SOY LA PERVERCIÓN DEL JEFE
img img SOY LA PERVERCIÓN DEL JEFE img Capítulo 7 Parte 2: Tendré que castigarte.
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Capítulo 10 Sí, quiero. img
Capítulo 11 En el infierno. img
Capítulo 12 No me interesa. img
Capítulo 13 El círculo y sus reglas. img
Capítulo 14 Lo tengo decidido. img
Capítulo 15 Sebastián. img
Capítulo 16 En la boca del lobo. img
Capítulo 17 Tu deuda es conmigo. img
Capítulo 18 Como ordene. img
Capítulo 19 Te necesito dentro de mi. img
Capítulo 20 Intimidada. img
Capítulo 21 Libérate. img
Capítulo 22 Abnegada a mis deseos. Sebastián. img
Capítulo 23 Estar con él. img
Capítulo 24 En el infierno. img
Capítulo 25 En el infierno. Parte 2 img
Capítulo 26 En el infierno. Parte 3 img
Capítulo 27 De rodillas a sus deseos. img
Capítulo 28 Duro y salvaje img
Capítulo 29 Dispuesta a todo img
Capítulo 30 Tiemblo, grito y me libero. img
Capítulo 31 Actitudes que delatan img
Capítulo 32 ¿Cuánto por la sesión de ayer img
Capítulo 33 Necesito saberlo todo img
Capítulo 34 Una verdad inesperada img
Capítulo 35 No se moleste en volver. img
Capítulo 36 Tres veces idiot* img
Capítulo 37 Quiero que te vayas. img
Capítulo 38 El contrato. img
Capítulo 39 A mí nadie me dice que no img
Capítulo 40 Hambriento img
Capítulo 41 La prueba img
Capítulo 42 Lo que sea img
Capítulo 43 Somos locos img
Capítulo 44 Somos locos (Parte 2) img
Capítulo 45 Una escusa img
Capítulo 46 ¿Quién es esa img
Capítulo 47 Si vos te metiste en esto . . . img
Capítulo 48 Un caso difícil img
Capítulo 49 Esta noche, será interesante. img
Capítulo 50 Eres mío img
Capítulo 51 Esto me genera morbo img
Capítulo 52 Duro y salvaje img
Capítulo 53 El lugar que te toca img
Capítulo 54 Serás mi ofrenda img
Capítulo 55 Es apenas el comienzo img
Capítulo 56 Una sesión intensa img
Capítulo 57 un precio a mi cuerpo. img
Capítulo 58 Creo que te he ganado img
Capítulo 59 Como una tonta img
Capítulo 60 Que nos escuchen todos. img
Capítulo 61 Perra. img
Capítulo 62 ¿Estas loca img
Capítulo 63 Hasta aquí llegamos. POV Sebastián img
Capítulo 64 Confundida img
Capítulo 65 En el peor momento. img
Capítulo 66 En la cima del clímax. img
Capítulo 67 Te odio img
Capítulo 68 Pero... ¿qué le pasa img
Capítulo 69 Matteo Sandobal. img
Capítulo 70 Que tenga un hermoso fin de semana img
Capítulo 71 Hasta esta noche... img
Capítulo 72 No era nadie img
Capítulo 73 La quiero a ella. img
Capítulo 74 Esto no puede estar peor. img
Capítulo 75 ¿Qué estarías dispuesta a hacer img
Capítulo 76 No voy a cambiar img
Capítulo 77 La traición. img
Capítulo 78 Quiero que me odie. img
Capítulo 79 Confusión. img
Capítulo 80 Nunca más. img
Capítulo 81 Conocer tu mundo. img
Capítulo 82 Conocer tu mundo. PARTE 2 img
Capítulo 83 Él seguiría allí. img
Capítulo 84 Golpe bajo. img
Capítulo 85 Como te veo. img
Capítulo 86 Una mala desición. img
Capítulo 87 Esta noche dormirás conmigo. img
Capítulo 88 En una hora pasan por ti img
Capítulo 89 Ya fue suficiente. img
Capítulo 90 No volverás a tocarme. img
Capítulo 91 No puedo quererte img
Capítulo 92 No voy a perdonarte img
Capítulo 93 Tiempo más img
Capítulo 94 SOY LA PERVERSIÓN DEL JEFE PARTE 2 img
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Capítulo 7 Parte 2: Tendré que castigarte.

De solo imaginarme abrazada a él mientras se clava profundamente en mi cuerpo no hace nada más que regalarme punzadas en lo más hondo de mi cuerpo.

La fantasía palpita en mi clítoris

Sus glúteos, bien trabajado supongo, me incitaban a tocarlos, lamerlos e incluso morderlos. Debo admitir que suelo ser juguetona en el sexo y uso los dientes muy a menudo.

Abre un cajón y no logro ver qué hay dentro, pero se ve concentrado en lo que busca.

De pronto veo que mete su mano y saca de allí ... ¿Un rollo de papel film?

Me giro de inmediato y frunzo el ceño. Intento buscar dentro de mi cabeza, en todas las películas que vi, si hay algo que relacioné con ese papel, pero no.

-Te dije que te mantuvieras en pose -dice parado cerca de mí y tiemblo de deseo ante su imponente presencia. -Debes disculparte -me ordena y yo levanto la cabeza, pero de inmediato se inclina y sujeta mi cabello en una sola mano y me pone de pie.

Violento; me gusta.

Me mira de arriba abajo con deseo y luego me toma del cuello ejerciendo presión.

Siento que me asfixio, mi piel se pone roja y pese a que estoy al borde de la inconsciencia por la fuerza con la que me ahorca logra excitarme como jamás podría imaginar que pasaría.

Una vez que me suelta, me ordena arrodillarme y ni bien lo hago extiende su mano y dice-: bésala. -Lo hago, deposito un casto beso en el dorso de la mano, pero él hunde sus dedos en mis mejillas y hace que abra mi boca, para luego corregirme-. Las perras así no besan.

Se a lo que se refiere y me derrito por su trato.

Tan pronto me suelta, saco la lengua y él extiende sus brazos, yo me siento sobre mis talones y paso mi lengua por el dorso de la mano.

-Buena chica -me alaga y acaricia mi cabello, luego toma la correa de me hace caminar a su lado alrededor de la habitación.

Me siento caliente y estúpida, pero a la vez deseo saber qué me hará.

Cuando llegamos a la cama, una circular con sabanas de seda en color azul marino, tira de la correa y comprendo que quiere que me suba.

Gateo hacia arriba hasta quedar sobre el colchón.

-Ofréceme tus partes -me ordena y empino mis glúteos para deleitarlo con mis fluidos, los mismo qué él me ha provocado.

Sonrío y me aferro a las sábanas y espero algún toque suave, una caricia e incluso su áspera lengua recoger mis jugos. Sin embargo, no lo hace, y no logro ser consciente del casi impersiptible contacto con mi zona sensible, que me introduce de una sola estocada algo frío.

-¡Dios! -grito y mis piernas me fallan, pero de un ágil movimiento hace que quede bocabajo y esa cosa dura dentro de mí.

-Que lubricada estás -me dice con voz ronca mientras hace presión con esa cosa dura contra mi cuerpo.

-¿Qué me metiste? -preguntó como puedo, mientras siento entrar y salir eso de mí.

Tirito ante la sensación fría de ese objeto abriéndose paso dentro de mi vagina.

Con mis paredes intento apretarlo, pero me confundo en las sensaciones. A veces frío, a veces calor.

-Un consolador hueco de metal -habla y yo giro mi cabeza para mirarlo, él continúa hablando-: Eso helado que sientes dentro de tu vagina, es porque dentro del objeto hay agua congelada.

El calor de mis fluidos más el frío del objeto provocan un sentir de otro planeta.

Lo deja dentro mío y luego toma mis cabellos y hace que me incorpore. Quedo de rodillas sobre la cama, mientras esa cosa hace que me retuerza de placer.

Frunzo el ceño al ver cómo me envuelve con el papel film.

Primero me ordenó dejar mis manos a cada lado de mi cuerpo, luego me envolvió desde el cuello hasta los muslos.

-Ponte de pie -me ordena y yo me miró pensando cómo hacerlo.

Por unos segundos pienso en la forma de no terminar de boca al suelo y arruinar el momento, mientras él me mira... ¿impaciente?

Es incómodo tratar de tener equilibrio postural cuando el film me tiene inmovilizada desde el cuello hasta unos 15 centímetros por encima de mis rodillas. Aun así, respiro hondo y decido actuar.

Mientras pongo todo el peso de mi cuerpo en mi pierna derecha intento con la otra ponerme de pie, pero eso es en vano.

Pienso de nuevo, evalúo todas las posibilidades y elijo arrastrarme como una serpiente.

Me las ingenio para quedar bocarriba y me giro hasta que mis piernas queden hacia afuera; él solo me observa con sus piernas abiertas, sus manos cargando el royo de film y expresión que no dice nada.

-Listo -digo agitada; no fue fácil y me habré tardado unos 10 o 20 minutos.

-Ya esperé demasiado -dijo en un tono molesto y se acerca a mí.

Veo que lleva su mano hacia atrás para buscar algo, luego lo eleva hacia mi altura y deja caer un rectángulo de seda negro. Sonrío nerviosa. No hay nada que me genere tanta ansiedad que no poder ver.

Sin decir nada me cubre los ojos y pierdo el sentido de la vista, dejándome completamente vulnerable.

-Voy a cogerte -dice de golpe y todo mi cuerpo dentro del plástico se estremece. Mi respiración se vuelve más agitada y la sensación de su cercanía y el no poder moverme me desespera. -aunque primero voy a divertirme con vos. Suplicarás por que permita que te liberes, sin embargo, me quedaré con tus ganas, tus gritos, con tus deseos, porque no lo harás.

Empezó a envolver el resto de mi cuerpo con ese film, cuando terminó en mis pies, no podía moverme, pero lejos de asustarme, el calor de mi piel, el fuego entre mis piernas, derretían el hielo dentro del consolador, dándome una sensación placentera indescriptible.

De repente comienzo a sentir como el film cubre mi cabeza, y me asusto.

-¿Qué haces? -pregunto y enseguida pasa su pulgar sobre mis labios, luego se pega a mi oreja y me susurra.

-Sh... disfruta -pasa su lengua por toda mi oreja y yo me estremezco.

Me cubre por completo a excepción de mis fosas nasales. «Para que no te asfixies» me dice y por primera vez lo escucho carcajear.

No puedo ver, no me puedo mover y pese a lo extraño de la situación, me gusta.

Siento el golpe en mis hombros y caigo hacia atrás sobre el colchón.

De manera brusca acomoda mis piernas y luego siento el peso de su cuerpo sobre el mío. Acomoda sus piernas a cada lado de mis caderas y me sorprendo al sentir cómo se arrastra hacia delante, deteniéndose en mi rostro.

-Abre la boca -me pide y frunzo el ceño ¿Enserio quiere que haga eso? ¿cómo pretende que lo haga?

Mientras me pierdo en mis pensamientos, él mete un dedo entre mis labios, por encima del film, e inmediatamente los separo al mismo tiempo que el plástico se rompe. Inhalo aire desesperada entre tanto usa dos dedos para abrir más el agujero.

-Ahora te la vas a tragar toda -advierte y antes de que pueda procesar sus palabras, su miembro entra completo en mi boca.

Me ahogo y empiezo a toser; él lo saca de inmediato.

Repite la acción un par de veces, mientras me hago agua dentro de este plástico.

Cuando se cansa de cogerme la boca y creo que va a liberarme, hace algo que debí haberme esperado: me cubre la boca con cinta.

Se desliza sobre mi hasta quedar a la altura de mis muslos.

-Veamos qué mojada estás para mí.

Escucharlo me hace temblar y no espero el momento en el que me quite la cosa que dejó en mi vagina y me entierre su miembro.

Estoy desesperada, necesito tenerlo dentro mío.

Como hizo en mi boca, rompió el plástico que cubre mi vagina y luego se quitó de encima.

Por varios minutos me mantuvo sobre la cama y sin tocarme. Me estaba muriendo por dentro, deseaba ser penetrada y esto es una tortura.

Cuando al fin siento que el colchón se hunde a mi lado, sé que se trata de él.

-Veamos hasta donde sos capaz de aguantar.

Escucho un sonido extraño, como cuando la tensión eléctrica está muy alta y te expones a que te de una descarga eléctrica fuerte.

Estoy asustada y lo peor es que no puedo decir nada. De momento a otro retira la cinta de mi boca y me hace una pregunta la cual no sé como responder.

-¿Y bien? ¿Tenes problemas cardíacos? Responde a mí pregunta, no me gusta esperar.

-E... no.

No dijo más.

No vuelve a ponerme la cinta y no se si preocuparme por ello.

-Si no sos capaz de tolerar lo que voy a hacerte, solo grita «ALTO» entonces sabré que debo detenerme. ¿Entendiste?

-Si. -hunde su dedo sobre mi clítoris y el dolor roza la excitación. Entiendo por qué lo hace y me retracto -Señor. Si, señor.

Rompe el plástico a la altura de mis pezones y retira la cadera con cierta dificultad, mientras lo hace no puedo evitar carcajearme y él se molesta haciéndomelo notar al pellizcar con mucha fuerza mi pezón izquierdo.

-No me hagas enojar -amenaza; yo no digo nada.

Sale de encima de mí y se ubica a un lado. No puedo ver lo que hace, pero siento como algo pegajoso se adhiere a mis pezones y luego, rompe un poco más el plástico de entre mis piernas para poder sacarme el consolador.

Lloriqueo porque se sentía tan bien, pero de inmediato coloca una pegatina sobre mi clítoris.

-¿Te gusta la electricidad? -me pregunta y antes de poder decir algo, el sonido que llamó mi atención se hace eco en la habitación y siento como pequeñas descargas eléctricas sensibilizan mis pezones y clítoris.

Mientras me sacudo de placer, pero lo detiene cada que se da cuenta que voy a llegar al clímax, toma mi cuello y ejerce mucha presión.

Me vuelvo loca.

Me fascina todo lo que me hace y necesito más.

Vuelvo a encenderlo.

Tiemblo, lo pone a máxima velocidad.

Él se posa en mi oreja y mientras gimo a gritos me motiva.

-Eso es, grita para mí. Grita que sos mí puta, que me perteneces. Yo soy tu dueño, tu amo. Soy quien hará con vos lo que desee, con quien desee ¿lo comprendes?

-SI... SI... -afirmo con seguridad entre tantos gritos y sensaciones que me llevan al cielo y me arrojan al infierno.

-Me pones duro... Señorita Cohen..., Señorita Cohen..., Señorita Cohen ¡SEÑORTIRA COHEN!

Abro mis ojos y me encuentro con el rostro rojo... ¿de furia? De Santino quien tiene sus manos en forma de puños sobre mi escritorio.

Me quedó unos segundos en mi posición para saber en qué circunstancia quede expuesta ante él.

Mis piernas están abiertas, mi respiración agitada, los tres botones de mi camisa desabrochados, dejando a la vista la unión de mis pechos y parte del encaje del corpiño.

Bajo la mirada hacia mis piernas. «¡Mierda!» me maldigo una y mil veces por la postura en la que me encuentro. Mis manos en la cara interna de mis muslos por debajo de la falda y una de ellas haciendo contacto con mi humedad.

-Discúlpeme -es lo único que puedo decir, luego acomodo mi falda y sin mirarlo siquiera, recojo la carpeta con el caso, arranco el pendrive de la computadora y sin poder mirarlo paso de él. Para mi suerte no me ha dicho nada, pero me doy cuenta que estoy demasiado lubricada y rezo por que no haya dejado mojado la silla porque entonces sí, me mato.

Tan pronto salí del edificio y el aire frío golpeó mi rostro, no pude evita caminar a toda prisa hacia el bar de la esquina y pedir una botella de agua fría. Ni bien me la entregaron, la vacíe de un solo sorbo dejando a la empleada con la boca abierta.

-¿Se encuentra bien, señorita? -me pregunta preocupada.

-Si -respondo agotada y pienso «No importa que me tome todas las botellas de agua de la heladera para enfriar la calentura que tengo en el cuerpo por culpa de ese hombre, si soy lava derretida haciendo ebullición entre las piernas»

            
            

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