Mi Dulce Protector Es Un Mafioso
img img Mi Dulce Protector Es Un Mafioso img Capítulo 2 El hombre de negro
2
Capítulo 6 Tú no puedes ser el nuevo CEO img
Capítulo 7 Compañeros de puesto img
Capítulo 8 Nicholas Leone img
Capítulo 9 Dime lo que sabes img
Capítulo 10 S img
Capítulo 11 Ella quiere mudarse img
Capítulo 12 ¿Qué esperabas img
Capítulo 13 La dura realidad img
Capítulo 14 Darle tiempo img
Capítulo 15 El lugar que me correspondía img
Capítulo 16 Escándalo img
Capítulo 17 Dolor y rabia img
Capítulo 18 Como si estuviera loca img
Capítulo 19 Desequilibrio img
Capítulo 20 ¿Dónde está ella img
Capítulo 21 La búsqueda img
Capítulo 22 Escapar img
Capítulo 23 Lejos img
Capítulo 24 Sin mirar atrás img
Capítulo 25 Buscando pistas img
Capítulo 26 Iré a buscarla img
Capítulo 27 Sola img
Capítulo 28 No puedes estar aquí img
Capítulo 29 Acéptalo img
Capítulo 30 ¿De quién img
Capítulo 31 El primer día img
Capítulo 32 No te metas en mi vida img
Capítulo 33 Te ves hermosa img
Capítulo 34 La cena img
Capítulo 35 Acercamiento img
Capítulo 36 Irás con él img
Capítulo 37 Una cita img
Capítulo 38 Te aprecio img
Capítulo 39 Tu nombre img
Capítulo 40 La playa img
Capítulo 41 Estás muy cerca img
Capítulo 42 El beso de la perdición img
Capítulo 43 Mágico img
Capítulo 44 ¿Qué me estás haciendo img
Capítulo 45 Lo que pasó img
Capítulo 46 Imprevisto img
Capítulo 47 ¿Qué le pasó img
Capítulo 48 Moriría img
Capítulo 49 Tomar distancia img
Capítulo 50 Verlo img
Capítulo 51 Dos personas diferentes img
Capítulo 52 Yo la amaba img
Capítulo 53 Emociones ocultas img
Capítulo 54 Sobre el accidente img
Capítulo 55 Lamento img
Capítulo 56 La chica de mis ojos img
Capítulo 57 Son ellos img
Capítulo 58 Está afuera img
Capítulo 59 Vas a ir img
Capítulo 60 Una cena tensa img
Capítulo 61 El encuentro img
Capítulo 62 La llamada img
Capítulo 63 Distinto img
img
  /  1
img

Capítulo 2 El hombre de negro

Isa

Estaba más que devastada por la noticia. Desde hace tres días que no podía creer el giro rotundo que mi vida había dado. Una noche, simplemente me despedí de mis padres y les dije que los vería la próxima semana, cuando regresaran de su viaje a Italia, y al día siguiente me enteré de que su avión se había caído y no hubo ningún sobreviviente. Lo peor de todo, es que el cuerpo de mis padres no había aparecido, pues el avión se derrumbó en el agua. Estaba más que devastada porque había perdido a la única familia que me quedaba y porque ni siquiera tenía las fuerzas como para tener esperanza de que ellos regresaran alguna vez. Las personas que trabajan para mi familia me decían que debía ser fuerte y esperar nuevas noticias, decían que, tal vez, ellos estaban vivos, pero sé que solo lo decían para que yo me sintiera un poco mejor, pero no podía aceptar esa realidad, pues era obvio que, tal y como dijeron los investigadores del caso, no había nadie que haya sobrevivido.

Me tocaba enfrentarme yo sola a la vida ahora. Sin nadie que me amara, sin nadie que estuviese ahí para apoyarme, sin los besos de mi madre o los abrazos de mi padre. Ahora era yo sola contra el mundo y no me podía sentir más vacía que ahora. Sentía que iba a morir.

Di algunas especificaciones para la planificación del funeral de mis padres, pero no hice más que eso, pues no tenía las fuerzas ni las energías como para poder hacer algo así. El asistente de mi padre, que ahora iba a ser mío, se encargó de todo ello.

Mi vestido negro encajaba perfectamente a mi cuerpo. Me gustaba el color negro, pero este día lo odiaba con todo mi ser. No faltaba mucho para que la ceremonia de despedida empezara, así que debía bajarme pronto del auto para caminar hasta el lugar de sepelio. Había visto a mucha gente elegante caminar por el cementerio, y según mi nuevo asistente, todas esas personas eran conocidos y amigos de mis padres. A la mayoría de ellos, nunca los había visto en mi vida. Solo podía reconocer a algunas pocas personas. No tenía ánimos de sociabilizar con nadie, mucho menos de recibir el pésame de las personas, pero lo hacía por mis padres.

-La ceremonia comenzará pronto, señorita White -comunicó mi asistente.

Me quedé un minuto mirando por la ventanilla del auto, viendo a más y más gente caminar en la dirección a la que yo también debía ir. El silencio era ensordecedor. El vacío en mi pecho no me dejaba respirar.

Me bajé del auto sin esperar a que mi asistente abriera la puerta por mí y empecé a caminar con mis incómodos zapatos hacia el lugar del entierro, donde las personas iban tomando asiento en las sillas blancas y adornadas con flores que mis empleados habían preparado. Todo se veía muy lujoso y bonito, y era curioso, porque estos adornos me acompañaban en el peor día de mi vida.

Las personas me observaron de inmediato cuando me acerqué a todos ellos y tomé un lugar en la primera fila de asientos. No le dije nada a nadie porque, simplemente, no me salían palabras y no sabía muy bien qué decir. No era por ser una persona poco amable, es que estaba atravesando el peor suceso de toda mi vida y no sabía cómo manejarlo. En cuestión de minutos, el lugar se llenó de gente. Cuando menos me di cuenta, el lugar estaba casi lleno, con muy pocos asientos vacíos.

No sé en qué momento fue que el padre encargado de dar la ceremonia de despedida empezó a hablar y decir cosas bellas de mis padres. Sí, mis padres eran creyentes y el padre Frank los había conocido muy bien desde hace muchos años. Estaba incómoda, triste, no quería estar ahí, pero si ponía un poco de mi esfuerzo, era por mis padres. Lo hacía por ellos.

Noté la presencia de alguien vestido de negro tomando asiento en una de las sillas de la primera fila del lado izquierdo. Mis ojos viajaron de inmediato hacia él para ver de quién se trataba, pero a ese hombre jamás lo había visto en mi vida.

Era un muchacho en sus veintitantos años, que llevaba un traje increíblemente fino e impecable que lo hacían lucir increíblemente bien. Prestó inmediata atención a las palabras del padre, mientras que yo dejaba mis ojos en él, pues no podía dejar de admirar su belleza. Se notaba que era uno de los tantos millonarios con los que mi padre seguramente había hecho algún trato, aunque era demasiado joven como para ser un empresario con el que mi padre quisiera tratar.

Los ojos del chico se posaron en mí y me puse nerviosa de inmediato, pero eso no hizo que dejara de mirarlo. Mi mirada permaneció en él, quien ahora llevaba los brazos cruzados y una mirada dura, seria. Creo que reconoció que yo era la hija de los fallecidos. Me regaló una sonrisa leve y volvió a mirar hacia adelante. Por alguna razón, esa sonrisa me atravesó.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022