La víspera de mi compromiso, con Sofía, mi abuelo me presionó a elegir esposa, la matriarca de los Vargas.
Pero yo acababa de renacer. Apenas horas antes, moría en un coche destrozado, asesinado por Sofía y su amante, Javier.
Ella, mi "amada" esposa de la vida pasada, me había robado la fortuna, me dio un hijo que no era mío y me traicionó hasta la muerte.
Mientras me desangraba, vi a Sofía y Javier sonreír, abrazados. Pero otra sombra me perseguía: Isabella, mi institutriz.
Ella, la única que me crió y amó de verdad, se suicidó tras mi funeral con una nota devastadora: "Siempre te amé en secreto".
El dolor de la traición y el amor perdido de Isabella me quemaban el alma. ¡Fui tan ciego! ¿Cómo no protegí a quien realmente me importaba?
No más. Esta vida es diferente. Miré a mi abuelo, mi decisión ya estaba tomada, fría y certera: "No quiero a ninguna de ellas. Me casaré con Isabella".
La venganza es plato frío, pero este amor es una deuda que se paga ahora.