El sonido de las teclas resonaba en la habitación tranquila, acompañando el suave resplandor de la luz artificial que iluminaba la pequeña mesa de su apartamento. Marina se encontraba sentada en su escritorio, frente a la pantalla de su computadora, con los ojos cansados pero decidida. Las palabras, como siempre, le costaban un poco. No porque no supiera qué decir, sino porque, a pesar de su aguda capacidad para expresarse a través de sus diseños, las palabras en su vida personal siempre parecían escapársele.
Se había prometido que este año sería diferente, que encontraría una manera de romper con la rutina que se había apoderado de su vida. A sus 28 años, su carrera como diseñadora gráfica estaba en su punto más alto: proyectos importantes, clientes de prestigio, y la sensación de haber logrado mucho, pero el ámbito romántico, como siempre, quedaba fuera de su alcance. Las citas a ciegas nunca habían sido su estilo. Había probado alguna que otra app de citas en el pasado, pero después de unos cuantos intentos desastrosos y conversaciones insípidas, había dejado de creer en ellas. Sin embargo, algo había cambiado en su interior esta vez. Tal vez fuera la sensación de que las oportunidades reales no caían del cielo, o la simple necesidad de probar algo nuevo.
El sonido de una notificación la sacó de su ensimismamiento. Era su amiga Lucía, que le había enviado un mensaje en WhatsApp:
Lucía: "Oye, ¿ya probaste Épicé? Es la nueva app de citas. Te va a encantar. Prometen emparejarte según la química real. Dale una oportunidad. No tienes nada que perder."
Marina suspiró, mirando la pantalla de su teléfono. La app Épicé era relativamente nueva en el mercado, y según Lucía, el algoritmo de la app no solo emparejaba por gustos comunes, sino por algo más... algo relacionado con la "química emocional". Si su amiga insistía tanto, tal vez valía la pena intentarlo, aunque no estuviera convencida de que algo tan virtual pudiera realmente funcionar. ¿Acaso el algoritmo podía predecir el amor? Probablemente no. Pero, ¿qué tenía que perder?
Se levantó, estiró los brazos, y fue hasta la cocina a prepararse un té. Necesitaba una bebida cálida para acompañar lo que sería, en el mejor de los casos, una serie más de conversaciones vacías con desconocidos. Regresó a su escritorio, abrió la app y comenzó a llenar los campos requeridos.
Nombre: Marina
Edad: 28
Ciudad: Londres
Profesión: Diseñadora Gráfica
Intereses: Arte, diseño, literatura, cine clásico, cafés acogedores, arquitectura.
Descripción: "Soy una persona que disfruta de las pequeñas cosas. El arte me inspira y las conversaciones profundas son lo que más me apasiona. Busco alguien con quien compartir risas y quizá algo más."
La sección más difícil era la de "expectativas". ¿Qué estaba buscando realmente? Pensó por un momento. La verdad era que, en el fondo, no tenía muchas expectativas. Su vida sentimental había sido una serie de desencuentros, y aunque su trabajo la mantenía ocupada, sentía que estaba demasiado atrapada en su burbuja profesional. Finalmente, optó por escribir algo breve, honesto y, por qué no, un poco distante.
Expectativas: "No busco una relación perfecta, solo quiero conocer gente interesante, ver qué surge. No me gustan los juegos ni las expectativas poco realistas."
Una vez terminó, se sentó de nuevo en su silla, observando el perfil. No sabía si era la mejor versión de sí misma, pero lo importante era ser honesta, aunque no estuviera completamente segura de lo que eso implicaba. Miró la pantalla un momento más, pensó en lo que sus amigos siempre le decían sobre las relaciones en línea-que eran todo un laberinto de expectativas fallidas-y presionó el botón de "publicar".
En los minutos que siguieron, Marina se dedicó a revisar su correo y a hacer algunas tareas de trabajo. En el fondo, no esperaba mucho, pero algo dentro de ella sentía un pequeño suspiro de esperanza. Tal vez, solo tal vez, esta vez algo sería diferente.
Poco después, la notificación volvió a sonar, esta vez desde la app. Un mensaje. Épicé ya había hecho su magia. Sin pensarlo demasiado, abrió el mensaje y lo leyó.
Mensaje de Antoine:
"Hola Marina, me alegra que hayas decidido unirte a Épicé. Estuve leyendo tu perfil y tengo que decir que tenemos muchas cosas en común. Me encanta el cine clásico, y la arquitectura también me fascina. ¿Te gustaría hablar más? Creo que podríamos tener una conversación interesante."
El tono de Antoine era directo pero amigable, sin caer en el tono típico de las conversaciones vacías que solían iniciar en otras aplicaciones. La mención del cine clásico y la arquitectura le dio una pequeña chispa de interés. Decidió responder.
Marina:
"Hola Antoine, qué sorpresa recibir un mensaje tan rápido. Me alegra que tengamos gustos comunes. El cine clásico es algo que me apasiona. ¿Tienes alguna recomendación reciente?"
El intercambio fue rápido. Antoine parecía genuinamente interesado en conocerla. No hubo lugar para frases cliché ni bromas incómodas. La conversación fluía, algo que rara vez pasaba en las otras apps. En las siguientes horas, hablaron sobre sus películas favoritas, sus trabajos, e incluso sobre pequeños detalles de la vida diaria. Antoine parecía curioso, pero sin ser intrusivo. Había algo en su forma de comunicarse que la hacía sentir cómoda, algo que Marina no había experimentado con nadie en mucho tiempo.
Cuando miró la hora, ya eran las once de la noche. Había pasado horas conversando con un completo desconocido, y, para su sorpresa, no le había resultado agotador. Al contrario, la conversación había sido ligera pero interesante. Se dio cuenta de que había algo en Antoine que le generaba confianza, una sensación rara en el mundo virtual.
Antes de cerrar la app, Antoine le envió un último mensaje:
Antoine: "Me ha gustado mucho hablar contigo. Ojalá podamos continuar esta conversación en algún momento. Me siento como si hubiéramos compartido un café, pero a través de la pantalla."
Marina sonrió y, por primera vez en mucho tiempo, se sintió ligeramente emocionada por algo que no era un proyecto de diseño ni un logro profesional. Era solo una conversación, pero era genuina, sin pretensiones. Decidió responder.
Marina: "Sí, me ha gustado mucho. Tal vez podamos seguir hablando. Buenas noches, Antoine."
Después de enviar el mensaje, cerró la aplicación. Se quedó unos minutos mirando el techo, pensando en lo que acababa de pasar. ¿Había algo más detrás de este encuentro virtual? ¿Era posible que, después de tanto tiempo, encontrara una conexión real, aunque fuera en una app? No lo sabía, pero algo dentro de ella deseaba descubrirlo.
Y con ese pensamiento, se quedó dormida, con la mente llena de preguntas y, por primera vez en mucho tiempo, una sensación de anticipación.