Abril no dijo nada, solo deseo que sea cual sea el lugar al que la enviaran fuera un mejor lugar que en el que vivir.
_ Ya está todo listo, sígame por favor, su majestad la está esperando.
Abril caminó con paso relajado por los pasillos del palacio, todos los que la veían murmuraban a su paso preguntándose, ¿Quién sería?, ¿ Y de dónde había salido?
Ella tenía el cabello rojo, rasgo único de la familia real Venobich, por eso todos se habían quedado tan sorprendidos al verla ya que nadie recordaba que ella era la primera princesa del reino de Laios.
Abril continúo caminando, ignorando por completo los murmullos de la gente, ella fue llevada a la sala del trono, ella no se inclinó, ni saludo al hombre que le veía con frialdad y desprecio sentado desde su silla, él le dijo.
_ Mi querida hija, veo que has crecido hermosamente.
Aunque las palabras de aquel rey parecían dulces a Abril le parecieron un insulto. Su padre sonrió con malicia y le dijo.
_ Este día serás enviada al reino de Cosset, debido a las constantes guerras he decidido enviar a mi hija más amada para formar una alianza de paz.
Abril no se quejo, ni dijo nada, simplemente se quedó de pie escuchando las palabras de su padre deseando que todo eso acabará pronto, ese vestido que llevaba era pesado e incómodo, los zapatos que ella no estaba acostumbrada a llevar le apretaban y hacían que le dolieran los pies.
_ Querida hija, espero que tengas una buena vida junto a tu esposo.
El rey le hizo señas a unos guardias que vestían un uniforme blanco, ellos debían ser los soldados del reino de Cosset, él rey dijo.
_ Escolten con cuidado a mi preciosa hija.
Los guardias se acercaron a Abril y le dijeron.
_ Por favor síganos, un carruaje la está esperando.
Abril no se despidió de su padre ni hizo una reverencia antes de marcharse, ella solo dio media vuelta y siguió a los guardias.
Mientras veía su espalda su padre le dijo.
_ Que esté contigo la luz de Airón.
Esas últimas palabras parecieron afectuosas para los guardias que la escoltaban, solo los que pertenecían al reino Laios sabían lo que significaban esas palabras.
"Que la muerte venga pronto a visitarte"