Era un día de esos que prometían ser inolvidables para Ellie, había conocido a Josías; un chico hermoso y detallista que robó su corazón con tan solo una sonrisa. Ese día saldrían por unos helados y después al cine, era fin de semana y Ellie no tenía que trabajar o estudiar.
Se arregló hasta quedar perfecta, maquilló su rostro, colocó un vestido ajustado a la cintura con una falda a la rodilla y amplia de falda. Modeló mirándose en el espejo y aquel resultado le gustó, tocaba su cabello y acercaba su rostro al espejo asegurándose que todo estuviese bien para el encuentro.
Se despidió de su padre, notó que algo no estaba bien, sin embargo, no prestó interés en qué le sucedía, era hora de marcharse; afuera de la casa estaba Josías vestido muy elegante, la saludó cariñosamente y se marcharon a su primera cita después de semanas de hablar por mensajes,
Al mismo tiempo, pero en otro continente, estaba Sandro, con una maleta en su hombro a punto de abordar el avión, y la ilusión de regresar a casa después de algunos años fuera del país, no recorvaba qué se sentía el calor de los brazos de su madre o cómo era el olor del perfume de su padre
Llevaba consigo lo que en su apartamento había quedado, pues, dos días atrás lo había dejado ya sin cosa alguna que fuera de su pertenencia. Registró su maleta y tomó asiento en la sala de espera hasta que fue hora de abordar el avión. Poco más de doce horas después estaba en los brazos de su madre y su padre, tomaron asiento en el gran sofá y allí charlaron de todo; sin Sandro imaginar lo que al siguiente día se le avecinaba.