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Un nuevo día anunciaba nuevas posibilidades y oportunidades de que las cosas tomen su curso, mi día comienza a las 7 de la mañana para empezar con una rutina de ejercicios, sin nada exagerado solo para mantener el cuerpo en forma, no sólo por estética también por salud y además que me pone de buen humor, las endorfinas al tope desde temprano. Después del ejercicio disfruto de una ducha caliente para relajar los músculos y la mente, saliendo me agrada posar frente al espejo un par de minutos admirando mi desnudez, los músculos marcados y el color marrón claro de mi piel.
Los rasgos varoniles y bien marcados de mi rostro, las cejas pobladas color castaño claro, los parpados prominentes que hacen resaltar mis ojos cafés decorados con pestañas largas. La nariz griega sin ningún defecto aparente, labios de grosor medio, barbilla partida bien marcada, forma del rostro cuadrada y un tanto alargada. Me gusta mirarme mientras me afeito untando crema para evitar irritaciones en la piel al pasar la navaja. En algún momento de mi vida llegue a sentirme inseguro de mi apariencia física, es por ello que trato de recordarme a diario que soy un tipo atractivo sin caer en la egolatría. Simplemente todo esto se ha vuelto parte de mi ritual matutino, la parte más complicada del día viene a las 8 de la mañana cuando tengo que elegir las prendas que harán juego el día de hoy, poseo una amplia variedad de camisas, corbatas y trajes, sin contar la ropa deportiva y casual.
Hoy no me quiero complicar la existencia así que elegiré camisa blanca, traje color gris y corbata azul celeste, la combinación estándar para un lunes común y corriente, por último, el perfume no puede faltar y no puede existir uno mejor que combiné con mi personalidad como el Hugo Boss Just Diferent. Un aroma fresco, pero a la vez lo suficientemente fuerte para ser recordado con un toque sutil para no llegar a hostigar.
Un Honda City el auto para transportarme a la oficina, jamás me ha gustado llamar demasiado la atención con cosas demasiado costosas y ostentosas, prefiero tener un perfil bajo. Si pudiera asistir a la oficina en jeans, tenis y playera negra sería el hombre más feliz del mundo, pero desafortunadamente hay reglas de etiqueta que debo cumplir si no quiero ser despedido. Antes de ir a la oficina suelo desayunar en una cafetería cercana donde preparan los mejores bísquets de la ciudad, no soy un cocinero experto pero me defiendo y además carezco del tiempo suficiente para hacer el almuerzo que desearía, gracias al cielo existe mambo café. Al ser cliente frecuente me eh ganado ciertas atenciones por parte del personal, tengo un cajón de estacionamiento exclusivo para mí y al entrar inmediatamente me da los buenos días Isabel, una de las meseras que dan servicio en el lugar. - Buenos días, Fabián enseguida te atiendo. - Curiosamente deja de hacer lo que sea que este haciendo para preparar mi café expreso con una cucharadita de azúcar, algo que agradezco con todo el corazón.
- Te deje dormido y exhausto, te deje una nota en el espejo. - Bromeo Isabel con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¡Uff!. - Exclame. - Lo de anoche fue sublime, casi poético si eso no es sentir algo divino entonces no sé qué sea. Espero esta noche se repita. -
- Te sorprenderás. - Contesto Isabel con un tono de voz seductor obviamente fingido, lo que es obvio deja de ser creíble, el señor de aproximadamente 60 años sonrió discretamente al escuchar nuestra picara, pero falsa conversación. - ¿Te traigo lo de siempre? - Continuo Isabel entre muecas.
- Por supuesto, ya sabes cómo me gusta. Nadie me conoce mejor que tú. - Conteste amablemente, este pequeño juego entre Isabel y yo, tiene una historia que no se si merezca ser contada, parece ser que es muy básica, pero es real. Hace 15 meses y 7 días no era ni la mitad de lo que soy ahora y aunque todavía no soy quien quiero ser, me encontraba mucho peor, había perdido el equilibrio de mi vida. Hice que el soporte de la balanza fuera la persona equivocada, fueron tres grandiosos años que disfrute de su compañía con los ojos cerrados. Puse demasiada atención en ella, pero no en sus intenciones, compartimos el mismo techo y formamos un hogar con dos pilares, pero cuatro paredes no forman un hogar. Una mañana encontré solo su figura en la cama, su aroma en la almohada y fue lo único que quedo de ella, sin decir más no volví a verla. Injusto porque no supe que fue lo que hice mal o en que falle, no me dio ni siquiera la oportunidad de corregirlo. Por ella hubiera cambiado lo que sea que estuviese haciendo mal, viví tantos meses creyendo que no fui lo suficiente para retenerla a mi lado, hasta que me di cuenta de que el amor no se retiene. Regreso en el mes 13 y el Fabian que ella dejo en boronas había resurgido, no escuche las justificaciones de su ausencia porque no quería abrir la herida que había cicatrizado, lo que era fuego ahora estaba tibio y nuestra canción ya no sonaba de la misma manera. No dejo de buscarme durante varios días, solía buscarme en todas partes, entonces en el mes 14 y día 23 me encontraba desayunando justamente en esta misma mesa, Isabel fingió estar conmigo y aparento ser algo más que una amiga para que Carolina mi exnovia dejara de hostigarme y casi exigirme de que regresara con ella. Aprendí que alguien te hace sufrir una vez, lo volverá hacer una segunda ocasión, no quería que derrumbara lo que construí ladrillo a ladrillo. Así nació nuestro pequeño juego fuera de toda malicia y sin algún interés romántico de mi parte y de su parte, siempre se ah comportado de manera muy respetuosa dirigiéndose hacia mi persona.
Mientras disfrutaba el café colombiano junto con un pequeño panecillo de avena, se me ocurrieron un par de frases que quise atrapar inmediatamente, así que tomé mi celular y comencé a capturarlas en un mensaje de texto, la diferencia es que esta vez tenia un destinatario, Camila Johnson.
"Una vez es casualidad, dos veces son coincidencia y tres veces serian destino. "
Continue consumiendo el desayuno disfrutando cada alimento como parte de mi ritual matutino, disfruto de esas pequeñas cosas que pueden pasar desapercibido, sin embargo, agradezco tener los cinco sentidos para vivirlo. El sonido de un mensaje de texto en Iphone interrumpió mis pensamientos internos, estaba casi seguro de que era Camila. Últimamente no recibo casi mensajes si no son del trabajo o de UNO NOTICIAS. Y en efecto no me equivocaba, tenia mucho tiempo que no me emocionaba con un mensaje de texto.
"Me temo que hoy será la tercera ocasión, estoy esperándote en la oficina, soy tu nueva jefa."
Mi corazón se agito y palpito de manera desmedida, no podía creer lo que mis ojos estaban leyendo. No creo que se trate de una broma, hay temas con los que no se puede jugar y me temo que este es uno de ellos. Rápidamente pague la cuenta y Sali del establecimiento, no quería contestarle el mensaje de texto. Prefería verificar la veracidad de lo que Camila estaba diciendo, subí el auto y aceleré un poco de más, esta vez me urge llegar a la oficina.