-Porque no hay nada que decir -recalco.
Pasan unos incómodos segundos hasta que mi jefe, carraspea y se da la vuelta para empujarme hacia atrás por los codos y cuando me pone lejos de la vista de mi supuesto ex, comunica:
-Esperaré a que te vistas y bajo -luce enfadado, no entiendo por qué -.Estoy en el coche, dos minutos tienes nikky.
Asiento y él se da la vuelta y sale con paso seguro de mi casa. Me pongo un albornoz por encima y salgo al salón cagando leches.
-¿Qué Que coño haces tío? -murmuro a la mole que aún está en mi salón.
-Poner a tu jefe nervioso. Llevas dos días con él y no te aborda, necesito que se fije en tí -explica.
-Ya lo hace, pero no soy una puta, no te confundas.
-Mejor no hablemos de lo que eres.
Siento los ojos arder por las ganas de llorar y gritarle que soy una maldita víctima de un hijo de puta pero respiro hondo y suelto...
-Vete claudio.
-Tienes permiso de viaje...en ningún aeropuerto te van a detener pero un agente nuestro vuela con ustedes, no sabrás quien es de momento -explica de carretilla -. Te cuida y te vigila. No queremos que te quedes en algún país y nunca vuelvas.
-No lo haré -ruedo los ojos –. Me persiguen las mafias.
-Te persigo yo -matiza y le puso fuera -. Ven de ese viaje con algo, aunque sea un beso. Pero algo que ponga a ese hombre en donde querermos.
-Okey.
Tiro la puerta y rápidamente camino por la casa buscando mis cosas, me pongo lo que tenía previsto sobre la cama y cuando abro la puerta para bajar, tengo a Samuel nuevamente frente a mí. Se ha saltado sus ordenes. Toma mi bolso y nos vamos a España.
Llegamos a Madrid en un clima de tensión sexual insoportable. Este hombre ha pasado de ignorarme a mostrarme abiertamente su deseo por mí.
La primera comida de negocios la tenemos con dos parejas de inversores los cuales uno de ellos me conocía y no dudó en aceptar las ofertas de mi jefe. Eso le puso contento y dicho empresario se despidió luego de las negociaciones y se fue con su esposa.
Sin embargo el segundo me mantuvo toda la tarde detrás suyo y terminó en que lo pensaría y almorzaría con nosotros al día siguiente, nos invitó a uno de sus clubes en la.noche y esos nuevos eventos nos obligaron a cambiar las fechas de regreso y quedarnos en el país un día más.
Saliendo de ahí Sheyla llamó a su marido, este le dió las buenas nuevas y el nuevo itinerario y tras felicitarme, me deseó una exquisita estancia en el hotel recomendando el spa, con énfasis.
-¿Te has puesto ese biquini para mí?
La voz de mi jefe me saca de mis pensamientos mientras tomo el sol de la tarde en la piscina. Decidí relajarme un poco y Don Intenso me chafó el proyecto.
-No tendría motivos, Samuel. Eres casado, yo tu empleada y estamos trabajando.
Creo que llamarle Samuel le da ideas y me alejo cuando se sienta a mi lado, me quito las gafas de sol, dejo que vea mi culo a través del tanga rojo y me lanzó en clavado a la piscina.
Cinco segundos después le tengo dentro, detrás de mí.
Este tío no se corta un pelo y no se yo si su mujer estaría feliz de verlo. Si no fuera por lo que es, me sentiría acosada. Pero soy yo quien le persigue y encima él me encanta.
-Ahora no -me toca la cintura bajo el agua y sé que se refiere a que no estamos trabajando ahora. Me pega a él.
¡Dios, que cuerpo tan duro tiene!
-No hagas eso -pongo las manos en sus hombros para intentar que me suelte pero no consigo nada.
-¿Por qué?
-Eres casado.
-Tenemos una relación abierta.
Eso explicaría muchas cosas y teniendo en cuenta lo receptiva que él me encuentra, es lícito que me aborde de forma tan sagaz.
-En la que no me apetece entrar.
-¿Estas segura? -coquetea y me habla al oído.
-Si.
-¿Por qué entonces tus pechos se excitan cuando me tienen cerca? -se pega todsvia más a mi y me tengo que aguantar de sus bíceps para cumplir el objetivo. No ahogarme.
-Eres guapo, seductor y dices cosas sensuales. Es una reacción corporal que no controlo. Es como si me dijeras que tienes una erecicion cada vez que me ves -le sigo el juego. Los dos lo sabemos
–La tengo ahora.
-Basta.
Le alejo y esta vez se deja apartar. En el fondo sé que es él quien lleva el control, no yo. Al menos la intención de Claudio está surtiendo efecto y estamos intentando seducirnos el uno al otro. Solo espero no salir escaldada de esto.
-Nos vemos en la cena - susurro acercándome a su oído.
-No he podido dejar de pensar en tu apartamento esta mañana y la forma en que enfrentaremos el hecho de que me gustas, te gusto y nos deseamos pero no podemos tenernos.
-Hasta la noche Samuel -decido ignorar todo lo otro...y las mariposas en el estúpido de mi estómago.
Llega la noche y bajamos a donde habíamos quedado, todo el tiempo soporto su mirada en mi y en mi corto vestido de Chanel( un regalo de la poli). Donde quiera que paso esta él, todos los sitios a los que miro me lo encuentro y cada vez que nos sostenemos la mirada respira con dificultad y se encarga de que lo note, me esta volviendo loca y termino mordiéndome los labios para no jadear frente a todos.
Voy varias veces a la barra y bebo vasos enormes de agua con hielo, es muy intenso y me cuesta soportar el calor que produce su forma de casarme hasta que siento que me toma de las caderas, tira de mí a la pista y suena una canción sensual que me obliga a bailar con él.
-Los demás se han ido a dormir -comenta mientras mete las manos bajo el borde de mi vestido. Sin subir demasiado. Está jugando. Tentándome.
-Lo que deberíamos hacer nosotros entonces.
-Estás preciosa y todos ellos te deseaban. No sabes como me gustaría que fueras mía para impedir que te vieran con tanta lujuria -no se corta un pelo.
Creo que todas las veces que le he llamado por su nombre como me pidió, los besos permitidos, cada jadeo involuntario y las sonrisas con mordida, le han dicho que puede tenerme, que yo también quiero.
–Señor -gimo cuando un dedo pasea por las curvas de mis senos.
-Llámame Samuel.
-Señor -repito -... por favor no me toques así -la voz se me vuelve un gemido y los ojos se me cierran al ritmo de su escandalosa respiración.
-Si lo que te preocupa es mi esposa...
-Lo que me preocupa soy yo y lo que me hacen sentir sus manos en mi piel desnuda -le aclaro y no miento.
Aunque esto forme parte de una estrategia, yo estoy embelesada entre sus brazos. Es demasiado intensa su forma de atraerme hacia su seducción. Es implacable y yo ya estoy caída.
-No me hables así que me vuelves más loco todavía. No puedo dejar de pensar en ti -pasa su mejilla por la mía. Los dos suspiramos a ojos cerrados.
-Inténtelo y no me cuente esas cosas -mis dedos tocan los pelos de su nuca y gruñe -. No debemos -intento convencernos a ambos.
No sé si lo que pasa entre ese hombre y yo sea parte de este juego, de la estrategia efectivamente implícita en todo el coqueteo o de la verdadera atracción que sentimos, pero el resultado es el mismo... me siento arder bajo sus manos.
-No puedo evitar desearte -toma mis nalgas, aprieta por encima de la tela y y su nariz se detiene frente a la mía.
-Por favor, no siga -miento en ese ruego.
-¡Deténme...!
Inmediatamente le beso. Con ardor, furia y ganas...; pero le beso.