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-Jefa, un chico guapo te busca -mueve sus cejas de arriba abajo.
-Debe ser Esteban, no hagas eso, es un conocido de la infancia y nada más -le explica sería.
-Pensé que era otra cita, pero quizás cuando lo veas cambies de opinión, está para comérselo -le dice con descaro, hasta un suspiro se le escapa.
-Solo viene a buscar algo para llevarle a su hermana, solo es eso. Si quieres te lo puedo presentar, ustedes dos se llevarían muy bien -le ofrece y ella niega repetidamente.
-No gracias, no podría salir con un hombre que ha estado interesado en alguien cercano a mí. Ya tuve una mala experiencia, dos es abuso -sigue su camino a la cocina alejándose.
Sale a su encuentro, sin poder creer la excusa sin sentido que me ha dado Pía. Esteban al verla se queda sorprendido, la ve de arriba abajo sin disimulo alguno, se acerca a Madelen saludando, besando sus mejillas.
Esteban no es hombre de sentirse nervioso, pero por alguna extraña razón, se siente como gelatina, hasta sus piernas tiemblan levemente y el corazón palpita fuerte contra su pecho.
-Hola Esteban, tiempo sin saber de ti ¿cómo estás? -le pregunta ignorando su forma de verla que la hace sentir nerviosa.
-No tan bien como tú, ¡estás hermosa! -dice esto último sin pensar, haciendo que los colores le suban a la cara.
-Gracias, mi padre dijo que vendrías, mencionó algo de que tu hermana dio a luz -desvía el tema, sin querer dar otras intenciones.
Además que el ambiente se ha tornado un tanto incómodo.
-Así es, a ella le encanta el chocolate y tu padre me dijo que abriste una pastelería y aquí estoy, me han dicho que son los mejores de todo Toronto -se ha puesto muy adulador.
Madelen se limita a sólo sonreír, sin decir una sola palabra más sobre eso. Pasa a mostrarle todas las opciones que puede escoger, Esteban sin dejar de pasar de largo la oportunidad, le invita a cenar mañana, busca en su cabeza cualquier excusa para negarse, pero él insiste en pasar un rato juntos como amigos, después de tener tanto tiempo sin verse, no le queda de otra que aceptar.
A las ocho de la noche ya los clientes empiezan a retornar a sus hogares, la venta en el día estuvo mejor de lo esperado dejando todos los estantes vacíos, así que las chicas empiezan a organizar todo para cerrar. Le escribe a su padre informando que va saliendo hacia allá.
-Madelen, al fin llegas ¿cómo estás? -la recibe la esposa de su padre apenas cruza la puerta del restaurante.
-Bien Valeria, y tú ¿cómo estás? -se van a la barra a conversar.
-Un poco cansada, el día estuvo fuerte. Cuéntame ¿te viste con Esteban? es guapísimo te lo tenías bien escondido -No pierde tiempo en sacarle información.
-¿Quién es guapísimo? -Pregunta su padre acercándose a ellas.
-Esteban, tu otro intento fallido -le responde al notarlo celoso por el comentario de Valeria.
-Eso veremos, aún no está perdido. De niños eran inseparables -le cuenta a su esposa- Muchas veces estaba arriba de ellos pendientes, pero cuando entraron en la etapa de la adolescencia se fueron distanciando, nunca supe qué sucedió -voltea a ver a su hija intrigado, esperando que al fin le responda ese interrogante que siempre tuvo.
-Siempre lo vi como un hermano, cuando él me confesó sus sentimientos por mí me asusté y empecé a evitarlo, hasta que nuestra amistad se arruinó por completo -confiesa un poco apenada por su actitud infantil.
-¿Y ahora? -le pregunta Valeria con curiosidad.
-Simplemente no estoy interesada en una relación, me quiero enfocar en mi trabajo y en mi hija, nada más -se encoge de hombros restándole importancia al asunto.
-Eres joven y hermosa, no renuncies a ser feliz por esa mala experiencia -le pide su padre preocupado.
Madelen se les quedo viendo, sin decirle ni una palabra más, aunque quiera volver a empezar, aún siente miedo de volver a confiar en alguien, apoyarlo, dar lo mejor de sí y no recibir nada a cambio o peor aún, que haga lo mismo que hizo Elvis y menosprecie todo lo que es capaz de darle.
Tanto Valeria como su padre captan enseguida el hecho de que no le está gustando el que la estén presionando, así que deciden dar un paso atrás y cambiar el tema de conversación a algo más agradable.
Una vez está la cena, su padre la sirve colocándola en el centro de la mesa, ha preparado para ellas pizza Napolitana. Les coloca dos rebanadas a cada una y les sirve un poco de gaseosa, hace todo de la forma más cortés y servicial posible, sorprendiéndolas a ambas.
A la mañana siguiente
Se levanta temprano y como su pequeña no está, termino de hacer las cosas en casa rápido. Se va a la pastelería más temprano de lo usual, llegando de primera, así que enciende los hornos, empieza a armar las bandejas de dulces surtidos mientras que tiene las batidoras con distintas mezclas de crema para relleno.
Está tan concentrada en su labor que no se da cuenta cuando empiezan a llegar el personal.
-Jefa, buenos días, ha llegado temprano.
Entra Gerardo, uno de los pasteleros, se acerca a la lista de pendientes para hoy y empieza a preparar las mezclas base para las tortas. Uno a uno va llegando uniéndose al trabajo, las horas pasan volando, en un abrir y cerrar de ojos es mediodía y la mayoría de los pendientes están casi listos, así que Madelen decide salir por algo de comer y justo cuando va a cruzar la calle, ve a un hombre que le resulta familiar, está en la acera del frente, pasa un autobús de pronto, qué le impide cruzar quitándole la visualización del otro lado de la calle, una vez que el autobús termina de pasar el hombre ya no está.
Cruza la calle confundida, por un momento pensó que era Steven el que se encontraba al otro lado de la calle, hace mucho que no sabe de él. Entra a la luncheria pidiendo una pizza para llevar junto a unas gaseosas, espera unos minutos para que le entreguen el pedido y luego regresa nuevamente a la pastelería.
Después de comer la pizza, continúa en sus labores, hasta que Esteban pasa por ella para ir a cenar. Se sintió tentada de inventarse alguna excusa, pero al darse cuenta de lo ansioso que él se encontraba, declinó la idea.
-¿Qué tal tu día? -le pregunta mientras van de camino al lugar.
-Entre pasteles y bocadillos, ¿tú qué cuentas? ¿Cuándo regresaste? -sigue la conversación para no ser mala.
-Tengo una semana apenas, mi cuñado necesita un poco de ayuda en la sucursal aquí y vine a echarle una mano -le cuenta animado, regresar a su país con su familia lo tiene así.
-Los primeros meses con un bebé en casa son fuertes y ajetreados, uno no duerme y siempre hay mucho que hacer -le cuenta recordando cómo fueron esos primeros días con mi pequeña Alana.
-¿Tienes hijos? -le pregunta sorprendido.
-Si, una niña -le responde sin poder evitar reír por su expresión.
Esteban queda sorprendido, no se lo esperaba, pese a ello no permite que la noticia lo intimide, sino que trata de hacer que esta salida sea agradable para ella y que la pasen muy bien, conversan de casi todo, desde el pasado hasta el presente, haciéndola reír más de una vez.
Para sorpresa de Madelen, la ha traído a cenar a un restaurante nuevo, con una vista completa de Toronto a más de 351 metros de altura, es alucinante comer aquí, casi nadie logra obtener una reservación a menos que tengas a alguien que te pueda ayudar en ello.
Le comenta que los dueños de este restaurante son conocidos por su cuñado y fue así que consiguió la reservación.
Después de comer, la lleva al piso de vidrio, donde la vista es mucho más hermosa e inolvidable, justo cuando empieza a caer el atardecer haciendo el momento realmente hermoso.