Yo también quería verlo, había pensado en él algunos días de esta semana, pero no pensé que Diego Alba vendría hasta aquí, no pensé que él estaría ahora en esta casa, en medio de la noche, cenando de manera tan modesta junto a mi hermano y yo.
Era Diego Alba.
El maldito señor Alba, ¿qué carajos hacía aquí?
¿Sólo para verme?
-¿Cuándo es la boda?-pregunta Elián. A veces me deja con la boca abierta su pura inocencia.
-Cuando ella quiera.-responde con una sonrisa que no llega a sus ojos.
-Camila, ¿cuándo es la boda?-ahora Elián decide preguntarme a mí.
-No hay fecha, Elián.-digo, solo para salir del paso.
-Mmm, papá estaba muy entusiasmado, decía que ya no estarías sola en la ciudad, porque no se fiaba de esa amiga tuya.-comenta a modo de crítica. A papá nunca le agradó Susana, solo porque decía que yo no era buena eligiendo amistades. Como si él supiera algo de ella, apenas sí la vio un par de veces y ya no le agradaba.
-Esa amiga tiene nombre, es Susana. Deja de hacer preguntas y cena.
-Elián, cocinas muy bien.
-Me gusta cocinar, pero sé que a Camila no. Si se mudan aquí cuando se casen, puedo darte un poco de comida, Diego. No vaya ella a dejarte morir de hambre.
-Te lo agradecería, a mí no se me da bien cocinar.
-Diego...-pateé su pie por debajo de la mesa para que ya se callara y dejara de hacerse amigo de mi hermano, porque el Elián parecía haber encajado muy bien con él, mejor que conmigo.-He terminado, muchas gracias, Elián.
Intenté retirarme, pero vi la expresión que puso Elián y luego llegó el desastre.
-¡No puedes retirarte si los demás aún no terminan, Camila! ¡Maleducada! ¡Maleducada! ¡Maleducada!
Enojada, no me quedó de otra más que sentarme otra vez.
¡¿Qué diablos pasaría si solo decidía alejarme de la mesa y no hacerle caso a sus gritos?!
¿Seguiría así toda la noche o en algún momento pararía?
-Lo siento.-me disculpé de mala gana mientras Diego sonreía.-Come rápido. Tengo sueño. Y tú te irás por donde mismo viniste.
-Hay niebla, mucha niebla.-dijo.-No me iré por una carretera toda estrecha y llena de niebla cuando no conozco el lugar, Camila. ¿Quieres que me pase algo?
-Eso sería muy agradable.-dije con los dientes apretados. Ahora fue él quien tocó mis pies debajo de la mesa, pero no del mismo modo que lo había hecho yo con él, sino que...fue un toque más agradable.
-Diego...-había retirado su pie del zapato y ahora recorrí mi pierna con delicadeza. Apreté mis manos sobre la mesa, mientras que mi única defensa contra eso fue apartar mi pie, pero el suyo era más largo y me seguía hacia donde yo iba.
-Listo. Ahora sí, todos hemos terminado. No recojan, pueden irse ya. Que descansen.
Me paré antes que ellos y corrí hacia la puerta, huyendo del toque de Diego.
¡¿Por qué hacía eso?!
¿Por qué mi corazón iba con tanta prisa? ¿Por qué?
Aquel día no fue más que placer, sexo, quizás una venganza por aquel desgraciado o...desquitarme lo que llevaba acumulando hacia mi jefe, lo que ambos habíamos acumulado, nunca fue mi intención volverlo a ver, jamás pretendía ver su rostro otra vez y más luego de ser despedida, pero...aquí estaba él, en mi casa, dispuesto a dormir en el cobertizo, mientras mi corazón se aceleraba cuando él me tocaba.
-Camila...-salió de la casa y me siguió, yo fui en dirección contraria al cobertizo, tenía que tomar un poco de aire, el cielo estaba nublado y no se veían las estrellas o la luna. Hacía frío.-¿Podemos hablar?
-¿Qué es lo que haces aquí, Diego?
-Quería verte.
-¡Esa parte ya la entendí!-me había quedado más que clara.-Pero no entiendo lo demás, ¿por qué actúas agradable con mi hermano? ¿Por qué decides quedarte aquí? ¡¿Y qué es toda esa actitud agradable?! No eres así, ¿qué tramas?
-¿Te has puesto a pensar que solo me conoces en el trabajo? Lejos de ahí no sabes nada de mí. Solo me conoces como tu jefe, Camila. De mí, personal, no sabes nada. ¿Ahora me cuestionas? ¿Te asusta mi comportamiento? Así soy, esto que ves es lo que soy, lejos de ser el señor Alba, este soy yo. Diego.
-¿Qué es lo que tengo que saber?
-Bueno...tienes que saber que me gustas, no desde aquella tarde en el hotel, me gustas de antes.
-Pero...
-Pero eras mi empleada, luego salías con Tommy, al final estabas prometida y ya, no hay más nada.
-¿Y ahora?
-Ahora quería verte y resulta que hemos coincidido en el mismo lugar.
-Y esa es la parte que no me creo, no me creo que sea coincidencia.
-Hace frío, entremos, por favor.
-Algo ocultas, Diego. Aún bajo este cielo oscuro, soy perfectamente capaz de ver tu maldito ceño fruncido, porque algo tramas.
-¡No tramo nada! Todo se ha tratado de coincidencias. Necesitaba, desde hace meses y meses, comprar una propiedad, todos los demás vendieron, pero hubo un hombre que no, a pesar de que se le dio una mejor oferta por si lo que quería era más dinero, Tyler se reunió con él miles de veces, nunca se llegó a un acuerdo, luego ese hombre falleció, su hija se quedaría a cargo de su hermano y yo pensé que ella vendería....porque ella es de la ciudad y no la creí capaz de quedarse con este lugar o sacarlo adelante. Entonces esperamos una semana y yo decidí venir hablar con esa mujer, para hablar de las ofertas, el proyecto, que a pesar de tener los demás terrenos, no podemos comenzar si hay una parte habitada, y quería hablar con ella, estoy aquí por eso. Resulta que...esa mujer eres tú, Camila. Hace solo media hora me di cuenta que eras tú. No tenía ni idea. Te lo juro.
-¿No tenías...idea? ¿No tenías idea que era yo, que ese era mi padre, mi hermano o su propiedad? ¡¿Estás seguro de esa mierda?!
-¡Claro que sí! ¡No te miento!
-¡Y yo no te creo!-llegó en tan solo unos pasos a mi lado.
-¡Pues créeme! Porque a ti no te mentiría, Camila González ¡Créeme! Caí en cuenta hace poco, Camila. No te estoy mintiendo.-sujetó mis brazos cerca de mis hombros, llevándome hacia él.-Camila, Tyler llevaba todo lo relacionado a esto, las ventas, las ofertas, yo solo daba la autorización de lo que él sugería. Lo único que sabía era que había un señor que no quería vender, ¿cómo iba a relacionarlo contigo? No tenía ni idea, luego vine aquí, quise verte y aquí estamos. No pienses lo que no es, por favor, Camila. Cree en mí.
-Diego, no puedo creerte.
No podía hacerlo, porque tantas coincidencias ya era demasiado.
-¿Y qué es lo que quieres creer? ¿Que sí sabía que eras tú? ¿Que estoy aquí solo por eso? ¿Que te escribí para vernos porque ya sabía que eras tú? ¿También dirás que lo del hotel pasó porque conocía que eras tú? ¿Le echarás la culpa a eso también por el despido o dirás que cada maldita cosa que sale de mi boca sigue siendo mentira, Camila? Sé que esa es la parte más fácil, creer todo eso, pero...¿te hubiera dicho que haré lo que sea para que esa mujer venda, si supiera que eras tú? No habría abierto el pico. Y son negocios, hubiera intentando mantenerme al margen de saber que se trataba de ti, porque...ahora no querrás estar cerca de mí y eso es lo que no quiero que hagas, que tengas una excusa para mandarme a volar.
-Es una excusa perfecta.-sus dedos atraparon las lágrimas que rodaron de mis ojos.-Fingiré que esta noche te creo, solo...porque no puedes irte debido a la niebla, pero mañana, antes de que yo abra los ojos, espero que estés fuera de mi cobertizo y de mi propiedad. Y por si aún no lo sabes, no vamos a vender. Es el lugar de mi hermano, es su hogar y él no puede estar en otro lado, me dan igual tus planes, proyectos o lo que pierdas en esto. La felicidad y tranquilidad de mi hermano no está en venta, Diego Alba.
Sus manos liberan mis brazos y yo me fui a pasos lentos hasta el cobertizo, sintiendo los suyos detrás de mí. Cuando entramos, él se quedó de pie en la puerta, apenas entrando al pequeño espacio.
-Si tanto te incomoda...puedo dormir en el coche, Camila.-ofreció, siendo muy generoso de su parte.
-Lo único que me incomoda es que nos veamos envueltos en esta situación. Me hubiera gustado que, luego de esa tarde en el hotel, no siguiéramos en contacto, eso era lo que tenía planeado. Tampoco debiste venir aquí, tenías que haber dejado que tu mágico Tyler resolviera todo, confías mucho en él, ¿no?-comencé a desnudarme para ponerme el pijama y él se dio la vuelta.-¿Te irías si te lo pido? Haz de cuenta que ya intentaste convencerme y no lo lograste. Puedes marcharte y que empiecen tus juegos sucios para hacernos vender.
-¡Eso era antes de saber que eras tú!
-¡¿Entonces qué harás ahora?! ¡Ya te dije que no venderemos! ¿Solo lo aceptarás?
-¡No lo sé! Sabes que no depende solo de mí, Camila.
-Eres un desgraciado, Diego Alba.-me giré, ya vestida. Él tenía sus manos en la cabeza, me senté en la esquina del incómodo colchón, Diego comenzó a quitarse sus zapatos y yo me metí a la cama.-¡Apaga la luz! Y como ronques...te tiro de la cama.
-Ni siquiera sé si podré dormir. ¿Cómo esperas que ronque?-lo vi quitarse el pantalón y fue cuando lo detuve.
-¿Qué...Qué crees que haces, Diego?
-Me quito el pantalón, para dormir en calzoncillo y camiseta, a menos que tengas un pijama para mí.
-Ponte otra vez tu pantalón.-le exigí.
-Claro que no dormiré con unos vaqueros, Camila. No es mi culpa que pienses de manera morbosa si me acuesto sin pantalones. ¡Ni que fuera desnudo!
-Descarado. Métele a la cama ya. Y dame la espalda, no quiero despertar con algo apuntando en mis nalgas.
-Ay, pero qué sensible.-dijo, imitando mi voz.
Rodé mis ojos y luego le di la espalda antes de que él apagara las luces.
Esto era incómodo y no me refería solo al colchón, al pequeño espacio, al cobertizo. Era incómodo estar a su lado, saber que estaba enojada con él, creer que mentía y al mismo tiempo sentirme en tensión con su cuerpo al lado del mío, eso era lo incómodo, porque escuchaba su respiración y la mía iba al mismo ritmo, porque lo sentía a mi lado y...solo podía imaginar sus piernas desnudas debajo de las sábanas que compartía conmigo.
¿Por qué Diego Alba siempre tenía que llenar todo el lugar que ocupaba? Este cobertizo incluso ya olía a él, porque él solía adueñarse de todo, hasta de mis ganas.
-Diego...-me sorprendió mucho escuchar el tono de mi voz, la forma en la que dije su nombre.
-Camila, ¿sigues despierta?
Había pasado como una hora desde que estábamos a oscuras y al parecer él tampoco se había dormido.
-Sería...un completo desperdicio ocupar la misma cama que tú y que no pasara nada, lo admito.-estaba caliente, mi mente perversa lo deseaba y eso se reflejaba en mi cuerpo, sentía que mi cuerpo ardía y las ganas ya estaban apoderándose de mí.-Admito que tengo ganas de que me tomes, es...vergonzoso, pero tengo que ser sincera. Te deseo.-sus piernas se unieron a las mías y solo un segundo después ya su cuerpo estaba sobre mí, sus dedos tocaron mis labios, solo para saber dónde estaban, su boca bajó a la mía sin previo aviso y el beso dio inicio.
No sabía que deseaba tanto a Diego, hasta que él estaba cerca de mí.
Aquél día en el hotel, hubo algo que se desató entre los dos y ahora parecía que no había otra forma de clamarlo, más que esta.
Me apoderé de su miembro y él se deshizo de mi pijama, lo llevé hasta mi entrada, mientras el deseo se hacía más fuerte, todo lo que deseaba era tenerlo dentro de mí. Mis manos temblaron mientras lo guiaba y fue mi espalda la que se arqueó al sentirlo.
-Camila.
-¡Ah!-¡Por favor! ¡Decir que era bueno, era un insulto! ¡Era mucho más que eso! Mis gemidos eran temblorosos mientras lo sentía, su pene se hacía sentir, sus caricias, sus manos, aquellos toques, sus besos, sus labios mordiendo los míos o su lengua recorriendo mi piel.
Y he de decir que si en un momento así me pide que venda, mi yo sumisa le firmo lo que haga falta con tal de que jamás se detenga de eso que me hace.
Sus manos me acomodaron de las mil maneras que le dio la gana a Diego Alba, mientras yo solo estaba entregada al placer y a lo que sea que a él le diera la gana de hacer conmigo.
Me encontraba boca abajo, mi pecho pegado a la cama, mientras mis caderas se alzaban y él las sostenía, su pene en lo más profundo de mi vagina y una sensación muy extraordinaria en todo mi cuerpo, cuando Diego se acercó a mi oído no sé ni cómo, dada la postura en la que él me mantenía.
-Me encantas, Camila González. No sabes cómo me pones, me enloqueces, así toda berrinchuda, infantil y tan testaruda, un poco caótica y torpe, enloquecedoramente sensual y divinamente hermosa.
-Oye...-empujó contra mí y ante aquella embestida mi piel sonó al chocar con la suya, erizando todo mi cuerpo.-Desconozco si es un cumplido o una ofensa, ¿una combinación de ambos?
-En resumen, me gusta todo de ti, lo bueno, lo malo, lo medio malo, lo medio bueno.
-¡¿Quién dice que tengo algo malo?! ¡Soy perfecta!
Él soltó una carcajada y a mí me gustó la manera en la que su pene se movió en mi interior. Salió de mí y se recostó a mi lado. Mis nalgas fueron bajando, planchándome en la cama.
-Lo eres, claro que eres perfecta. Pero nunca quise admitirlo, odiaba que alguien como tú no estuviera en mis brazos, detestaba que una mujer como tú no fuera mía.
-Y no soy tuya, Diego.
-En este preciso momento, sí.-tomó mis caderas y me guió encima suyo, llevé su pene a mi interior, acomodándome sobre él. Mis manos se apoyaron en su pecho y comencé a moverme, elevándome, sintiendo que sí, que en este momento yo era tan suya, como él era mío, o al menos nuestros cuerpos ya lo habían declarado así.
Lo escuché gemir y eso para mí fue como conseguir una estrella, me sentí triunfante, se elevó mi ego y ya no pude parar hasta verterme en él y que él hiciera lo mismo en mí.
No pensé dormirme abrazada a él, pero así pasó.
Hasta que en la mañana me vi sola en la cama, extrañándolo, odiándolo y sintiendo lo mismo que él cuando lo dejé en aquella habitación de hotel.
Lo primero que vi fue un correo suyo, había llegado a las cinco de la madrugada, lo que indicaba que él se había ido muy temprano.
"Entiendo tu posición y la respeto.
Me haré a un lado y dejaré que Tyler haga su trabajo, pero ya lo sabes, él siempre hace su trabajo, me olvidaré de esto hasta que todo quede resuelto, Camila.
No es nada personal, solo son negocios, no espero que pierdas, pero yo tampoco quiero ser el perdedor.
Espero que volvamos a vernos y podamos olvidarnos de este amargo detalle, recordando lo que sí vale la pena.
P.D.: Murmuraste algo mientras dormías, muy abrazada a mi pecho. Te lo diré cuando nos volvamos a ver.
P.D. 2.: Me encantas, Camila González, la berrinchuda más bella."