Capítulo 10 La huella en sus labios

Cuando llegaron a casa, la señora Fendi y Annie se mostraron disgustadas por la llegada de Alejandro con Ariel, esperaban que ella realmente se hubiera marchado, pero él regresaba con ella.

De inmediato, Annie llamó a su hermana para avisarle que Alejandro acudiría a esa fiesta junto con la joven mugrienta.

Alejandro tomaba la mano de Ariel mientras se dirigían a su habitación, ella se recostaba a su brazo.

Al entrar, comenzó a desvestirla en silencio, retirando la ropa sucia que ella vestía, dejándola en ropa interior, Ariel se dejó como si no pasara nada, la llevó al baño y la entró en la tina.

Durante unos minutos Ariel siguió llorando en silencio, hasta que Alejandro comenzó a peinar su cabello con suavidad, sentado en el borde de la tina, el agua caía en ella y cuando el cabello estuvo húmedo, él comenzó a lavarlo.

Aquello le causaba mucha paz y ese simple gesto era muy agradable para ella, olvidándose de todo.

Mientras Alejandro lo hacía, no había ni una pizca de morbo en su acto, sabía que para ella también era muy agradable, lo había visto en las las últimas veces que él la peinaba hasta que ella se dormía.

"Alejandro." La voz algo ronca de Ariel llamó la atención de él. Como antes había gritado mucho por ayuda, ahora su garganta estaba algo lastimada y seca.

"¿Quieres el agua más caliente?" Preguntó él al escucharla hablar.

"Quiero que borres algo que hay en mis labios." Dijo en voz baja.

Aquel beso con Marco Albini la tenía atormentada, pues se trató de su primer beso y había sido a la fuerza, bajo presión, con un hombre desagradable y llena de miedo, mientras su mente se traumatizaba al pensar que iba a ser violada por aquel hombre en medio del pequeño bosque, sin nadie que escuchara sus gritos de auxilio.

"¿Borrar? No te veo nada." Respondió al acercarse y observar los labios de la joven.

"Pero sí hay algo allí y necesito que lo borres." No se atrevía a mencionar ni una sola cosa de lo que había pasado. En ella había miedo, miedo hacia Albini y medio a que Alejandro no le creyera.

Prefería callar por muy doloroso que le resultara.

Pero anhelaba poder confiar en Alejandro, contarle lo sucedido y que él hiciera algo al respecto, sin embargo, creía que él podría no creerle y eso le podía doler mucho.

¡Y sé trataba de su cuñado!

"¿Quieres que frote tus labios?" Preguntó algo confundido, sabiendo que eso no tenía ningún sentido para él.

Volvió a observar sus labios y en ellos no logró ver nada

"Quiero que me beses." Contestó muy avergonzada, pero era algo que necesitaba.

Odiaba sentir que aquel hombre fue el primero y el último que tocó sus labios, al igual que su cuerpo.

"¿Que te bese?" Detuvo todo lo que hacía y se quedó mirando a la menuda mujer dentro de su tina. "¿Quieres que te bese? ¿Qué se supone que voy a borrar con un beso?" Preguntó ahora con más curiosidad mientras por su mente iban pasando muchas cosas. Entró a la tina y se hizo un espacio frente a ella, Ariel observaba como la ropa de Alejandro iba quedando húmeda por el agua que llegaba hasta él. Alejandro extendió su mano y con sus dedos tocó los labios de ella. "Dime, Ariel, ¿por qué quieres que te bese?"

"Para que borres algo en mis labios." Desvió su mirada de él, deseando que él no hiciera más preguntas.

"¿Quieres que borre los besos de otro? ¿Por quien me tomas?" Dijo molesto, echó su cuerpo hacia atrás, quedando al otro extremo de la tina. "No comprendo mucho lo que quieres decir y eso me molesta. Explícate ahora." Le exigió. Imaginaba algo, aunque no tenía forma de saber si estaba en lo cierto.

¿Alguien había besado a Ariel?

"Olvídalo." Musitó, pero Alejandro no se dio por vencido, regresó a su lado y entre sus manos tomó su rostro, pasó un pulgar por los labios de ella y luego acercó su rostro al de ella.

"¿Olvidarlo? Me pediste que te besara."

"Pero te negaste."

"No fue eso lo que dije."

Al mirar sus ojos tan de cerca, Ariel se sentía extraña, como si estuviera enferma, su cuerpo se calentaba y esa mirada le gustaba, le gustaba la sensación que recorría por su piel cuando él la miraba de aquella manera.

"No tienes que hacerlo si no quieres."

"¿Al menos sabes besar?" Seguía con aquel tono molesto. Ella quiso desviar la mirada otra vez, pero las manos de Alejandro lo evitaban. "¿Quién te besó?" Los ojos de Ariel se abrieron al escuchar aquella pregunta.

Si creía que Alejandro no se podía acercar más, estaba equivocada. Acercó más su rostro y ella suspiró, olía delicioso.

"Nadie." Sabía que él no le iba a creer. Tenía miedo de lo que pudiera decir.

"Mientes muy mal, esfuérzate un poco más, inténtalo otra vez."

"Yo...no he besado a nadie."

"Mucho mejor." Dijo con una sonrisa un poco malévola. "Has dicho la verdad. Ahora dime..." recorrió otra vez sus labios con un dedo, pero esta vez los separó y lo dejó en la entrada de su boca, haciendo que el corazón de Ariel latiera con nerviosismo. Alejandro arrugó el ceño y su expresión era muy seria, con un toque de perverso. "¿Quién te besó a ti?" Retiró su dedo, dejando los labios de Ariel entreabiertos. "Eres mi prometida y a ti no te pude tocar nadie." Dijo con propiedad. "Asumiré que es mi imaginación y que no estoy en lo cierto, que hoy no has besado a nadie, que nadie te ha besado y lo que es más importante, que este será tu primer beso." Acercándose a sus labios, comenzó a besarla con cuidado, para poder saber su destreza y que no vaya a ser un desastre desde la primera vez. Pero Ariel fue respondiendo con soltura conforme los segundos transcurrían y Alejandro entendió que podía ir a otro nivel que no era el de novata. Presionó sus labios y subió de tono aquel beso al acercar su cuerpo al de ella, dejó una mano en su rostro y Ariel se movió con inquietud mientras Alejandro jugaba de tal manera con sus labios, que era imposible que quedara algún rastro de aquel horrible beso de Marco Albini.

Cuando Ariel sintió lava correr por su cuerpo, empujó a Alejandro, pues ella sentía que se derretía, que todo su cuerpo ardía y la causa de eso solo era Alejandro Fendi, haciéndola terminar algo desorientado con tremendo beso.

La sonrisa de él era de total complacencia, pues sabía que si hubo algún rastro, ya no existía, además de que ese beso a él también le había gustado y agradecía Ariel por haberlo empujado, ya que mojados, en el baño dentro de una tina... todo indicaba peligro.

Ella no sabía a dónde mirar o qué decir luego de aquello.

Había sido un beso increíble y todo su cuerpo hormigueaba, haciéndola sentir inquieta, queriendo más de ese beso, al igual que él.

Pero entonces Alejandro se puso de pie y al hacerlo, su pantalón mojado marcó aquella erección. Ariel la observó con la boca abierta y su mano se aproximó hacia ella, como si fuera un imán. Al sentir ese toque, él abrió los ojos con sorpresa y miró aquella mano, pero ella también estaba muy sorprendida de lo que había hecho.

En eso, Alejandro dejó una mano sobre la de ella y sonrió.

"Te dije que si vas a tocar, tienes que hacerlo bien o solo es molesto." Apretó la mano de ella sobre su erección mientras Ariel iba abriendo más los ojos al sentir aquello tomar mejor forma debajo de su mano.