Capítulo 8 Protejan a la mujer a toda costa

Coco cerró los ojos, cuestionándose si Carl había logrado salir del lugar a salvo. A pesar de eso, seguía curiosa a causa del extraño hombre. No era ni del SWAT ni del servicio secreto. Su traje especial revelaba que había venido bien preparado. Su chaqueta no solo era a prueba de balas, sino que también estaba hecha de un nanomaterial que cambiaba de color según el entorno.

Los latidos del corazón de Coco se aceleraron. Ella solo tuvo una breve interacción con el hombre. Sin embargo, los detalles de su atuendo parecían surgir de su subconsciente.

La esencia familiar del hombre hizo temblar su interior.

Él debía ser alguien cercano a ella.

Su tacto le había causado un hormigueo que recorrió todo su cuerpo. Sintió un terror indescriptible cuando él estuvo cerca de ella.

El hombre que había acompañado a Coco al baño seguía con su mirada fija a la pared. Minutos después, su cara enrojeció, al tiempo que se arrodillaba en el suelo, lanzó sus manos al aire

y comenzó a cantar una famosa canción a todo pulmón.

Coco apretó su boca y se contuvo. No podía permitir que sospecharan de ella. La droga funcionaba, todo parecía ir según lo planeado.

Los otros maleantes lo rodearon para averiguar qué estaba pasando. Coco aprovechó la distracción y gritó. "¡Todo el mundo, tírense al suelo!".

De inmediato, puso la mesa de lado, creando una barrera.

Los secuestradores tuvieron un mal presentimiento. El hombre que estaba arrodillado en el suelo tomó una pequeña granada de su bolsillo.

Todo estaba pasando demasiado rápido. Hubo una gran explosión antes de que nadie pudiera reaccionar. El hombre y otros tres maleantes que lo rodeaban murieron en el acto.

Por otro lado, los cuatro restantes escaparon con heridas leves, pues saltaron con agilidad.

Los rehenes se encontraban a una distancia segura de los captores, por lo que no hubo víctimas.

"¡Rápido! Empujen las mesas contra ellos", instruyó Coco. La gente agarró las mesas creando una barricada segura alrededor de la mujer.

"¡Atrapen a esa mujer!". El líder de los captores giró su cabeza hacia Coco, agarró su arma y disparó hacia su posición.

Los cristales de la ventana se hicieron pedazos, a la par que el equipo SWAT irrumpió.

Se metieron en una pelea caótica entre los maleantes y los rehenes, estos últimos estaban amontonados detrás de las mesas. Nadie tenía el valor de ver lo que estaba pasando.

No obstante, Coco fue testigo de todo desde un rincón. Ella no creía que los agentes fueran lo bastante eficientes para rescatarlos.

Aun así, para su absoluta sorpresa, estos detuvieron a los secuestradores y la policía comenzó a evacuar a los rehenes uno tras otro.

Coco fue la última. Apenas salió del lugar, unas manos fuertes la empujaron hacia atrás.

El hedor a sangre impregnó sus pulmones al sentir la fría pistola contra su sien. Nadie pareció percatarse del líder de los captores quien se había levantado del charco de sangre.

"Le disparamos, ¿no es así? ¿Cómo es que sigue vivo?".

El equipo especial de la policía rodeó al líder, apuntándole con sus armas.

"Pídeles a tus hombres que suelten las armas. ¡De lo contrario, le voy a volar la cabeza!".

El secuestrador golpeó la cabeza de Coco con su arma, produciéndole una mueca de dolor.

"¡No! ¡No le hagas daño! ¿Cuáles son tus condiciones? Podemos discutir eso". El agente que lideraba la situación se ajustó los auriculares y escuchó una instrucción: "Protejan a la mujer a toda costa".

El agente analizó al maleante, los ojos del hombre brillaban con locura. Era probable que el hombre supiera que escapar era imposible, por lo que no dudaría en asesinar a la mujer.

"¿Quieren hablar? Todos ustedes desgraciados mataron a mis hombres. ¿En serio creen que no sé lo que planean?". El secuestrador gruñó, avistando con tristeza los cadáveres en el suelo. A pesar de eso, su expresión cambió cuando posó sus ojos en Coco. Su rostro estaba rojo de cólera.