Capítulo 6 Lujuria en el faro

Cansado por el tronar del día, luego de rezar me fui a dormir. Acostado en la cama comencé a pensar en ella y para no pecar contra el sexto mandamiento durante la noche, sostuve el rosario y me fui a caminar. Tomé el auto y salí manejando a Roma para tomar una cerveza, de repente en el me senté en un restaurant ceca de playa y allí llorando en su soledad estaba ella, mi ángel me le acerqué y con una mirada dulce y tierna comencé a hablarle cariñosamente sin ningun tipo de complejos.

Ella cenaba y yo la contemplaba cuando sus labios carnosos carmesí me invitaban a mojarlos bajo un amor de primavera, su escote blanco en su blusa que dejaba entrever lo rosado de sus senos me invitaba a cometer el pecado del paraíso aquel que narraba el génesis el pecado original, el encuentro de dos cuerpos que desafiaban el conocimiento y el placer.

- Hola cómo esta sr. Marilinda.

- Hola Padre, lamento lo de mi esposo ¿cómo está usted?

- Un poco adolorido y usted está tranquila.

- Sí estoy bastante tranquila mi esposo fue un poco brusco. Me logre salir de la casa. Pero estoy bien.

- Padre le gustaría tomar una cerveza conmigo en este instante.

- Claro Sr. Antolini. Está bien.

Durante una hora estuvimos tomando hasta que or la hora decidimos salir del restaurant, pues ya se hacía muy tarde. La invite a subir y al auto y ella con gusto accedió, mientras tomaba carretera ella acaricio mi muslo derecho y con una mirada coqueta me dijo:

Quiero que conozcas un lugar el faro donde siempre fui de niña. Es un sitio muy especial para mi siempre que camino hacia él lo disfruto y me lleva de nuevo a vivir en los mejores momentos de mi infancia.

Entonces salió corriendo del auto y como una niña desbocada saltaba sobre la orilla de la playa, caminado sobre el agua que se encontraba con la arena...alegre llego al faro y tras ella cuando subimos la empinada escalera ella comenzó a tomarse el cabello seductoramente yo bajo la pasión de mi instinto la tomé por la cintura delgada y suave y apretándola contra mi cuerpo la comencé a acariciar su delgado y rosado rostro sus ojos miel y sus labios color rojo intenso avivaban mi fuego interno y me invitaban a tomarle de la mano ya a sentir su perfume y la calidez de su cuerpo.

Poco a poco fue acercando mis labios a los suyos y ella se dejaba llevar como tal pieza de baile con su galán, mi cuerpo comenzó a estremecerse y sobre mi calurosa sotana ella subía sus manos y las metía debajo hasta conseguir el pantalón. Yo besaba poco a poco su cuello acariciando su espalda con ternura y cuando comencé a desnudar sus hombros con mis manos y con mis labios húmedos pasaban por su piel una y otra vez.

                         

COPYRIGHT(©) 2022