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INEFABLE el desenlace de una petición

INEFABLE el desenlace de una petición

img Romance
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img Chico Literario
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Acerca de

¿Como crees que será tu vida dentro de diez años? Ahora mismo me encuentro en una situación un poco complicada. Quiero proteger a mi querido Emilio del canijo de Aldo. Aldo quiere vengarse de mí solo porque en dos ocasiones rechace acostarme con él y el ser una chica aparentemente sola me convierte en alguien vulnerable. Los problemas aumentan cuando Édgar esta dispuesto a convertirse en mi novio, Emilio sigue sufriendo por mi culpa y Aldo casi me mata. ¿Por qué aveces la vida hace que nos pasen cosas inefables? -Dentro de diez años me veo intentando darte lo que antes no te pude dar. ¡Amor! -Dijo él, se me hizo un nudo en la garganta.

Capítulo 1 UNO

LIBRO TRES

INEFABLE

el desenlace de una petición

POR C H I C O L I T E R A R I O

Instagram: @chico.literarioo

Facebook: Ir Win Sde

Fotografía de la portada: Logan Weaver/ Unsplash

Diseño portada: Irwin Saudade

***

PRIMERA PARTE

"DIME ALGO ROMÁNTICO"

UNA SEMANA DESPUÉS DEL JUEGO

*Miranda*

Los ojos de Emilio estaban cerrados, su pecho subía y bajaba suavemente al ritmo de su respiración. Parecía que el dormir lo tranquilizaba de su ansiedad. ¿Ansiedad? Resulto ser que la lesión fue más que un simple roce entre jugadores. El movimiento se había aplicado con intención propia de causar daño y el daño fue lo que arraso con el corazón de mi amigo. ¿Volvería al campo de futbol? ¿Podría siquiera tener la oportunidad de cumplir con su mayor sueño? ¿Su vida volvería a ser la misma?

¡Ojala la vida nos diera caricias con justicia!

Ahora mismo el único sueño que Emilio tenia era el que su imaginación inconsciente le proyectaba dentro de su mente. Sus labios entreabiertos, brazos caídos sobre las sábanas, yeso en la pierna derecha y su cuerpo cubierto con una bata de paciente de hospital color crema. Sus pestañas estaban perfectamente bien dibujadas, eran las once de la noche cuando decidí acariciar su mejilla. Mi tacto fue suave, repentino y lleno de mucha inocencia. Mi pulgar trazo un camino de círculos muy cerca de sus labios rojizos y el corazón se me acelero justo en el momento en el que sus ojos se abrieron ¡Había estado durmiendo toda la tarde!

Dio un bostezo muy grande y pareció sorprenderse al verme a su lado.

-¿Que haces aquí? ¿Aun no te has ido a casa? -Su pregunta me hizo sonreír.

Se incorporo tratando de enderezar la cama de forma automática con el control remoto, quedo sentado sobre el colchón y sus ojos recién despiertos lucían muy bonitos con la tenue luz de las lamparas. Tenía hinchados los párpados y estiró un poco sus brazos para darle un poco de comodidad a su cuerpo.

-¿No te gusta que este aquí?

-Bueno si, pero...

-La neta no me gusta cuidar de ti. ¡Me causa dolor de cabeza! Pero tu madre se la paso toda la mañana aquí y realmente se veía cansada. Así que me ofrecí para ocupar su lugar esta noche. Ella volvió a tu casa para poder descansar. Por eso es que estoy haciéndote compañía.

Enarco una ceja y con la mano derecha se tallo el ojo izquierdo.

-¿Y no te aburre estar cuidando de mí?

-¿Aburrirme? ¿Por que debería aburrirme? Si te pones a pensar, antes solíamos pasar mucho tiempo en mi habitación acostados sin hacer nada o nos tirábamos a ver alguna serie de Netflix. Tú dime, ¿por que razón debería sentirme aburrida de estar contigo? Esto no es muy diferente a estar en mi habitación.

Lo pensó por unos segundos antes de responderme, en su muñeca derecha había una pulsera de color blanco con su nombre escrito; era su ficha de paciente.

-Creo que ahora deberías estar cuidando de Édgar y no de mi. ¿Él está de acuerdo con que estés aquí?

Su respuesta me sorprendió muchísimo, de verdad no esperaba que él me fuera a decir algo así. ¿Qué pensaba de mí? Deje escapar un suspiro.

-Édgar no necesita de mi cuidado. Él se encuentra en perfecto estado y puede cuidarse solo. Aquí el que me preocupa eres tú y por eso estoy desvelándome contigo.

-Pero y ¿él no se pone celoso de que su novia ande cuidando de su mejor amigo?

¡Impactada! Era verdad que las cosas entre Édgar y yo no estaban del todo referidas a mi querido Emilio. ¡Sus pensamientos no estaban muy claros! Y la realidad aun no era como igual a sus pensamientos.

-Aun no somos novios.

Parpadeo de forma chistosa.

-¿Entonces que son?

Hice una mueca graciosa y le di una palmadita suave en la mejilla. Note como los músculos de su rostro se relajaban ante mi tacto.

-Solo somos dos corazones que aun no andan de románticos. Nos estamos conociendo un poco más, pero solo es eso. ¡Conocernos más! Por ahora no tenemos tiempo para ponernos de novios.

Le pareció muy inesperada mi respuesta, sus labios hicieron una mueca lo mas parecida a una sonrisa.

-Bueno pero, ¿y él te gusta?

¿Qué sentía yo en lo más profundo de mi corazón?¿Amor? ¿Una dosis de enamoramiento puro? Sonreí con las locuras de mis pensamientos.

-Un poco. No te mentiré, me gusta mucho su estilo y su forma de ser. ¡Es un buen tipo! Es gentil, caballeroso y muchas veces antepone sus sentimientos para poder cuidar de mí y de mi familia.

¡Claro que Édgar era un buen tipo! Después de todo fue mi profesor en el taller de lectura, cuido de mí mientras el tío Tom y papá jugaban a hacerme la vida miserable.

-¿Y no te gustaría ir a verlo esta noche en vez de estar cuidando de un lesionado?

Le lance una mirada seria. ¡Canijo Emilio estaba tratando de deshacerse de mi compañía! Estaba siendo demasiado injusto conmigo.

-¡Tonto! ¿Quieres que te deje ahora mismo? Porque si eso quieres no tengo problema en irme a mi casa. Es más, le diré a tu mamá que me corriste de la forma más cruel posible y le diré que te orinaste mientras dormías -bromee.

Se ruborizo un poco y sus piernas se contrajeron.

-¡No te enojes! Solo estaba bromeando.

-Esas bromitas tuyas, casi haces que me largue de aquí. ¡Chamaco canijo!

Sus dedos sujetaron mi mano, la suavidad de su piel me hizo estremecer y no pude esconder mi sonrisa. ¡Me gustaba estar con él!

-¿Te piensas desvelar conmigo?

-¿Tú no piensas dormir?

-Estuve durmiendo toda la tarde, ahora mismo lo que me sobra es energía. Si no fuera por este estúpido yeso ya andaría lejos de aquí. ¡Justamente hoy viernes era la fiesta de la facultad de Arte! ¿No te gustaría ir de parranda a beber y bailar toda la noche? ¡Ya tienes edad para divertirte!

-No digas tonterías. ¿Acaso no te gusta que esté contigo? Nomás quieres deshacerte de mí, ya te atrape canijo.

-No, bueno yo solo decía que si...

-La neta es que ni siquiera podemos ir a esa mentada fiesta que dices. ¡Andas rengo!

-No te lo tomes así, yo solo quiero que no te aburras conmigo. Me gustaría que te divirtieras por mí.

-¡Quiero aburrirme contigo! No seas bobo y mejor ya deja de persuadirme para que me vaya. Además yo no conozco a nadie en la facultad de arte, no puedo llegar nomas así de repente. ¡No soy universitaria!

Se rasco la mejilla.

-Es verdad. Mejor no te vayas. ¡Quédate conmigo!

-Eso es lo que planeo.

Movió sus cejas de forma coqueta, había mucha euforia en su interior.

-O mejor, escapemos de este hospital y me llevas de parranda por la ciudad.

Asentí, estaba totalmente de acuerdo con él. Emilio había desarrollado perfectamente bien su lado fiestero ahora que su primer año en universidad había transcurrido. ¡Que lastima que este accidente no le permitiera salir a divertirse!

-Pero como estas enyesado, creo que no tenemos otra opción que quedarnos aquí, por eso me desvelaré contigo. ¿Quieres ver algo en Netflix? Traje mi laptop.

Sus ojos se posaron sobre mis ojos por varios segundos silenciosos y pude notar como sus pupilas se excitaban al ver mi sonrisa.

-Mmmmm.

-¿Mmmmm?

-¿Al menos cenaste algo?

-Unas galletas de chocolate. ¿Tú tienes hambre?

-Tengo antojo de algo dulce.

-¿Dulces a las once de la noche?

-¡Si! ¿Esta mal que tenga ese antojo? Dijiste que nos íbamos a desvelar.

Ahora él estaba jugando a querer chantajearme. Le regale una mirada pensativa.

-No, para nada esta mal. Déjame ir a traerte algo de la maquina que esta en la recepción de abajo. Si vamos a desvelarnos, hay que hacerlo bien. ¡Tendremos una pijamada en un hospital!

-Vale, esta bien. Hace años que no hacíamos algo así. ¡Ya era hora de volver a lo de antaño!

Asentí. Y no es que hubieran pasado realmente muchos años; fue solo un año el que había transcurrido y quizá para ambos se sentía como milenios tener que estar lejos el uno del otro. Vivir en San Francisco si me obligó a extrañar demasiado a mi amigo y estoy segura de que la universidad le hacia sentir lo mismo a mi querido.

-Aparte de tus dulces ¿quieres otra cosa?

Su gesto me hizo enarcar las cejas, de pronto parecía un poco angustiado.

-Este...

-¿Este...?

-¡Quiero hacer pipí!

El rubor pinto sus mejillas. ¿Hacer pipí? Eso no estaba en lo planes de la noche y aun en toda mi amistad con Emilio nunca imagine que algún día yo tendría que ayudarlo para que pudiera orinar. Sentí una sensación muy curiosa, algo así como un cosquilleo fuerte y una pena bonita.

-Te ayudo, solo...

-Pero Miranda, es que...

-¿Puedes levantarte o prefieres que te traiga el pato?

-Mmmmm...

-¿Mmmmm que?

En sus ojos se podía ver la angustia de contenerse.

-Podrías traer el pato, pero no es muy cómodo realmente.

Entrecerré un poco mis ojos para aclarar mir pensamientos.

-¿Entonces quieres que te acompañe hasta el sanitario?

Sus labios sonrieron de forma apenada.

-Si, si no te incomoda.

¿Incomodarme? Pues ni que yo fuera una desconocida para él.

-Tú tranquilo, hemos dormido juntos y estoy acostumbrada a ver parte de tu cuerpo semidesnudo.

¡Era verdad! Había visto el pecho de mi amigo y sus piernas velludas pero, nunca había visto de más refiriéndome a su entrepierna o el área de su pelvis, esa zona si era desconocida par a mí. Era común que Emilio estuviera en mi habitación sin playera, en short o incluso hasta en ropa interior. ¡Pero nunca había visto mas allá de sus boxers!

-¡Bueno! Pues vamos, ayúdame que ya no aguanto.

Emilio se giró moviendo sus piernas de forma lenta, tuve que ayudarlo a sentarse en la cama. Me posicione justo a su costado derecho, pase su brazo por detrás de mi cuello porque mi querido enfermo no sabia usar las muletas y no quería aprender a manejarlas. ¡Que flojo! Pase mi brazo por su cadera y ambos nos pusimos de pie; aproximadamente tardamos mas de tres minutos en llegar al sanitario. Abrí la puerta, sus ojos se cruzaron con los míos y era el momento de hacerlo.

-Bien ya estábamos aquí, ahora todo depende de ti.

Prácticamente cuando estas en el hospital te hacen quitarte toda la ropa y a veces solo dejan que tu ropa interior cubra lo mas intimo de ti. En el caso de mi amigo su boxer era de color gris, con mucha fuerza me agarre de la tela de la espalda y así lo ayude a mantener el equilibrio. Pierna izquierda desnuda, pierna derecha flotando a causa del yeso y yo detrás escuchando como el chorro de pipí cae en la porcelana del inodoro. Un segundo. Cinco segundos. Diez segundos. Quince segundos. Veinte segundos. Treinta segundos. Vacío todo su deposito de agua.

-¡Listo! Ya termine.

-Enjuágate las manos.

-Por supuesto, no creas que soy un cochino.

-Yo no dije que lo fueras, pero no descartes la posibilidad. Hueles a mucho sudor, una mezcla de cebolla y ajo. ¡Deberías tomar un baño!

-¿Tú me bañarías?

Lo fulmine con la mirada.

-¡Obvio! No seas zoquete, soy tu mejor amiga, es normal que yo hiciera algo así por ti.

Mi respuesta le hizo sonreír.

-Dale pues, entonces pospongamos nuestra cena de dulces y báñame. ¡Soy todo tuyo!

-¡Calmado canijo! Eres de tu mamá y ella te comparte conmigo.

Reímos los dos, verlo de frente tomándome de las manos causaba placer en mi interior, me gustaba ver sus ojos bien coloridos mirarme con ternura.

-Bueno pues ya, a ver, siéntate, iré a buscar el jabón para que huelas bien.

En la ducha había un banco de plástico color blanco, con mucha suavidad le ayude a sentarse de forma cómoda.

-¿Podrías poner un poco de música?

Me hizo una mirada tierna.

-Déjame ir por mi celular.

-Aquí te espero. Pon a Imagine Dragons.

Thunder era su canción favorita. Salí del sanitario y camine hasta la mesita que quedaba justo al lado de la cama. Tome mi celular y encendí la pantalla.

Dos llamadas perdidas de Édgar.

Ya eran las once treinta y pensé que lo mejor seria escribirle un mensaje.

Miranda: No pude contestarte. ¡Estoy bien!

Envié el mensaje y no pasaron ni cinco segundos cuando me leyó.

Édgar escribiendo...

Édgar: Me alegra saber que estas bien. ¿Cómo esta Emilio?

Miranda: Él esta bien. Ahora mismo le daré un baño.

Édgar: ¡Un baño! Pero tu eres una chica. No seria apropiado que vieras a tu amigo desnudo.

Deje escapar una risita tonta. ¿Apropiado?

-Hasta aquí se escucha tu risa. ¿De que te ríes?

-Chismoso. ¡Déjame ser!

-¡Oh! Pues es que me causa intriga tu risa.

-Deja la intriga y mejor ya alístate para que te bañe.

-¿Me quito el calzón?

-A menos que quieras bañarte con ropa interior, lo que mejor te parezca deberías hacer.

Miranda: ¡Tranquilo! Emilio cuenta conmigo en un momento como este, además no puede valerse del todo por si mismo. ¡Y tú sabes que nos conocemos de toda la vida! No tengo problema alguno de verlo desnudo. Te dejo, que ya lo empezare a bañar. Descansa bien esta noche.

Cerré la aplicación de mensajes.

-¿Hablas con Édgar?

-Si. Me estaba preguntando por ti.

-¡Es un buen tipo!

-Eso lo se.

Abrí Spotify y busque Imagine Dragons.

-¿Ya te desvestiste?

-Si, pero me da un poco de pena.

-Pues te la aguantas. Intentare no ver nada aunque la neta es imposible.

Deje escapar una risa con sonrisa amplia. Escuche que él suspiraba

-¿Ya vas a poner la música?

-¿Thunder?

-¡Thunder!

La melodía empezó a sonar, me arremangue el pantalón y entre a la ducha. Mi querido Emilio estaba sentado y su pierna se recargaba sobre una pequeña plataforma de azulejo y concreto. En realidad mi trabajo en la ducha solo fue pasarle el jabón, el champú, abrirle la llave a la regadera y ayudarle a sostener su pierna enyesada. ¡Sin querer vi a Emilio cómo Dios lo había traído al mundo! Y eso hizo que él se sonrojara.

-¡Más privacidad por favor!

-Eso es imposible. Pero bueno, puedes estar tranquilo, al menos no te voy a hacer nada impropio.

Sus labios se dibujaron con una sonrisa.

Me empece a reír sin querer y él solo intentaba cantar la canción para intentar esconder su vergüenza.

-¡Gracias por ayudarme!

Su rostro estaba repleto de gotas de agua, su piel parecía estar más aclarada y la suavidad de su cabello era acogedora.

-¡No es nada canijo! Ya sabes, yo se que si fuera yo la que estuviera en tu lugar, tú harías lo mismo por mi.

Asintió.

-¡Te quiero Miranda!

-Y yo a ti canijo.

-¿Por lo viejos tiempos?

Sonreí.

-¡Por los viejos tiempos!

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