Al obedecer la orden pude verlo justo a tiempo mientras se colocaba debajo de mi para que yo aterrizara sobre su lomo, intentando controlar mi miedo tanto como me fue posible, ajusté mi postura para aterrizar poco delicadamente sobre su espalda, agarrándome con fuerza de donde alcance.
Sentí que, si no me abrazaba con firmeza de su cuerpo, la fuerza de mi impacto me haría rebotar hacia afuera de la seguridad de su espalda, permanecí adherido a él como una larva chupasangre se adhiere a su víctima mientras intentaba recuperar el aire que había sido expulsado de mi cuerpo al golpear con fuerza mi tórax y mi abdomen contra la dureza de sus escamas.
Una vez más la risa burlona apareció en mente...
"¿Pensabas que te había llevado elevado a gran altura en tu primer vuelo solo para dejarte caer de más alto?, entre más alto volemos, más espacio y tiempo tengo para atrapar tu debilucho cuerpecito, si hubiésemos volado cerca del suelo, ahora mismo estarían tus entrañas esparcidas por medio bosque. Así que, de hoy en adelante, me dejarás las lecciones de vuelo a mí, harás lo que diga sin cuestionarme, en el suelo podrás ser un rey, pero aquí en el aire lo soy yo y si no quieres acabar como puré sobre el suelo escucharas y obedecerás cada una de mis ordenes sin dudarlo, ¿está claro?"
- Si señor –
El mensaje había llegado fuerte y claro, yo podía ser el monarca en mi reino, entre mi gente... pero aquí, en el cielo, él era quien mandaba, y hasta no entender esa jerarquía, estaría destinado al fracaso como rey de la nación de hielo.
"Es hora de regresar a casa pequeña lombriz de tierra, será mejor que comiences a ejercitar tu debilucho cuerpecito si quieres volver a montar sobre mi lomo, no quiero ser yo quien tenga que sujetarte todo el tiempo, cuando hayas aprendido un poco más y tus músculos se alcancen a distinguir en esa huesuda anatomía lo volveremos a intentar, hasta entonces solo trabajaremos en tierra"
Me sentía demasiado cansado, sabía que no solo era por la lección de vuelo, el vínculo entre nosotros me hacía sentir el esfuerzo que hacía para elevar su cuerpo por el aire, como si yo mismo fuera el que estaba volando, era demasiado para mí, ahora entiendo porque mi padre me decía que hasta que fuera adulto podía montar por primera vez a un dragón a pesar de mis múltiples insistencias, Krad lo sabía y podía sentir mi cansancio así que cuando mi cuerpo perdió la poca fuerza que me quedaba y mi conciencia se comenzaba a desvanecer, él permitió que me deslizara por un costado, girándose suavemente para atrapar mi cuerpo inerte entre sus garras, lo último que pude ver fue el pico más alto de las montañas de hielo mientras los últimos rayos de sol coloreaban el firmamento...
De esa manera fueron pasando los días, las semanas e incluso los meses, ansiaba volver a ser uno con Krad, cruzar el firmamento sobre su lomo, sentir el viento en mi cara. Pero parecía que ese día no llegaría nunca, mi actividad con él se limitaba a visitarlo en su cueva, acompañarlo a recorrer las cavernas y los picos en los que se refugiaban los demás miembros d su manada para que todos y cada uno de ellos me conociera.
Cada vez que intentaba montar su lomo o le pedía que saliéramos a volar me decía "aún no estas listo, estudia más, ejercítate más", sabía que él tenía la razón, no podía estarme desmayando cada vez que voláramos durante unos minutos, pero aun así lo deseaba desde lo más profundo de mi alma.
Hice todo cuanto me indicó, me empape de información sobre su especie, sobre su historia, costumbres, hábitos, todo lo que había que saber sobre ellos yo debería saberlo y así lo hice. De la misma manera me sumergí por completo en los estudios sobre política, cultura, costumbres, estrategias militares, cualquier cosa que me ayudaran a ser un rey sabio y eficiente para mi pueblo. Estaba decidido, mis padres habían dejado un peso grande sobre mis hombros y no estaba dispuesto a decepcionarlos.
Le pedí a Likantor se encargara del reclutamiento y entrenamiento de más hombres en la guardia, debíamos fortalecer nuestras defensas, Hashim seguía atacando cada que tenía la oportunidad, buscamos estrategias para conseguir alimentos de los pueblos vecinos sin que ellos nos detectaran, era difícil pero no imposible, la ventaja de las bajas temperaturas de mi reino, es que podíamos conservar alimentos durante mucho tiempo, así que solo eran pocas las veces que debíamos salir por una buena cantidad y así lo íbamos administrando con el paso del tiempo,
Por otro lado, los ataques jamás eran directos a mi reino, el vivir en las altas montañas donde las temperaturas eran demasiado bajas, nos permitía permanecer alejados de la furia de los dragones de fuego, en nuestro territorio eran débiles y no se atrevían a entrar porque era bien sabido lo frágiles que podían ser ante el frio y eso nos permitía mantenernos a salvo dentro de nuestro territorio.
El tiempo siguió transcurriendo mientras yo me seguía preparando, la presión de gobernar y defender un reino había acabado por completo con mi niñez, ya estaba por cumplir los nueve años, y mi vida solía estar detrás de un libro, un escritorio o resolviendo los problemas de mi gente. En ocasiones podía ver a mi primo salir a jugar a los jardines después de sus lecciones que duraban solo medio día, mientras las mías duraban prácticamente todo el día, los únicos momentos en los que no estaba estudiando, estaba intentando resolver algún problema, dar alguna indicación o ejercitando mi cuerpo y puliendo mi habilidad con la espada y el arco. Realmente estas actividades ocupaban prácticamente todo mi día, dejando muy poco tiempo para comer y dormir. En verdad era agotador, pero debo decir que reamente me resultaban satisfactorias, el dar todo de mi por el bienestar de mi pueblo me hacía sentir orgulloso de mi mismo.
Después de cumplir los nueve años de edad, Krad decidió que podía dejarme volar una vez más, esta vez permanecí con más equilibrio en su lomo y aguante más tiempo en el aire, pero seguía siendo muy pronto, aun no tenía la fuerza suficiente para soportar el peso del vínculo, y al final de cuentas volví a desmayarme antes de que Krad me trajera de regreso al castillo.
Después de eso, decidimos que lo mejor sería que practicara con un dragón más joven, uno que solo revoloteara dentro del reino con recorridos cortos para que yo pudiera acoplarme al espacio y movimientos de un dragón de manera progresiva sin la interrupción del vínculo.
Así que, a partir de ese momento, me vi obligado a agregar a mi apretada agenda "lecciones de vuelo en dragón", me sentía como un niño al que le estaban enseñando a montar a caballo con un pony, pero supongo que era lo mejor, de esa manera fui aprendiendo como sentarme, de donde sujetarme, sobre todo como ir balanceando mi cuerpo con cada giro y con cada movimiento de la criatura voladora sin perder el equilibrio, de alguna manera, tenía que aprender a ser uno con el dragón, tanto en tierra como en el aire.
Debo admitir que era bastante más fácil hacerlo en otro dragón sin tener que lidiar con el cansancio que sentía por medio del vínculo con Krad, para él, el aleteo era algo normal que no requería tanto esfuerzo, pero para mí, sentirlo en mi cuerpo, era completamente agotador, era como si mi mente de pronto se transportara a su cuerpo, podía sentir cada respiración, cada latido, cada movimiento de sus músculos directamente en mi pequeño y débil cuerpo, un solo paso de él, requería una enorme fuerza mental para mí, que se reflejaba en el agotamiento de mi propio cuerpo.
Ser consciente de cada músculo, de cada hueso o de cada movimiento de Krad podía sonar fantástico, al menos así lo creí la primera vez que pude sentirlo dentro de mí, pero la realidad era totalmente distinta a lo que los libros podían expresar... supongo que por esa razón, todos mis antecesores habían formado su vínculo con un dragón pasando los 15 o 16 años, cuanto su mente y su cuerpo había sido lo suficientemente preparado para recibirlo, y aun así redactaron en su diarios que resulto agotador al principio, pero para mí, con un enclenque cuerpo de 9 años era absolutamente agobiante, no sé hasta cuando duraría esto, solo esperaba sobrevivir hasta entonces.
Desde el momento que hicimos la conexión, Krad era consciente de cada uno de mis movimientos, pensamientos y emociones, aun a distancia, lo que para mí era posible únicamente si lo tocaba, y en verdad eso era una ventaja, al menos por ahora, pero no sería definitivo, es decir, conforme yo fuera fortaleciéndome y el vínculo se fuer afianzando cada vez más, yo podría sentir todo su ser aun a la distancia, quizás no tanto como el, pues la mente de un humano siempre será más débil que la de un dragón, pero al menos podría conectarme con él sin necesidad de estar a su lado.