Capítulo 5 El Acuerdo

Aquel día mientras Francisco se deleitaba en la cocina pensaba en cómo podía mover las cartas a su favor, sabía que si aquellos hombres le estaban buscando era porque realmente necesitaban de su ayuda y porsupuesto él debía recibir algún beneficio.

-Señor Francisco lo felicito si el señor Marcous le ha llamado con su suegro para hablar de negocios eso significa que su vida va a cambiar -dijo Atanasia.

-No todo lo que brilla es oro señora Atanasia -respondió Francisco.

-¿A que se refiere señor Francisco? -preguntó Atanasia.

Sin embargo Francisco no era nada tonto así que se limitó a decir:

-Cosas de hombres vieja Atanasia, por cierto eres la mejor del mundo haciendo tamales.

Carmelo el chofer de los Arismendi llegó a la clínica que le envío la señora Lhan, fue a hablar con la secretaria para pedir la cita.

-¡Buen día señorita! , ¿Cómo se encuentra vengo de parte de la señora Alejandra Lhan, ella desea una consulta con el ginecólogo para la 1:00 pm ¿Puede usted agendarle una cita? , ¡Por favor!

-¡Si por su puesto! -respondió la secretaria.

-Mucha gracias que tenga buen día

-¡Gracias a usted señor! -respondió la secretaria.

Mientras tanto ya en el laboratorio la señora Lhan desesperaba con el pasar de los minutos increíblemente se comía las uñas y caminaba de un lugar a otro, hasta que llegó Carmelo su chofer.

-¡Señora Alejandra!

-¡Carmelo!

-¿Le pasa algo? llegué muy tarde ya que el tráfico está horrible -exclamó Carmelo al ver la cara de Alejandra.

-¡No Carmelo! Lo que pasa es que aún nada que me entregan los exámenes.

-Tranquila que de seguro ya van a estar listos -respondió el chofer.

Luego de casi una hora de esperar al fin salió a la sala de espera del laboratorio la enfermera con los resultados, entonces comenzó a nombrar a cada una de las personas allí reunidas para entregarle los resultados de los exámenes:

-María Pérez, Susana Camargo, Luisa Fonseca, Cristina Soler.

Y así fue nombrando a cada una de las personas en la sala de espera sin mensionar el nombre la señora Lhan al ver lo que estaba ocurriendo está intervino rápidamente.

-Disculpe enfermara pero estoy acá desde la mañana y ahora que me toca mi turno usted no me ha mencionado.

-Deme un momento -respondió la enfermera.

Está ingresó hasta el laboratorio y se percato que en la parte interna del laboratorio se hallaba un sobre en el suelo así que lo levantó rápidamente pensando que había encontrado los exámenes de la señora Lhan, al levantar este sobre se decepcionó al ver el nombre de Susana Camargo por lo que se percato que debido a su negligencia habían dos sobres con el mismo nombre, ya que recordó durante el llamado, haber leído el nombre de Susana Camargo y así pudo fijarse que pudo haber entregado erróneamente los exámenes equivocados.

-¡Hay Dios! , ¿Y ahora que hago? Me van a despedir por esto.

Sin embargo su angustia se incrementó aún más cuando la impaciente señora Lhan tocó por sorpresa a su puerta, pero la noche es más oscura ante del amanecer ya que la señora Lhan dijo algo muy útil:

-¡Licenciada disculpe pero tengo cita con el ginecólogo! Y debo llevar los exámenes.

Y en ese preciso momento la enfermera entendió que si abría el sobre y los exámenes concordaban con el laboratorio habitual de ginecología existía una alta probabilidad de que se tratara de los exámenes de la señora Lhan así que se dispuso a abrirlos y se percato de que se trataba de un laboratorio habitual para ginecología por lo que dijo:

-Ya los encontré señora deme un momento.

Y así cambio el nombre de Susana Camargo por Alejandra De Lhan, rogándole a Dios que la señora Susana Camargo se hubiese llevado sus exámenes y que todo el error se hubiera enmendado y así fue efectivamente la señora Camargo retiró los exámenes suyos, un alivio total para la enfermera que salió riendo de nervios y dijo a la señora Lhan:

-Disculpeme señora Lhan, por ser tan importante y urgente tenía los exámenes aparte.

-Muchas gracias licenciada -dijo la señora Lhan y salió rápidamente con su chofer a dónde el ginecólogo.

Luego de espera un rato Francisco fue llamado nuevamente por el señor Arismendi y el señor Lhan.

Por lo que el señor Lhan abrió la puerta de su despacho gritando:

-Atanasia, Atanasia, has pasar a el señor Francisco.

Francisco llegó rápidamente al despacho diciendo:

-¡A haber! Soy todo oídos caballeros.

-Hemos tomando en cuenta la gran conciencia por la preservación de esta tierra y amor por la creación así que vamos a modificar nuestro plan -exclamó Arismendi.

-Cuénteme Doctor Arismendi ¿De que se trata? -pregunto Francisco.

-Pues ya no tenemos que destruir los cultivos de los Castillo, sabemos que ellos nos van a querer vender en los mejores términos.

-¿Y como haremos eso Doctor Arismendi? -pregunto Francisco.

-Francisco te lo voy explicar en palabras siemples te vamos a convertir en un terrateniente en la región, incluso lo serás después que ellos nos vendan las tierras. -exclamó Don Arismendi.

En ese momento Francisco sonriendo dijo:

-¿Ustedes creen que ellos les van a vender a ustedes? ¡Eso no lo harían por nada de mundo!

-Ah nosotros no pero a ti si, ellos verán en ti una posible solución pero tú le vas a decir que para acceder a ayudarles necesitas tener participación hasta que poco a poco te quedes con todo - replicó el Doctor Arismendi.

Francisco era un buen hombre y una persona de principios sin embargo aquel día su cerebro se tiñó por la ambición de verse como un señor así que acepto.

-¡De ser así acepto! -respondió Francisco sin dudarlo más.

Marcous y su suegro sonreía de alegría que bueno era haber encontrado a un bueno para nada que hiciera el trabajo sucio por ellos.

Y a si se firmó el pacto que dió inicio a un Laberinto de Mentiras que acabará con todo a su paso, la ambición, la sed de poder, unida a la degradación humana y sus más grandes caprichos.

            
            

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