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Eco ancestral

Eco ancestral

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img Beliz1999
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Acerca de

"Huyo de las sombras que me atormentan, pero en lugar de encontrar paz, me sumerjo en una oscuridad aún más profunda. Un hombre misterioso irrumpe en mi vida, alguien que sabe más de mí de lo que debería. Siento una atracción peligrosa hacia él, mezclada con un miedo que me consume. A medida que secretos inconfesables salen a la luz, descubro que mi vida ha estado marcada por un destino que nunca imaginé. Ahora, entre la verdad y la traición, me pregunto: ¿es él mi salvación o mi perdición?"

Capítulo 1 Entre rutina y misterio

El celular sonó y rasgó el silencio de la mañana, pero fue la voz en el teléfono la que realmente me sacó del letargo.

-¿Señorita Ford? -dijo una voz grave, casi helada.

-Sí, soy yo -respondí, y aún el peso del sueño seguía en mis ojos.

-La llamamos de parte del Tribunal de Justicia de Highland Park. La hipoteca de su casa ha sido cancelada-

Un sentimiento de alivio cargado de asombro se apoderó de mí, no podía creer lo que oía. "Tengo esperanzas", pensé dentro de mí.

-Alguien ha reclamado los derechos sobre su propiedad-

Mis sentimientos de esperanza se desmoronaron como la arena.

Mis manos, aún adormecidas, temblaron al sujetar el teléfono. No era un buen día para esto.

-¿Cómo...? -la incredulidad se asomó en mi voz- ¿Quién está reclamando la propiedad? No recuerdo tener más familiares-

-Lo siento, pero no puedo dar más detalles ahora mismo. Es urgente que se presente mañana en el Juzgado Central de Highland Park a las 9 a. m. Por favor, sea puntual. Gracias-

La llamada se cortó, y dejé el teléfono caer sobre la mesa, sintiendo que mi mundo se tambaleaba.

-Esto no puede estar pasando -murmuré, perpleja, cubriendo con mis manos el rostro. Me senté en la cama, mi estómago era un nudo.

La pesadilla de la noche anterior aún revoloteaba en mi mente. "La figura aterradora, con su bata mugrienta y el cabello desordenado. Eran solo ecos, pero se sentían tan cercanos. Descalza, recorrí la casa, notando cómo el aire frío me envolvía. A la derecha, la oscuridad de la noche aún se hacía presente en mi interior; a la izquierda, la luz del día me retaba a enfrentarlo todo."

---

Soy Emma Ford Rodríguez, tengo 25 años, recientemente he perdido a mis padres en un terrible accidente automovilístico, el dolor aún me carcome y, de vez en cuando, me derrumbo.

Éramos una familia reconocida hace un tiempo acá en Highland Park, en Dallas, Texas, que, aunque es un pequeño pueblo, es a su vez muy elegante y lleno de lujosas mansiones de estilo clásico con personas de alto poder.

Sus calles son tranquilas y ordenadas, pero con una sensación de que algo oscuro se esconde bajo su superficie.

Soy la única heredera del patrimonio de los Ford, bueno, de lo que queda de él. Recientemente, el banco ha presionado por las crecientes deudas hasta el punto de hipotecar nuestra mansión.

Por otra parte, trabajo en un bar nocturno llamado Highland como camarera y, bueno, ahí voy... haciendo lo mejor que puedo. Al menos es una forma de olvidar mi dolorosa vida y los horribles sueños que desde pequeña me atormentan...

---

La noche se hace notable. Tomo las llaves de mi auto de la mesa de noche, me pongo mi bolso negro, termino de arreglar mi largo cabello castaño y rizado haciéndolo una cola.

Bajo las enormes escaleras de la solitaria mansión Ford lo más rápido que puedo, tratando de llegar a mi pequeño auto.

Un Volkswagen que no era muy moderno, pero que me había acompañado estos últimos años en los que mi familia quebró y tuve que vender mi lujoso Mercedes.

Las calles de mi misterioso pueblo en la noche lucían más sombrías de lo que ya eran, las grandes mansiones con enormes jardines le daban un tono algo elegante pero a la vez intrigante. El viaje al bar no tomó mucho tiempo.

El enorme cartel con el nombre impreso "Highland" iluminaba la oscura calle.

Me adentré, abriéndome paso entre la apretada multitud que bailaba y cantaba como si no hubiese un mañana, y me dirigí a mi taquilla en la parte trasera para ponerme mi uniforme.

El bullicio de la estruendosa música hacía que tuviera que esforzarme por escuchar a los clientes. Algunos eran muy atentos y agradables, pero otros eran muy irrespetuosos, algo a lo que ya estaba acostumbrada.

El DJ paró la música para dirigirse a tomar el micrófono. Era un chico nuevo de figura atlética, de cabello rubio; su tatuaje extravagante en el brazo derecho y su arete en la oreja lo identificaban como roquero.

-Se llama Ryan-me dijo Ruth, empujándome suavemente al darse cuenta de que me había detenido a mirar al cantante.

-Puff -hice un gesto aburrido y ella sonrió. Ruth era mi compañera de trabajo, por la que había desarrollado un gran afecto, al igual que a mí, la vida no le había dado muchas alegrías.

Mi jefe se acercó para pedirme que le apoyara en la zona VIP y me dirigí hacia allá; siempre me enviaba ya que decía que, además de ser hermosa, también era muy amable, algo que es muy cierto ya que fui criada con una excelente educación dada la posición de mis padres y, bueno, mi mezcla racial algo morena, por parte de mi madre que era mexicana, me ha favorecido mucho.

Me dirigí a la sala VIP, allí el bullicio de la música era menos audible, algo que agradecí enormemente. Me acerqué al enorme y lujoso sillón para ofrecer mis servicios y lo que vi me dejó helada.

Un hombre de presencia imponente y enigmática, de solo mirarlo podía sentir su imponente presencia, su cabello tan negro como la noche caía denso sobre sus hombros.

Tenía el porte de un hombre de unos 30 años, pero que daba la impresión de tener muchos más. Vestía un traje negro que, aunque lujoso, parecía haber sido comprado en otra época; al juzgar por su aspecto, era muy rico.

Estaba sentado frente a mí y a su lado una hermosa mujer de cuello largo y cabello rojo que resaltaba en su piel extremadamente blanca. Ambos reían complacidos.

Me acerqué a la mesa a realizar mi trabajo, un poco nerviosa por la apariencia de aquel sujeto, pero con el valor que siempre me ha caracterizado.

-Buenas noches, espero que estén disfrutando la velada. ¿En qué puedo ayudarlos? ¿Desean tomar algo? -les pregunté con amabilidad y la mejor de mis sonrisas.

-Puede traer una botella de champán -me dijo la mujer pelirroja con un tono arrogante y apartó la mirada de mí como ignorando mis palabras.

Pero él, él me miró fijamente. Clavó su mirada intensa en mí. Sus ojos, completamente negros y profundos, reflejaban un poder y una intensidad que parecía sobrenatural.

Yo lo miré también y un terror y a la vez deseo me atrapó. Pasaron unos segundos solamente, pero sentí que fue toda una eternidad. Finalmente, él me habló.

-Que sea un "Dom Pérignon" -su voz era tan imponente como su aspecto, lo que le añadía una sensualidad que jamás había visto.

Hice una leve reverencia y fui por la bebida.Los atendí el tiempo que estuvieron allí, no solicitaron más mi presencia, así que fue un descanso en el atareado trabajo.

Cerca de las 2 o quizás 3 de la madrugada se levantaron para irse. Yo fui a limpiar la mesa mientras salían.

La mujer pelirroja de pie era muy alta y hermosa, pero él, él era enorme, de complexión robusta, como sacado de una revista;

su largo cabello lacio y denso caía sobre sus hombros, enmarcando su rostro alto y angular.

La mujer tomó su brazo. Él pasó a mi lado y el borde de su mano rozó la mía. Un terror recorrió mi cuerpo, mezclado con una incertidumbre que no puedo explicar.

Pero volví a mis labores, tenía demasiados problemas para pensar en ese hombre misterioso.La madrugada pasó veloz, y la hora de irme a casa llegó más rápido aún.

Tomé mis cosas del casillero, fui al baño a intentar arreglar mi cabello y apariencia, marcada por la mala noche. El espejo reflejaba mi rostro cansado, una sombra oscura se asomaba bajo mis grandes ojos expresivos de color marrón claro.

-Toma -me dijo Ruth extendiéndome una paleta de maquillaje, con una sonrisa compasiva de alguien que ha sufrido tanto como yo-. Eso disimulará un poco.Le agradecí en silencio y la tomé.

El tráfico estuvo algo pesado, pero logré llegar unos minutos antes de la reunión.

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