Sus palabras me dolieron mucho por estar cargadas de sinceridad, por eso Azu estaba en mi vida. porque era la única capaz de incitarme a cometer locuras, pero al mismo tiempo tenía la franqueza suficiente de decirme de frente las grandes verdades.
- ¿Supongo que no quieres escuchar la historia del tercero?
- Supones bien, guárdala para ti. Ahora lo más importante es que me digas ¿Qué vas hacer? - Me miró con seriedad - ¿Voy comprando mamelucos? O ¿Hago la cita en el médico?
Me sentí agradecida que no quisiera oír nada del último de los sospechosos, no es una historia que me enorgullezca por el contrario me llena de vergüenza. Puedo decir que es de lo único que me arrepiento en ese viaje, fue mi encuentro con ese mal hombre lo que me hizo ver lo lejos que había llegado. Sin embargo, como están las cosas no puedo fingir que jamás pasó.
- Voy a tener este bebe Azu, no importa estar sola... quizás sea la única familia que pueda concebir, así que si quieres ser parte de esto, ¡Serás una grandiosa tía!
- ¡Estúpida! Me ofendes con tu cizaña, ¡Claro que seré parte de esto! ¿Quién crees que va a salvar a ese bebe del aburrimiento de tenerte como madre?, ni pienses que lo vas a separar de mí.
- ¡Dios! Pobre de esta criatura, no sabe el par de locas con las que se va a conseguir al nacer - Exclamé emocionada, conmovida hasta las lágrimas.
Mi decisión fue definitiva, continuaría con mi embarazo hasta las máximas consecuencias sin necesidad de un padre presente. No sería ni la primera ni la última madre soltera, además, si todas esas mujeres pudieron ¿Por qué no habría de hacerlo yo?
Contar con el apoyo incondicional de Azucena era mi mayor impulso, fuera de la ilusión que me producía convertirme en madre.
- ¡Ok! Seguimos adelante entonces, ¿Estas completamente segura?... si es muy poético eso de ser mamá soltera contra el mundo y toda la cosa, pero, Candy; un embarazo es costoso, las medicinas, el médico, los exámenes. Todo eso es dinero ¿De dónde lo vas a sacar? No tienes trabajo, sabes tan bien como yo, que los ahorros apenas te alcanzaran para cubrir parte de los gastos ¿Y después?
Me tomó de las manos y se sentó a mi lado mirándome compasiva.
- ¿Segura que pensaste en todo esto? Nadie podría juzgarte si decides lo contrario - Respiré hondo luego de oírla.
- ¿En verdad crees que tengo algún tipo de decisión sobre la vida de este ser que crece dentro de mí? - Cambió su semblante.
- No me lo tomes a mal Candy, en verdad no lo dije con mala intención - balbuceó avergonzada.
- Sé que no lo hiciste con mala intención y te agradezco profundamente que te preocupes por mi loquita, porque tienes razón, pero...
Desvié la mirada, pensando con ternura en la ilusión de estar embarazada, pues, por más frialdad que quisiera aparentar nunca atentaría contra mi pequeño hijo, no podría.
- Desde el primer instante que confirmé su presencia en mi vientre se ganó el derecho a vivir, ¿Quién soy yo para quitárselo? Un ser inocente no puede pagar los platos rotos de mis irresponsabilidades ¡No es justo! Voy a tener este bebé.
No había estado tan segura de algo en muchísimo tiempo, aunque tampoco podía engañarme, estaba muerta de miedo, los argumentos que escuché eran todas válidos y actuaban como firmes golpes a tierra. Era un hecho innegable que iba a necesitar una fuente estable de ingresos para correr con todos los gastos del embarazo. Tenía que pensar urgentemente en cómo resolver ese pequeño detalle.
- ¡Bien! Así será, seguiremos adelantes. Esta demás decirte que tienes mi apoyo incondicional, pero, ¿De verdad no quieres saber quién es el padre?
Sé que sus preguntas no contenían mala intención, mucho menos afán de molestarme, sin embargo, lo estaban haciendo, sin darme cuenta me había colocado a la defensiva, no quería seguir respondiendo cosas que había dejado muy claras momentos atrás.
- Ya te dije que no - me dolía la garganta de la rabia - ¿Qué voy a ganar con eso? Ellos ni siquiera me quieren en sus vidas, hicimos un arreglo de no volver a vernos y pienso cumplirlo.
- ¡Aja, ok! Eso está muy bien... pero antes dijiste que el bebé no podía pagar por tus errores, entonces, ¿Dónde queda su derecho de tener un padre? ¿De saber quién es? - Tragué grueso - Si lo piensas bien, es hipócrita de tu parte ¿No te parece?
- Azucena, de verdad no quiero hablar más del asunto, solo quiero descansar. Tengo que buscar trabajo, además de un obstetra para ir a control, lo menos que quiero estarme preocupando por esos sujetos. Te dije que voy a hacer esto sola y es lo que hare ¿Quedó claro?
- Como quieras, total aquí la loca despreocupada e inmadura, soy yo - Retiró los rulos dorados que le cayeron en la cara y lanzó un suspiro viendo a su alrededor - ¿De verdad te acostumbraste a vivir en este tiradero? Mejor me pongo a recoger un poco, no vaya ser que te enfermes. Vete a descansar, date un baño, duerme y luego veremos qué hacer.
Muy dentro de mi corazón deseaba que mi encuentro con ellos, no hubiese existido, que todo se tratase de un sueño y que despertara en la oficina sobre mi escritorio por el llamado impaciente de mi secretaria. En verdad lo quería, pero la realidad es algo que no se puede cambiar simplemente por que pidamos un deseo.
Mi conversación con azucena fue un cable a tierra, la mejor manera para afrontar ese presente que no terminaba de digerir. Era como si en mi interior se librara un lucha entre dos Cándidas, la que esta rebosante de emoción porque va a ser maná y la que piensa que su vida se ha terminado, que sus sueños se han truncado y que nunca más volverá a ser la misma.
No importaba cuan convencida estuviera de hacer lo correcto, esa última parte de mi quería salir corriendo, olvidar todo y desaparecer de la vida de todos ⋘- Claro -⋙ obviamente, no me iba a permitir hacer tal estupidez, después de todo había profesado que cumpliría con mi responsabilidad y saldría adelante, incluso si debía pelear contra mí misma.
La pregunta que estaba taladrando mi cabeza era ⋘- ¿Ahora qué sigue? - ⋙ La guerra entre mi cordura y mis temores no me permitían ver las respuestas, mejor dicho asimilarlas, sabía exactamente que debía hacer, minutos antes se lo había dicho a mi amiga. El problema estaba en como lo haría, después de todo; seguía sin empleo y mis ahorros estaban llegando a cero.
Mientras me bañaba, podía escuchar como Azucena reorganizaba mi departamentos, el ruido de la fricción de los muebles sobre el piso era bastante molesto, parecía meterse en mis pensamientos y sumarse a la tormenta que de por si ya era nivel cinco dentro de mi cabeza. Se suponía que el agua tibia ayudaría a relajarme, pero ni ella ni las sales de baño pudieron hacer mucho por esta revolucionada embarazada que apenas empezaba a caer en cuenta lo difícil de su situación.
Salí de la ducha y para mi sorpresa encontré bocadillos sobre la cama junto la pijama que iba a ponerme, también, había una nota escrita en bonita caligrafía en lápiz labial sobre una servilleta - ¡Aah! Se le da muy bien escribir en papel delicado ¿A cuántos bobos amantes se lo habrá hecho ya? - no pude evitar preguntarme.
⋘"Cariño, tuve que irme, espero que el dulce te sirva de consuelo; pero no vayas a comer mucho, no porque estés embarazada significa que tienes permiso para ponerte como una morsa. Regresare temprano para ver como sigues, por cierto acá te dejo el número y la dirección del obstetra de Teresa. Te adoro"⋙
Alucinando me quede viendo los números del conjunto telefónico, parecían brincar sobre el papel al ritmo que mi corazón latía. Las cosas se estaban volviendo real ir al obstetra era una prueba de ello y seguía sin estar preparada para procesar todas esas emociones. Estaba clara que era fundamental que asistiera al médico, pero aun no tenía el valor para hacerlo, pues ni en mis sueños más locos imagine que sería esas circunstancias.
El apellido del doctor era Robles, parecía de renombre, seguramente lo era porque si atendió el embarazo de la superficial de Teresa, debía ser muy bueno en su trabajo. El detalle es que eso significaba un inconveniente, lo más probable es que fuera muy costoso
- Azucena debe estar bromeando, sabe que no tengo dinero para ir a esa clínica - me senté en la orilla de la cama al terminar de vestirme.
Empezaba ahogarme con tantas inseguridades, sentía un nudo en la boca del estómago así como una corriente fría circular por las venas de mis brazos y piernas. Era una sensación extraña primera en su clase, hasta ese momento no había pasado por algo similar llegando al punto de hiperventilación, de no calmarme probablemente me desmayaría.
- Respira Candy, respira. Lo que tienes es miedo, estas saturada por las emociones y las hormonas deben estar haciendo de las suyas. Respira, no puedes darte el lujo de que te pase algo ahora - Pronuncié en el mismo tono que habría usado mi madre.
Lo más curioso de ese hecho es que fue un momento de primeras veces. Si, fue el primer ataque de pánico que experimente, pero también fue el primer instante en el que conecte con mi bebé, en el que sentí temor de que algo malo le sucediera, cuando realmente me di cuenta que debía ser fuerte para resguardar la integridad del capullito que crecía dentro de mí, entonces surgió esa fuerza que obtienes al ser mamá de la que tanto hablan en las novelas.
Haciendo respiraciones profundas, me coloque la mano sobre el vientre y le pedí perdón a mi pequeño por hacerle pasar un mal rato y, aunque estaba hablando sola en medio de la habitación, fue la plática más bonita que había tenido en mucho tiempo.
- Bueno baby, mamá tiene que poner manos a la obra. No se puede quedar así como si nada, la solución no va a caer del cielo ¿o sí? ¡Nah, no lo creo! Le haré caso a tu tía y llamaré a ese doctor, después de todo tú te mereces lo mejor, ya veré como le hago para que rinda el dinero.
La voz de Azucena preguntando por los "sujetos" golpeo mis pensamientos de repente, me parecía un chiste estar considerando buscarlos, a fin de cuentas ⋘- ¿Qué les diría?... eeh ¡Hola, soy Candy! ¿Me recuerdas? Soy la chica que se acostó contigo en Los Roques, ¡Uuuy perdona que te diga esto! Pero estoy embarazada y eres uno de los posibles padres -⋙ Suena ridículo diciéndolo en voz alta.
Sin embargo, ya la semilla estaba sembrada en mi cabeza, la idea de buscar al padre mi hijo era descabellada, el meollo del asunto es que en verdad no sabía quién de ellos podía ser, ¿Por dónde empezaría? Si ni siquiera sus nombres reales me sabia, desde la óptica que lo viera, ese tema era una pesadilla. Una cosa estaba clara, solo la mano de Dios podría ponerlos en mi camino de nuevo.