando.
Janet se levanto sirviéndole un vaso de agua extendiéndoselo, el cual Rouss recibió tomándoselo todo sintiendo su seca garganta cobrar vida.
Dirigiéndose al clóset, Janet saco un conjunto de pijama de pantalones largos morados con pequeñas figuras de luna y sol, el cual era de Rouss al igual que otras pertenencias que tenía, ya que Rouss en ocasiones se quedaba allí huyendo de su familia, ya que casi nadie sabia de la existencia del lugar, excepto el imbécil de Bratt ya que Rouss le contaba todo.
Al pensar en ese bastardo, un velo oscuro cubrió el rostro de Janet , sus manos se volvieran puño y las ganas de levantarlo a golpes la invadieron.
–¿En que piensas?– Indagó Rouss revoloteando sus pestañas esparciendo las lagrimas al verla parada en el mismo lugar por varios minutos con la pijama en la mano, no podía ver su rostro porque estaba de espaldas.
La voz de Rouss la saco de sus pensamientos, dándose la Vuelta, la mira con una sonrisa –en que debes bañarte, te ves fatal– respondió burlona lanzándole la pijama.
–Voy hacer algo para cenar, ve a limpiarte que estas ensuciando mis sábanas– respondió agitando su mano con desinterés saliendo de la habitación.
Rouss –...–
Unos segundos después de haberse marchado Janet, Rouss reacciono de su estado sorprendida colocando una pequeña sonrisa en sus labios. No sabía si reír o llorar por el comentario de su amiga con la intención de ayudarla. Tomando su pijama se va al baño, viendo sus cosas personales dónde las había dejado la última vez.
Camino sin expresión directamente hasta la ducha, metiéndose debajo de ella dejando que el agua fría la recorriera de pies a cabeza mojando su ostentoso vestido.
En otros momentos, Rouss hubiera chillado al ser golpeada por el agua helada, hubiera brincado o hecho berrinches para tratar de calentar su cuerpo para contrarrestar la frialdad del agua. Pero ni siquiera se inmuto al sentirla, ni mucho menos se quejo al sentir el peso extra del vestido mojado sobre ella.
Su mirada estaba fija en las baldosas debajo de sus pies como si fueran la casa mas interesante del mundo. Las gotas de agua se deslizaban por sus mejillas confundiéndose con las mal****s lagrimas que volvieron a surgir. De la nada, su puño cerrado se empotro contra la pared lleno de impotencia y dolor. –¡malditos!– mascullo con los dientes apretados –¡me las pagaran!–. juró con una mirada decidida y fría.
Su corazón que había estado sangrando todo este tiempo a causa de las múltiples heridas que había recibido, de pronto dejó de hacerlo. Una fuerte coraza lo rodeó dejándolo inmune contra cualquier clase de sentimientos que quisieran llegar hasta el. Desde ahora, no se le permitía sentir ninguna clase de sentimientos, no se le permitía acobijar ninguna clase de emoción fuera de no sentir nada, desde ahora, su corazón no latía por ningún otro motivo excepto por mantenerla viva.
Rouss se desprendió de su vestido desgarrándolo en el proceso, en cada rasgada que daba su expresión se ensombrecía cada vez más, dejando salir su impotencia y frustración. Los pedazos caían al piso sin ninguna clase de valor del que contaba hace tan solo unas horas atrás.
La lencería que tenia debajo del vestido también hayo su lugar junto a las demás prendas rasgadas. Después que saliera de la duche, quemaría todo juntó al amor que alguna vez sintió por él.
Después de haber pasado un tiempo bajo el flujo del agua helada, sus dedos estaban arrugados y sus labios pálidos, decidiendo que ya era momento de salir de ella. El agua helada no solo heló su piel, si no también congeló su corazón.
La esbelta figura de Rouss salió con una toalla envuelta en su cuerpo, las gotas de agua que escurrían de su cabello mojado se deslizaban por su pecho perdiéndose en el borde de la toalla. Sus labios estaban algo morados y sus dedos arrugados a causa de todo el tiempo que estuvo bajo el agua. Con un rostro imperturbable y sin ninguna expresión se coloco la pijama, al terminar, seco su cabello con una toalla mas pequeña.
Al abandonar la habitación, caminó a pesos lentos hasta llegar al comedor donde habían dos tazones de gachas de mariscos, los cuales olían muy bien y el vapor salía de ellos.
–¡por fin llegas!, estaba que comía sola– vocifero Janet al verla llegar aun con su delantal puesto. Tenia todo el cabello recogido, excepto por algunos mechones que caían sobre su rostro.
Janet era muy hermosa, cuando las dos estaban juntas, era como ver un espectáculo de bellezas sinigual.
Después de Rouss, Janet era la mas hermosa de Chongqing, su belleza era como una delicada flor que sobrevivía a un duro invierno, era tan delicada y pura que era la envidia de muchas.
–Si tenias tanta hambre, no me hubieras esperado– respondió Rouss con una pequeña sonrisa enroscada en sus labios.
–No es lindo comer sola– dijo en medio de un puchero formado en sus labios haciéndola ver tan adorable.
Rouss soltó una risilla abrazándola, sabía que su hermana odiaba comer sola y además, jamás podría ser indiferente con ella, Janet ocupaba un lugar muy especial en su corazón, solo a ella y a su abuela se les permitía un lugar en el. Al pensar en su abuela, recordó que no se ha comunicado con ella y debía estar muy preocupada.
–Tonta, vamos a comer, luego llamare a la abuela, debe estar muy preocupada.– Hablo con voz algo suave desordenando el cabello de Janet separándose del abrazo.
Janet hizo otro puchero arreglando su cabello, –no te preocupes por la abuela, hable con ella cuando estabas en el baño– informo tomando su lugar en la mesa.
–Gracias Janet, seguramente estaba muy ansiosa– decía tranquilamente rodando la silla con su mano blanca.
–Mm, pero se tranquilizo al saber que estabas conmigo–. Después de hablar, se llevó una cucharada de gachas a su boca, al igual que Rouss.
–Mm, te quedo muy deliciosa, tu futuro esposo la pasará muy bien– alababa Rouss con una sonrisa juguetona mientras se llevaba otra porción a la boca, haciendo que Janet escupiera lo que acababa de comer.