La brisa marina acariciaba mi rostro mientras contemplaba el impresionante paisaje de Amalfi. Los edificios de colores pastel se alzaban en las empinadas laderas, como un tributo a la belleza italiana. Digno de ser pintado.
-Suspiro- Estas son las últimas horas que disfrutaré de este paraíso terrenal antes de regresar a casa.
Mi mirada se posó en una mujer elegante, resguardada bajo un sombrero de ala ancha y gafas oscuras. La escoltaba un séquito de guardaespaldas, proyectando una aura de riqueza y poder.
-¿Cómo será vivir una vida así, rodeada de lujos y privilegios?
Sacudiendo esos pensamientos de mi mente, me detuve frente a una tienda de suvenires.
-Debo conseguir un pequeño obsequio para la amable Sra. Wilson que cuida de Whiskers mientras estoy fuera-dije para mí misma.
Al entrar, la encargada me miró con renovada atención, tratándome con una formalidad poco habitual.
-Buenos días, señorita. ¿Puedo ayudarla en algo?-preguntó con tono protocolario.
No pude evitar reírme ante su repentino cambio de actitud.
-No se preocupe-le dije con una sonrisa tranquilizadora-Soy solo yo, una turista más disfrutando de sus maravillosos paisajes.
-Oh, por supuesto-respondió, recuperando su calidez habitual-Estaba distraída por un momento. ¿Qué le gustaría llevar de recuerdo?
Aunque mi vida distaba mucho de los lujos que otros disfrutaban, en ese momento me sentí verdaderamente afortunada. Amalfi había cautivado mi corazón. Llevaba muchas ideas para mí nueva exposición, quizás esta vez si tenga éxito.
-Estos recuerdos permanecerán conmigo para siempre-murmuré, observando las vistas una vez más.
Después de disfrutar los últimos momentos en Amalfi, era hora de despedirme. Con el corazón encogido, me dirigí al aeropuerto, dejando atrás los encantos de Italia. Mientras me registraba, el panel de vuelos anunció un retraso de dos horas.
-Italia se niega a dejarme ir-pensé, sonriendo para mí misma.
En la sala de espera, las pantallas de televisión transmitían un reality show sobre una familia adinerada envuelta en el caos, pero no presté atención.
Decidí aprovechar el tiempo e ir al baño a refrescarme. Con los ojos entrecerrados por el cansancio, enjuagué mi rostro y me miré en el espejo.
De repente, una mujer vestida de negro entró apresuradamente. Ella miraba a los lados. Su aspecto era desaliñado, como si hubiera salido de una jaula de leones.
Apenas le presté atención y me dispuse a salir cuando, al darme la vuelta, me quedé sin aliento. No podía creer lo que veían mis ojos... La otra mujer estaba igual de sorprendida que yo.
-Pero... ¿cómo es posible? ¿Qué está pasando?-balbuceé, mientras el terror invadía mis venas y comenzaba a temblar.
-Me preguntaría lo mismo que tu, pero no tengo tiempo -respondió la otra mujer
Frente a mí, con la misma cara y el mismo aspecto que yo, se encontraba...
"¿yo misma?"
Una versión idéntica que me devolvía la mirada con la misma expresión de horror. No se que carajos esta pasando, pero tengo tantas preguntas al respecto, no tengo hermanos, pero ver esto me hacía poner en duda todo. Ella me miraba con atención, de pronto una mirada un poco alocada y una sonrisa siniestra se dibujó su rostro.
-Lo siento, quienquiera que seas-musita antes de sentir un fuerte golpe en la cabeza, para sumirme en la oscuridad.
Un dolor punzante en la cabeza me trajo de vuelta a la realidad. Abrí los ojos lentamente, desorientada. Me encontraba vestida con la ropa negra y desarreglada de aquella extraña mujer, mis cosas ya no estaban. Me levanté con cuidado observando mi aspecto, cambiado.
"¿Qué había sucedido?"
De repente, la puerta del baño se abrió de golpe y varios policías irrumpieron, apuntándome con sus armas.
-¡Manos arriba! -gritaron.
-¡Es ella! ¡La atraparon! -exclamó un policía.
Obedecí de inmediato, temblando de miedo.
-Están cometiendo un error, oficiales. Yo no soy quien buscan. Mi vuelo sale en dos horas, soy una turista -expliqué desesperada.
-¡Mantenga las manos arriba señorita! -gritó el policía a cargo
Uno de los policías se me acercó, observándome con recelo.
-Claro, el vuelo donde escaparías después de lo que hiciste -respondió con sarcasmo.
-Despejen el área tenemos a la culpable -informó otro policía
-¿Estaba intentando huir del país? -especuló el policía a cargo.
Lo miré sin comprender, sacudiendo la cabeza incrédula. Antes de poder articular palabra, me esposaron bruscamente.
-Vamos camina, para que pagues por lo que hiciste -me dijo el policía
Al salir del baño, un caos de luces de cámaras y periodistas me cegó. Estaba rodeada de policías que me escoltaban con las armas en alto, como si fuera una peligrosa criminal. Las preguntas y flashes no cesaban mientras me conducían a una furgoneta policial.
-¡La tienen esposada! ¡Esto es grande! -vociferó un camarógrafo
-¿De qué se le acusa?
-¿Es la mente maestra del asesinato?
-¿Cuántos cómplices tiene?
No podía seguir escuchando como me acusaban de algo que no había hecho, no tenía idea.
-¡Deténganse! ¡Soy inocente! ¡Tienen que creerme! -grité desesperada, pero mis súplicas se perdieron en el tumulto de flashes.
Dentro del vehículo, con la adrenalina fluyendo y las esposas lastimando mis muñecas, solo podía preguntarme...
"¿qué diablos estaba ocurriendo?"