Siento nauseas. Intento golpearle con los brazos pero me los sujeta por encima de la cabeza y no tengo fuerza suficiente. Comienzo a gritar con la esperanza de que alguien me escuche y venga a salvarme. Mueve los dedos de forma nerviosa procurando sujetar mis muñecas con una sola mano. La otra la coloca sobre mi cuello y aprieta.
- Como grites te mato, puta -esas cinco palabras han cambiado mi vida.
En ese instante supe que mi lucha se había terminado, lo único que podía hacer era dejarle profanarme, humillarme, degradarme hasta que él, y solo él, decidiera que había terminado conmigo.
Despierto en la cama. Empapada en sudor, el corazón me va a mil. Siento el pulso como un caballo galopando por todo mi cuerpo. Quiero llorar, gritar, hundirme, pero no puedo.
Podría decir que solo ha sido un sueño pero no, he vuelto a vivir lo que ocurrió aquella noche.
Suena el móvil que me asusta y pego un bote. Debería relajarme un poco, tanto sobresalto no puede ser bueno para la salud.
Miro la pantalla en la que sale el nombre de Martín, mi jefe. Es muy raro. Jamás me llama y mucho menos por la mañana
- Dime Martín -saludo carraspeando para quitar la voz de dormida.
-Perdona que te llame tan temprano pero tenemos que hablar, ¿ Te puedes pasar por holys?
-Claro, en media hora estoy allí.
No se de que querrá hablar pero nada bueno puede salir de ahí. Me preparo lo más rápido posible con el corazón en un puño, es lo que me faltaba. No creo que me despida ¿ Puede que si?
Cuando llego ya he pensado mil tonterías a cada cual más estrambótica y estúpida.
-Buenas ¿ Qué ocurre?-pregunto con un nudo en la garganta y la preocupación en el rostro.
-Nada malo, cálmate -sonríe de forma paternal.
No se como he podido pensar mal. Conozco a Martín desde hace años, se que no haría nada que me perjudicara.
-Anoche, antes de cerrar, vino un tipo que quería alquilar el local para un cumpleaños.
-Si, lo se. Antes de irme me comento algo
-¡Estupendo! Quiere hacer algunos cambios en la decoración y hacer una noche temática de no se qué -mueve la mano mientras pone una mueca de que le parece una gilipollez -él paga todos los gastos.
-Bien ¿Para que me has llamado? - se que es una estupidez preguntar pero tengo la esperanza de que no me involucre en todo esto.
-Por que a partir de hoy tu te vas a encargar de toda la preparación. Desde hoy, hasta el día de la fiesta, no tienes que venir por la noche solo quedar con él por el día para que te diga lo que tienes que ir haciendo e ir programando cada cosa para que esté lista.
- ¿En serio?¿Tengo que encargarme yo?
-Lis -odio cuando me llama así por que solo lo hace cuando se enfada - esto es importante. Paga muy bien y nos hace falta, así que no la cagues - me señala con el dedo y levanta una ceja.
En otras palabras, como la cagues ya puedes ir y apuntarte al paro.
Asiento en señal de derrota. No va a cambiar de opinión y tampoco quiero iniciar una discusión por que no nos llevaría a ningún sitio, lo conozco.
-Has quedado con él a la una en " the Palmer" - Es un restaurante bastante caro al que, evidentemente, jamás he ido.
Se levanta de su silla, me da una palmadita en el hombro poniendo una falsa cara de pena como diciendo " Lo siento por ti".
No quiero malos entendidos así que voy a intentar ir de la forma más profesional posible. Recojo mi pelo en una cola alta, voy maquillada así que estupendo. Entro en una tienda y compro una agenda y un bolígrafo (creo que es importante si tengo que tomar nota de las cosas que me vaya diciendo Hugo).
Llego diez minutos antes de la una pero no me importa, le esperaré dentro.
Una chica muy simpática me recibe con una amplia sonrisa en su cara, claramente ensayada.
-¿ Tiene usted reserva ?
-He quedado aquí con un hombre... su nombre es Hugo -me avergüenzo un poco porque no puedo decirle su apellido.
- Está esperándola. Si es tan amable de seguirme.
Serpenteamos entre las mesas y mientras camino observo a las personas. Unos comen, otros, simplemente beben y charlan pero todos tienen en común que van arreglados hasta las cejas.
Llegamos a la mesa y ahí está él. Leyendo un periódico con una copa en la mano. No levanta la mirada así que imagino que está enfrascado en algo realmente interesante y que le hace gracia porque levanta levemente la comisura de los labios. Carraspeo mientras aparto una silla y me siento.
-Buenas-no se que decir ¿buenos días? ¿buenas tardes? ¿ayer fui una borde y me comporté como una loca pero aquí estoy? Siento el calor inundar mis mejillas.
-Muy buenas. Ya puede servirnos el primero, gracias -dice dirigiéndose a un camarero que se a acercado. Me quedo sin habla ¿piensa que voy a comer? es más, no he podido comer desde la otra noche quitando un yogur ayer y un café esta mañana. Soy incapaz de ingerir nada sin sentir nauseas después.
-Creo que dijo que la fiesta de su amigo era en dos semanas ¿ no? - saco la agenda del bolso y comienzo a contar días -quizá tenía pensado algún cambio importante en el local..
-Nada que no se pueda hacer pero los negocios después de comer - sonríe enseñando unos diente perfectamente alineados. No quiero comer con él, ni ser su amiga. Esta situación me resulta bastante violenta. Suspiro y cierro la boca por Martín y por mi trabajo.
Creo que nota que no estoy a gusto. Su sonrisa, esa que le iluminaba la cara, desaparece y se convierte en una fina linea recta. Llega el camarero con dos consomés y se marcha sin hacer ningún ruido, tal y como había aparecido.
-No quieres estar aquí-suelta, señalándome con la cuchara.
-Es solo que no entiendo lo de la comida -digo señalando los platos.
- No me gustan las mentiras, Lisa. No quieres estar aquí ¿ verdad?
-¿Peligrará mi trabajo si soy sincera? -es evidente que sabe que no quiero estar ahí con él y lo de las mentiras lo ha dicho tan serio que me he acobardado.No me atrevo a mentirle.
La carcajada con la que rompe el tenso silencio me sobresalta y la cuchara cae sobre el plato de sopa que salpica la mesa.
-No peligrará tu puesto de trabajo por nada que me digas o hagas - levanta la mano, la coloca sobre el pecho de la forma más solemne que había visto nunca -prometido.
-Entonces... - dudo por que se ve que es simpático y no quiero herirlo -no, no quiero estar aquí -bajo la cabeza directamente a la sopa, arrepentida.
Pensaba que me diría que me fuera o que le iría con el cuento a Martín pero sigue sonriendo.
-Interesante, muy interesante - murmura.
-¿Qué es tan interesante?- suelto de forma brusca. No se porque me molesta el tono que está usando.
-Mírame Lisa. no creo que sea feo ¿verdad? - me ruborizo al momento porque claramente no es feo aunque a mi sigue sin interesarme lo más mínimo -tan poco es que sea pobre - levanta la mano para que mire en el local en el que nos encontramos mientras ladea un poco la cabeza- ... y ahí estás tu, diciéndome que no quieres estar aquí. Nunca me había ocurrido, por eso es tan interesante. Pero no pasa nada, dos semanas conmigo y no querrás estar en ningún otro lugar - me guiña el ojo.
Ese simple gesto que es de lo más inocente o esa declaración que suena a un ligoteo barato de orgullo de hombre herido, me molesta. No me puede interesar ni él, ni nadie. No lo sabe, no lo entiende pero estoy rota, los trozos son tan pequeños que son imposibles de pegar.
Me levanto, me cuelgo el bolso y antes de salir y dejarle con la cara de tonto le suelto
-Eso no va a ocurrir, ni en dos semanas ni nunca.