Versión de Lana
Hay muchas formas de amar en esta vida, la mía es entregarlo todo, aunque en mi mente se que esta mal, siempre desee recibir lo mismo en una pareja, desde que estaba chica veía a mis padres discutir absolutamente por todo, conformados en una realidad de la que les es imposible escapar, vaya la ironía. Al final en sus últimos años terminaron por divorciarse, quedando en solitario y teniendo que rehacer su vida desde cero.
Yo creo que de cierta forma quede traumada por eso, así que decidí que mi vida no terminaría de esa forma, quería tanto que llegue a necesitarlo, ese amor en el que aman con intensidad que se convierte en algo más allá que solo una relación de pareja, que es algo tan fuerte que los une una fidelidad tan grande que termina por convertirse en en un equipo inseparable, por supuesto que no tenia los pies en la tierra, pero era una joven llena de ilusiones y con ganas de comerme el mundo.
Cando conocí a Jade por primera ves las dos sentimos algo tan mágico, recuerdo esa sonrisa coqueta en su rostro, no podía dejar de mirarme, recientemente me había dado cuenta que me gustaban las mujeres, así que no tenia nada de experiencia en saber cuando me coqueteaban o no, pero esa ves fue tan mágico y tan poco común, que termine con un flechazo.
Pasando el tiempo intente buscarla, fue imposible pedirle su número en aquel momento ya que estaba con toda su familia y era una de mis primeras experiencias lésbicas. Recuerdo preguntar por ella y ahí es cuando supe que se había mudado a otra ciudad, no mentiré, me entristeció dejar pasar la oportunidad de conocerla mejor.
Pasaron dos años y Jade se enamoró y se casó, por supuesto que en ese entonces yo no tenia ni idea, yo seguí con mi vida y hasta ahí se quedó esa magia. A los dos años me llegó una notificación de solicitud de amistad, era ella. Pero para entonces yo ya había perdido el interés, ya que a mi vida también había llegado otra chica que se robo mi mirada, aunque al final no resultó nada. Jade me mandaba mensajes cada algunos meses preguntando que si como estaba, la conversación era corta y nunca entendía el porqué hasta mucho después, cuando entendí que ya estaba con alguien más. A los dos años me hablo para decirme que visitaría la ciudad y se animó a invitarme a cenar.