Mi corazón parecía que explotaría de lo rápido que latía, pero esta vez no era movido por el miedo, era la emoción que resultaba de estar frente al alfa de los dragones, entendiéndonos el uno a otro sin necesidad de palabras, me puse de pie y extendí mi mano hacia su enorme rostro, en el momento justo que las yemas de mis dedos tocaron las escamas de su nariz, la sensación de una corriente eléctrica atravesó mi cuerpo hasta golpear fuertemente contra mi pecho lanzándome algunos metros hacia atrás.
Al golpear mi espalda contra el suelo, alcance a escuchar el fuerte rugido de Krad y pude sentir como la misma electricidad recorría cada uno de sus nervios de la misma manera como lo había sentido yo, claro, a menor escala, ya que él solo se limitó a sacudir su cabeza con fuerza mientras que yo quedé tendido boca arriba en el suelo, el cuerpo me dolía profundamente, tanto por la ráfaga de electricidad como el golpe fuerte que había recibido al aterrizar contra el piso.
Pude sentir entonces su respiración dentro de mí, escuchar sus latidos golpear contra mis tímpanos, mi alma se estrujo dentro al sentir la preocupación que tenía hacia mí al verme tumbado de espaldas... mis ojos se empezaron a cerrar mientras una sonrisa comenzaba a dibujarse en mi rostro, quizás sería mi fin, pero el vínculo se había formado y la promesa de convivir juntos durante más tiempo se había sellado y eso solo significaba una cosa... mi pueblo estaba a salvo...
Un aliento helado choco contra mi cuerpo haciéndome reaccionar. No tengo idea de cuánto tiempo permanecí inconsciente, pero pude ver sobre mí el enorme y delicado rostro de una dragona viéndome fijamente mientras resoplaba un viento frio con delicadeza sobre mi cuerpo, al mirarla le sonreí extendiendo mi mano para tocarla, para mi sorpresa, en vez de alejarse, cerro los ojos y choco la punta de su nariz suavemente contra mi mano, mi corazón palpitaba con alegría, era muy poco común que las dragonas aceptaran el contacto humano, por lo general, ellas preferían mantenerse alejadas, así que para mí, esto era un gran honor.
Dentro de mi mente realice un juramento: "Daré mi vida para protegerte a ti y a toda tu manada hasta el último de mis días". Estas palabras parecían salir de la nada de manera automática, pero no cabía duda que eran las adecuadas, al decir esto, la dragona apretó sus ojos y de su garganta salió un sonido burbujeante, como una especie de ronroneo, claramente era de satisfacción, al mismo tiempo los dragones que sobrevolaban el aire volvieron a gruñir y se retiraron a sus cuevas, y de la misma manera lo hizo la joven dragona que me había despertado.
Me senté con dificultad, aun podía sentir mi cuerpo adolorido, sobre todo la espalda, frote mi cabeza con mis manos para recuperar bien el sentido y pude ver a lo lejos, a una distancia prudente, muchos de mis súbditos parados con miradas de asombro en la cara. Giré el rostro en busca de Likantor, al hacerlo pude ver que ahí se encontraban de pie, cerca de la entrada del castillo, mis guardias, los nobles y hasta el frente mi jefe de la guardia, con una mirada de orgullo y preocupación a la vez.
Podía ver en su rostro la ansiedad que sentía por acercarse a mí, pero era claro que Krad no había dejado a nadie acercarse, pues al intentar dar un paso hacia delante de inmediato el gran dragón lanzo un gruñido desde lo más profundo de su pecho en advertencia, acercándose a mi para colocar su cabeza justo sobre la mía en señal de protección.
Acaricie la piel debajo de su mandíbula para hacerlo calmar. Me puse de pie y me acerqué a él acariciando sus negras escamas a lo largo de todo su cuello hasta llegar a sus patas delanteras.
Como si adivinara mis pensamientos, se agacho lo suficiente para que yo pudiese escalarlo, nunca había estado tan cerca de un dragón en mi vida, ya ni se diga montar uno, pero era una ferviente necesidad que crecía y burbujeaba cada vez con más fuerza en el pecho, era una clase de atracción que me obligaba a subir a él, como si mi mente y mi cuerpo supieran perfectamente lo que tenían que hacer, y mi corazón lo anhelara como quien añora el agua en el desierto.
Me sujeté con fuerza de las escamas de su hombro mientras mis pies se acomodaban sobre los pliegues de su pata, comencé a subir con dificultad, era la primera vez que lo hacía y mi tamaño era bastante más pequeño en comparación con la enorme bestia que se esforzaba por mantenerse quieta ante mis torpes intentos de subir a ella.
En un acto de desesperación, Krad giro su cabeza empujando mi cuerpo hacia arriba casi haciéndome pasar de largo sobre su lomo, pero alcance a sujetarme de las escamas en punta que tenía sobre su nuca antes de deslizarme hacia abajo por el otro costado.
De no ser porque todos estaban muertos de la preocupación, estoy seguro que hubiese escuchado una carcajada al unísono, yo mismo me mordí los labios para no reírme de mi mismo y mi inexperta manera de montar un dragón.
Pero la sonrisa en los labios se me desvaneció de inmediato cuando el enorme dragón abrió sus alas comenzando a sacudirlas con fuerza mientras su cuerpo se comenzaba a elevar en el cielo, aun no me había acomodado ni encontrado la manera de sujetarme, cuando la frenética sacudida me obligo a abrazarme a pies y manos de su cuello.
Claramente pude escuchar una sonora carcajada dentro de mi mente, sabía que no era mía porque yo estaba más ocupado buscando la manera de sujetarme y no caer al vacío...
- ¡No te rías de mí, es mi primera vez! –
Era extraño sentirlo en mi mente, no era como si pudiese escuchar las palabras claramente como si fuera una conversación con alguien más, era como si aparecieran en mi cabeza, como si las pudiese sentir, algo así como mis propio pensamientos, debo admitir que por unos momento comencé a dudar de mi cordura, sospechando que quizás no eran los pensamientos del dragón, si no que era solo una especie de doble personalidad que había creado en mi cabeza... pero esta idea de ser desecho cuando las burlas incesantes de Krad resonaron en mi cabeza, de "pequeño gusanito resbaloso" no me bajaba mientras él mismo intentaba hacer que me acomodara en el centro de su lomo y dejara de resbalarme por los lados cada que se giraba o de ladeaba un par de centímetros...
- ¡Basta de burlarte, no soy ningún gusanito resbaloso! –
"¡Demuéstralo cachorro humano!"
Este insensato dragón no iba a empezar a respetarme hasta que yo mismo demostrara que era digno de su respeto, así que no hay de otra, o me lograba acomodar en su lomo o me caía al precipicio.
Krad no se molestó en volar cerca del suelo, me llevo tan alto como sus enormes alas le permitieron, comenzaba a pensar que estaba buscando la manera de deshacerse épicamente del pequeño parasito que llevaba entre sus alas.
Comencé a deslízame hacia atrás sobre su lomo, en la base del cuello tenía unas escamas en punta que me hacía difícil acomodarme, más atrás estaban los pliegues por donde sus alas nacían, ese no era un bue lugar ya que se sacudían con fuerza cada que intentaba ganar altura o velocidad, "Detrás de ellas", fue lo que pensé, o lo que pensó él por mi... la verdad cada vez era más difícil distinguir entre mis pensamientos y los suyos, como si nuestras mentes comenzaran a fusionarse mientras más tiempo pasábamos juntos.
"Por ahora el mejor lugar para que te sujetes será un poco más atrás de mis alas, mi lomo no es tan grueso y tus pequeñas piernitas alcanzarán a rodearme, coloca tus rodillas por debajo de las escamas que levantaré, de esa manera podré ayudarte a permanecer en tu sitio, y tus manos deberán ir siempre sobre mi lomo, bien aferradas a los pliegues de mi cuerpo, con el tiempo aprenderás a equilibrar tu cuerpo y sincronizarlo con mis movimientos, pero por ahora debes inclinarte sobre mi para no caer"
Aunque sé que tenía razón y sus indicaciones no eran más que enseñanzas para evitar que perdiera la vida en los siguientes cinco minutos, debo admitir que me sentía gravemente ofendido, es decir, ahora ya no era solo un niño, allá abajo, en la tierra, era un rey, y había sido tratado como tal durante los últimos días por todo mi reino y mis guerreros, había dejado de ser un pequeño "cachorro humano" y ahora era el soberano de un reino que debía ser tratado con mayor respeto...
- ¿En verdad piensas que soy un escuálido muchachito que no tiene la fuerza para permanecer montado sobre ti?, ¡anda! Te invito a probar de que estoy hecho y te demostrare que te equivocas sobre mi –
Me percaté de la arrogancia de mis palabras muy tarde, justo en el momento en el que Krad decidió dar un giro de ciento ochenta grados sobre su eje haciéndome caer al vacío. En los últimos días, mi reino entero me había tratado con devoción y respeto, quizás más de lo necesario por la pena que sentían por mi perdida y el cambio tan radical que había sufrido en mi vida. Y justo ahora me estaba dando cuenta que eso había sobre inflado mi ego, me había hecho sentirme como si ya fuera un adulto en mi totalidad que lo sabía todo y era intocable... había sentido mi ego lastimarse obligándome a abrir mi boca de manera arrogante ante una criatura que había visto cientos de lunas más que yo elevarse en el cielo, había dirigido a una manda durante más años que yo e incluso que varios de los reyes del pasado juntos, había luchado incontables veces contra las bestias aladas más grandes y temibles que había sobre esta tierra sobreviviendo para luchar un día más...
¿Y yo?... ¿yo que puedo decir?, he vivido apenas 8 años, que, para el rey de las bestias de hielo, no era más que un suspiro, no tenía experiencia ni con la espada ni siquiera con el lápiz, me faltaba un mundo por conocer y por aprender, la sabiduría venia acompañada tan solo de la humildad, y si no aprendía a serlo, jamás tendría el conocimiento necesario para proteger a mi gente y servir a los dragones como así lo había prometido...
Estos pensamientos cruzaron mi mente mientras yo me precipitaba con velocidad hacia el suelo, quisiera pensar que la mayoría de esos pensamientos fueron míos, pero en realidad sonaban más como una severa reprimenda que mi padre me hubiese dado al tratar con arrogancia a un ser evidentemente muy superior a cualquiera de nosotros.
Sabía que tenía razón, que debía aprender a ser humilde y aprender de todo aquel que me quisiera enseñar una lección, al final de cuentas seguía siendo solo un niño tratando de sobrevivir debajo de una pesada corona, pero ahora la pregunta era
- ¿Me darás otra oportunidad para redimirme o me dejaras golpear contra el suelo para terminar con mi insolencia de una vez por todas? –
"Lo voy a pensar" ...