Sin querer entender por qué, él controla mis emociones y ni siquiera lo sabe. Desde que me hizo suya en aquel hotel de España algo cambió en mí y ninguno de los dos tiene la suficiente consciencia como para entenderlo y menos, tan pronto en esta historia.
Una vez que doy mi aprobación para la fiesta, Samuel se yergue y su postura es de protesta yo decido largarme y que se encargue si mujer de contestarlo. No se me puede olvidar lo que he venido a hacer aquí y desde luego tengo que conseguir que las cosas sucedan lo más rápido posible porque este hombre me puede y necesito salir de su vida tan pronto como entré.
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Solo esas palabras le digo a Claudio en una rápida llamada y luego recibo un mensaje suyo diciéndome dónde puedo verlo.
Encadenada a noches de locura...así siento que estaré si sigo dejando que Samuel se meta en mi sistema.
Ignoro todo y me centro en mi trabajo. Sheyla luego de hablar lo que sea que tenga que solucionar con su marido pasa por mi oficina y me entrega un montón de documentos que hay que imprimir y preparar para la fiesta.
Es extraño pero me viene bien. Saco foto de todo y me percato de algunos espeluznantes detalles.
Luego reviso las normas de la actividad y me voy a comprar un vestido de gala, provocativo y rojo, los hombres irán en blanco y negro, una peculiar combinación. Y he recibido de parte de ella una especie de placa que pone VIP. Me ha explicado que las chicas de la noche de la fiesta, suelen ser una especie de atractivo para los hombres y su estancia en la fiesta. Según ella nada más.
-Esto pinta a trata de blancas -masculla Claudio mirando las fotos que le he hecho a los archivos que me dió Sheyla -. Todas las facturas están registradas con el mismo nombre...el de una sola mujer y todas salen con diversos clientes del club.
Bebo de mi copa de vino. Estoy nerviosa y hay algo que quiero preguntar. En el restaurante no hay casi nadie. Eso me tranquiliza.
-¿No has sabido nada de Alessio? -él me mira como si fuera un resorte.
-¡No! -responde enseguida -. Y no quiero que sientas miedo de él -se me hincha el pecho de la inspiración -. Te pusimos en un piso nuevo, prácticamente vas del club a tu casa y hasta ahora no has tenido más reuniones con Straits, así que no tiene como verte pero no, no hemos sabido de él. Es como si la tierra se lo hubiera tragado.
A un tipo como ese ni la tierra se lo traga pero asiento y me acabo la copa. Quedamos en que tengo que intentar llamar la atención del ruso hasta saber todo lo que pueda porque de eso depende desmantelar lo demás.
-Cuídate -me aconseja -. La persona que tenemos para velar por tí en el club, no podrá estar en la fiesta. Ni siquiera Salma irá.
-Te llamo cuando acabe.
Con todo listo para la fiesta de mañana me voy a mi casa. Me ducho, me meto en mi albornoz y me dejo el cabello húmedo suelto mientras pongo una lasaña al horno, tengo hambre y estoy nerviosa.
Con toda la locura que vivo hace días no hablo con mi amiga. El ritmo de ese lugar es demencial y ahora vamos en aumento.
Suena el timbre de mi casa y miro asombrada a la puerta...no espero a nadie. Camino y cuando pego el ojo en la mirilla le veo...¡Samuel Straits!
-¿Qué haces aquí? -abro directamente y me siento violenta.
-Lo sabes perfectamente -entra y cierra.
Me gustaría saberlo pero la verdad no tengo ni idea. Resoplo y voy hasta la cocina para ponerle hora a mi cena, le escucho seguirme.
-No quiero que vayas mañana a esa fiesta -suelta sin preámbulos. Directo.
-Pues no puedo ayudarte en eso -refuto.
-No estoy de ánimos para putas bromas, Nikky. Dile a mi mujer que estás mala. Lo que se te ocurra pero no vayas.
Está guapísimo. Dando vueltas por mi cocina metiendo los dedos en su pelo, resoplando furioso y con los ojos verdes encendidos y rabiosos.
-Eso no va a pasar Samuel, y por favor vete de mi casa.
Camino hasta la puerta y la abro casi al mismo tiempo que él la cierra con una palma abierta. Quedamos uno frente al otro, bebiéndonos con la mirada desesperados por besarnos.
-¿Quien te crees que te puso aquí? -cuestiona.
De repente siento que hay algo más en lo que dice. Asiente entendiendo que tal vez yo también entienda a lo que se refiere y añado:
-Siempre lo supiste.
-Obviamente los detalles no; pero nadie aparece de la nada y sé que en un negocio como este la policía es estúpida. No sé por qué me investigan pero no pienso n impedirlo. Solo no vayas a esa fiesta.
-¿Por qué me dejaste entrar a tu club entonces? -ignoro la reiterada insistencia con que no vaya a la fiesta.
-Me viene bien, no confío en Sheyla y pasan cosas que quiero saber y cuando te vi dispuesta a ser tú quien las investigara me pareció perfecto, genial -le escucho con atención hasta que tira de mi cuello y me acerca a él -; pero esa noche, en España, te hice mía y cuando al siguiente día salió el sol y estabas en mis brazos supe que eras tú, que estoy loco por ti y no puedo dejar que te tenga otro.
¡Se me ha declarado!
Este hombre tan poderoso, que luce frío y distante cuando quiere y en la cama es una fiera se me ha declarado estando jodidamente casado.
Mi vida es una locura y va a más.
-Tengo que hacerlo -intento alejarlo -. No sabes nada de mí ,ni quien soy ni quien me maneja.
Finalmente camino lejos de él y me abraza por detrás deteniéndome en el medio de mi salón.
-Deja que solucione mi matrimonio, todo entre nosotros es un arreglo -explica y cierro los ojos cuando me desata el albornoz -. Ella cree que le quiero, yo tengo que creer que ella me quiere a mi y eso es todo. Entre los dos nos odiamos y nos mentimos. Esa es la verdad. No sé lo que hace a mis espaldas pero ya no quiero que seas tú quien lo averigüe. No si van a tenerte otros.
-Y yo no tengo por que creerte.
-Pero lo haces -me toma los pechos y saborea con sus dedos mis pezones. Gimo y me dejo caer contra él. Le deseo.
-Joder tío, me vas a fastidiar la vida.
-Y tu a mí -ronronea en mi oído bajando una mano hasta mis piernas.
Me pierdo en lo que me hace sentir y cuando pasa los dedos por el largo de mi sexo los dos jadeamos. Me gira la barbilla, toma mi boca y nos besamos desesperados mientras me empieza a masturbar con una rapidez abusiva. Enloquecedora. Demencial.
-Tengo que hacerlo Samuel.
Me muerde los labios y detiene sus dedos.
-Si te vas con él nunca más te tocaré. Te arranco de mi vida para siempre y seré yo quien te use para el mismo fin que quien te mando aquí.
Su amenaza me cabrea y le empujo lejos. Está dando por hecho, no sé por qué, que voy a acostarme con el ruso y por otro lado me ofrece una alternativa repugnante que estropea todo el momento y me recuerda con pesar, la verdadera naturaleza de mi presencia en su vida.
-No puedo decidir por mi..., mi vida está en otras manos y la tuya debería alejarse de mi -se lame los dedos para provocarme -. Créeme, no te convengo.
-Me voy entonces.
-Adiós.
(...)
Al otro día despierto sin haberme dormido. He tenido una noche fatal y el maldito rubio de ojos verdes no me dejó alcanzar el maldito orgasmo, cosa que me puso peor.
Durante el día no tuve que trabajar para prepararme para la fiesta y así lo hice.
Spa, manicura, pedicura. Luego pelu y finalmente maquillaje y atuendos.
Voy en una limusina que alguien envió para mi, con un vestido rojo con escote palabra de honor, una abertura en mi muslo derecho que me llega a la cadera y con nada más que un tanga de hilillo debajo.
De pronto de abre la puerta y se monta alguien. Evidentemente no era un auto solo para mí.
-Buenas noches, hechicera.
Luego de mi sobresalto reconozco el acento ruso en esas palabras y sé que estoy siendo cazada por este hombre que de alguna forma se ha encaprichado en mi persona.
-Asumo que es usted, Ian Moskav -sonríe y es impresionante -. Buenas noches.
Le ofrezco mi mano y la lleva a sus labios, planta un beso en ella y tira de mí para que me susurre al oído:
-Me hechizaste en esas fotos pero tenerte delante y poder tocarte es mucho más enloquecedor. Eres un verdadero placer, Nikky.
¡Mi madre!
Es increíblemente guapo y aterrador.
Su voz es fría, dura y desgarradora. Los ojos son como un cristal, casi transparentes y lleva el pelo muy corto, muy rubio también. Su belleza es tan extrema como el aura peligrosa que le acompaña.
Durante el camino me percato que la limusina me había llevado hasta su hotel a recogerlo y yo nunca lo entendí así. Se limita a mirarme y tanto hacerlo me pone nerviosa. Sonrío a cada halago y me cuenta que está soltero, que es candidato al ministerio de relaciones exteriores de su país y por ahí vamos conociéndonos.
No puedo negar que es sexy, seductor y aterrador. Todo a la vez. No sé ni cómo describir lo que me hace sentir.
-Quiero saber todo de tí -explica mientras me brinda la mano para salir del coche.
La fiesta es en una mansión impresionante en las afueras de la ciudad. No era como esperaba. Todo es lujoso y excéntrico, lleno de personas con proyección de poder y más de uno nos mira con interés cuando llegamos.
En la puerta, al final de una alfombra negra, nos espera Samuel Straits y su hermosa esposa.
-Bienvenidos.
Sheyla nos recibe alegre. Samuel en cambio ni me mira, como de costumbre. Le da un saludo con la cabeza al ruso y su mujer salva la situación diciendo...
-¿Qué te ha parecido Nikky, Ian?
-Exquisita -esa única palabra hace que Ian me bese el cuello de forma atrevida y que Samuel entonces sí me mire.
Supongo que asume que hemos hecho algo. Maldición.
Durante la noche que ahí comienza, todo es baile, seducción y champán para mí.
Conozco montones de gente que intento memorizar para poder pasar la información luego y soporto las insinuaciones de Ian que no parece querer frenar conmigo. Aunque si soy sincera, sus atenciones no me desagradan por mucho que él me de miedo.
Samuel me mira de vez en cuando detrás de su máscara fría y su traje totalmente blanco, mientras su mujer tampoco aparta los ojos de mí y su amiguito ruso.
Las mujeres parecen disfrutar de la fiesta y a simple vista, aquello es un evento de lujo y gente muy exclusiva nada más. No hay más que eso. Necesito ahondar en más de lo que aquí pueda haber porque de momento no tengo nada para Claudio y eso no me ayuda a salir de esto de una maldita vez.
-Quiero proponerte algo pero no sé hasta dónde quieras saber qué más existe detrás de esta fiesta -el ruso me arrincona en una esquina.
-Me pones nerviosa -intento ser seductora -. No sé si entiendo lo que quieres de mí.
-Te deseo a tí, desnuda y entera para mí pero la pregunta es: ¿qué quieres tú?
¡Dios! No sé que hacer. Yo solo quiero salir corriendo pero está claro que Samuel sabe poco o dice poco de lo que sabe pero este hombre es el eje de la fiesta. Todos quieren algo de él y todas le miran deseosos. No entiendo qué puede significar estar a su lado.
-No lo sé -en eso soy sincera -. Me gustas, no lo voy a negar tampoco creo que hayan mujeres heterosexuales a las que no le gustes pero...
-Ven.
Le guiña un ojo a Sheyla y de repente tengo algo de información para Claudio.
Me lleva por un pasillo y entra en una biblioteca, o eso parece, toca una cabeza de león y se abre un pasadizo poco iluminado. Toma un candelabro y bajamos unos pocos escalones hasta atravesar un pasillo y entrar en una habitación más, de las muchas que veo por todos lados. Aquí sí es donde pasan las cosas.
-Sabía que estabas lista -me habla Sheyla al oído -. Voy a desnudarte para que Ian te vea y si te elige, es que eres la indicada para el siguiente nivel.
-No sé sí...
-Deja que te vea. Nada más -el ruso interviene y asiento -. Solo mira mis ojos.
Las manos de Sheyla me rozan los hombros, su nariz se pega a mi oído y me baja el vestido hasta la cintura, jadeo por el fresco en mi cuerpo y suspiro.
Mis ojos no se apartan del ruso y entonces ella dice:
-Has tenido la suerte de que te desee a tí para algo tan grande que no puedes ni imaginarlo -toma mis pezones entre sus dedos y amasa mis pechos haciendo que me contraiga nerviosa -. Quiere ver esto, y yo me muero porque te comparta conmigo algún día. Si te vas con él sabrás cosas que me podrán a tu servicio. Piénsalo -aprieta y me obliga a gemir. Me sale natural y no quiero pero se escapa de mí -. Te gusta y eso también le gusta a él. Eres una tentación para todos, Nikky. No entendemos por qué.
Nunca había sentido lo que siento ahora y no sé si me gusta o no pero dejo que pase. De repente soy como otra persona y siento que estoy actuando como si fuera esto una película porno de la mafia.
-Desnuda -el ruso ordena.
-Relájate -sisea en mi oído la mujer detrás de mí.
Me quedo solo con el tanga de repente y siento sus dedos acariciar mis caderas, me besa el cuello, y el ruso sigue observando, nada más. Sheyla baja las yemas de sus indices por dentro de la tira de mi tanga y...
-Sé mi mujer un mes entero -me dice Ian -. Suéltala ya.
Automáticamente la morena se aleja y me sorprende ese nivel de respeto. Yo sin embargo no me atrevo a moverme y siento las dos miradas lascivas sobre mí. No sé qué sucedería si me niego pero de pronto me veo asintiendo cuando la puerta se estrella contra la pared y todo se sale de control.
-Sal de aquí, Nikky -ordena Samuel y me siento avergonzada de pronto.
El ruso cruza una pierna y establece...
-Samuel Straits, quiero a esa mujer para mi, la quiero un mes entero, y me la llevaré ahora.
-Estas loco si piensas que voy a aceptar algo así en mi club.
Me pone una bata encima y tira de mí hasta sacarme al pasillo desoyendo las quejas de su mujer.
-Demasiado tarde para sentimentalismos amigo mio...-insiste Ian viniedno detrás -,tu mujer te ha roto los esquemas hace mucho.
Cuando Samuel con intención de responder me acerca más a él como si quisiera protegerme hasta de las miradas, algo terrible e inesperado sucede.
-¿Qué demonios haces con mi mujer desnuda entre tus brazos, Straits?
Y si todo estaba perdido desde que ese ruso exigió que pasara limites infranqueables para mí, desde que Samuel me hizo suya y se coló en mi sistema, desde que la policía me comercia como a una zorra para cazar a cada vez un mayor número de delincuentes y Sheyla Straits me desea y me ha tocado sexualmente, ahora si que vamos a volar por los aires porque delante de mí, mientras soy reclamada por dos machos alpha se presenta el tercero y dueño de todas mis desgracias: mi ex, Alessio. El mafioso más poderoso que alguna vez he conocido (aunque un poco tarde), el mismo que me metió en la cárcel y el que solo de alzar el mentón te hace agachar la mirada.
-¡Ven aquí, ahora!
Su orden es clara, mis pies obedecen acostumbrados y me tiembla el cuerpo entre los fuertes brazos de Samuel que intenta retenerme cuando ya nadie puede ayudarme. Ahora sí he caído en un pozo de desesperación y oscuridad.
-No vayas -susurra en mi oído sin imaginar que no puedo hacer otra cosa, cuando ve que estoy separándome de él.
-Lo siento -murmuro no sé bien para quien.
Mis mayores temores se hacen realidad y mientras me muevo titubeante, asustada y sin poder ser salvada por nadie porque ninguno puede contra Alessio Diomi, algo mas acontece.
-Esa mujer es mía durante un mes -dispone el ruso y todos le miran pero Alessio solo me observa a mi -. El mismo mes que tendrás tú para solucionar lo que me has provocado y luego, veremos que pasa con ella.
De repente he pasado de estar bajo las ordenes de la policía, a ser el centro de negocios de tres hombres y una mujer cuyo mayor interés entre los cuatro, es mi cuerpo y el placer que obtienen todos al someterme a ellos...
¿Qué pasará ahora?
¿Será que yo podré con tanto?
-¡Quédate conmigo!¡Puedo protegerte!
Ojalá pudiera. Ojalá yo estuviera segura de que él puede pero es que no lo creo. No creo que nadie pueda.
Yo ya estoy perdida...y tengo que elegir un diablo con el que despellejarme la piel a tiras entre las llamas de su averno.