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img img Romance img LA NOVIA FUGITIVA

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Sinopsis Amelia, huyó el día de su boda, pues era fiel creyente en el amor, huyó lejos de su familia y todo lo que le rodeaba, para darle paso a una nueva vida, pero estaba lejos de imaginarse, que el hombre que dejó botado en altar la buscaría para vengarse de ella y hacerla vivir el sufrimiento más grande que ella pudiera sentir. Unos años más tarde, después de haber sometida a tantas humillaciones, Amelia regresó convertida en otra mujer, empoderada, y llena también de unos deseos inmensos de vengarse del hombre que le hizo tanto daño. Pero con lo que ninguno de los dos cuenta, es que siempre estuvieron destinados a estar juntos ¿Crees en las segundas oportunidades? ¿Crees en el amor verdadero? Acompáñame en esta conmovedora historia.

Capítulo 1 El oscuro fin para el cuento de hadas

Como si fuera un cuento de hadas, el viento jugueteaba con el cabello de Amelia, mientras que ella caminaba por los extensos senderos de su gran mansión, sin ni una sola preocupación, y hasta ese momento, ni un solo sufrimiento. La vida perfecta para cualquier mujer inocente que solamente creía en la pureza del amor.

Amelia, heredera de una de las mayores fortunas del país, es la protagonista de este relato encantado. Las revistas de sociedad elogiaban su gracia y elegancia, mientras su riqueza la convertía en el objeto de deseo de muchos.

No obstante, Amelia anhelaba más en la vida, buscaba el amor verdadero, una conexión que no estuviera marcada por la fortuna, sino por quien era realmente.

Y así llegó la noticia que alteraría su destino para siempre. Su progenitor, el influyente magnate industrial Ricardo Reynolds, había ideado un plan ambicioso para asegurar el futuro de la familia y su riqueza: un matrimonio concertado con uno de los solteros más destacados y enigmáticos del país.

Pero Amelia intuía que aquel pacto matrimonial era simplemente un acuerdo de negocios, lo cual la llenaba de frustración. Ni siquiera había tenido la oportunidad de conocer al hombre con el que se suponía que se casaría.

-Padre, no puedo hacerlo. ¿Quién en su sano juicio se compromete sin conocer a su prometido? -Amelia expresó su frustración mientras tomaba asiento, sumida en un mar de pensamientos.

-Tienes que hacerlo, Amelia. Este hombre goza de un prestigio inigualable. La fusión de nuestros apellidos fortalecerá nuestro imperio, serás la envidia de la ciudad. Además, obtendré el anhelado puesto en la alta cúpula gubernamental que tanto ambiciono; el abuelo de Maximiliano me lo garantizará tan pronto como se concrete el matrimonio.

Amelia lo miró con nostalgia y se levantó de su asiento.

-¿Y a cambio de qué, papá? Observa a tu alrededor, padre, aprecia todo lo que ya posees. ¿Realmente me estás cambiando por un cargo?

No se trata de un empleo corriente; pronto podría ascender a la presidencia. Además, rescataré su empresa con una pequeña inversión, la libraré de la quiebra, es un hecho. No puedes oponerte, mi querida Amelia; el contrato ya está firmado. Además, la unión de su apellido con el nuestro nos conferirá un poder sin igual.

Amelia observó a su padre con una mezcla de enojo y desconcierto. Siendo una mujer independiente y madura, con una sólida fe en el amor, el plan de su padre le parecía completamente fuera de lugar.

-¡No estoy de acuerdo, papá! Ni siquiera lo conozco. ¿Acaso ese hombre está de acuerdo en casarse conmigo? Ni siquiera lo he visto en persona. Es más, no tengo ni una sola foto de él. ¡Papá, por favor!

En ese momento, la madre de Amelia se asomó al jardín al escuchar los gritos de su hija.

-¿Qué está sucediendo aquí?

-Mamá, dile a papá que no quiero casarme por contrato, por favor -la madre de Amelia bajó la cabeza avergonzada y le respondió en un susurro-. Cariño, lo siento mucho. No puedo hacer nada. El contrato ya está firmado, el futuro de esta familia depende de esa boda. Lo siento mucho, hija.

Amelia los miró a ambos, sin comprender por qué sus padres se empeñaban en esa locura. La boda estaba a solo tres semanas y ya habían hecho todos los preparativos a sus espaldas. Cabizbaja, se sumió en sus pensamientos sin saber qué decir o hacer.

"No puedo creer lo que me están haciendo. Puedo decidir por mí sola. No soy tan frágil como ellos asumen", pensó Amelia. Se plantó frente a sus padres y, con determinación, los enfrentó.

-Definitivamente, me tratan como si fuera una niña. ¿Se les olvida mi edad? ¡Puedo decidir con quién casarme y con quién no!

-Pero no te has casado, Amelia -refutó su padre-. En nuestra familia, hay costumbres. Necesitamos que nos des nietos, que tengas una familia, un buen nombre. ¡Te casas! No hay vuelta atrás.

Amelia negó con la cabeza y, enojada, se retiró, dejando a sus padres con la palabra en la boca. Los días pasaron velozmente para ella; el matrimonio era un hecho, y el gran día llegó.

Se contempló en el espejo, ya vestida de novia. Llevaba puesto un precioso vestido confeccionado por un destacado diseñador de la ciudad, repleto de detalles y pedrería que resaltaban cada paso. Aunque su rostro reflejaba una tristeza profunda.

Mientras tanto, en la mansión Donovan, Fernando se preparaba para el evento. Se miraba en el espejo, alabándose a sí mismo. Su belleza y energía eran la envidia de todos los hombres en el lugar. Había regresado recientemente del extranjero, y aunque no conocía personalmente a su prometida, la había visto en innumerables fotografías. Además, la posición que ella ocupaba resultaba sumamente conveniente, sin mencionar las condiciones favorables impuestas por su abuelo para nombrarlo CEO de la empresa exportadora más grande del país, un cargo que no podía permitirse perder.

-Amor, luces espectacular, pero no logro entender cómo te casarás con esa mujer. Sé que todo es una farsa, pero me duele profundamente -Virginia, la novia de Fernando , se aferró a su espalda y lloró desconsoladamente.

Fernando se volvió hacia ella, sostuvo su rostro con ambas manos y le dio un beso apasionado en los labios.

-Querida, en dos años, me divorciaré y nos casaremos. Serás mi esposa, aunque mi familia se oponga. Solo me estoy casando porque mi abuelo está enfermo y prometí cuidar de esta familia. Soy el único hombre que queda, debo asumir la responsabilidad por ellos.

-No quiero continuar con esta relación secreta, pero solo tienes dos años, Fernando , solo dos para que tu esposa sea yo y tengamos la familia que siempre hemos deseado. Sé que tu abuelo está enfermo, pero quiero ocupar el lugar de esa mujer.

Fernando se acercó a su novia, le dio un beso en la frente, acarició sus brazos y le sonrió.

-Querida, será por poco tiempo. Después de manejar Donovan y Asociados, mi abuelo no podrá controlar nada. Quédate tranquila. Además, mi futura esposa parece ser muy sumisa, no tendré problemas con ella al divorciarnos. No te preocupes. Por eso no he querido conocerla, no quiero establecer ningún vínculo. Desde esta noche, ni siquiera dormiré a su lado. Nuestra relación continuará sin interrupciones. Me debo solamente a ti.

La novia de Fernando lo miró angustiada. Sabía que él la amaba y estaba enamorado de ella, pero el dinero también era importante para Virginia. Así que se sacrificaría por un par de años. Christopher, su abuelo, era un controlador empedernido y haría todo lo posible por cumplir sus objetivos. Nada era más importante para él que casar a su nieto con la hija de un prestigioso empresario.

La boda de Amelia y Fernando resonaba en toda la ciudad. Los hijos de los magnates más poderosos en el sector de la exportación unirían sus vidas en una espléndida ceremonia. Todos envidiaban la posición en la que se encontraban; los medios de comunicación aguardaban frente a la iglesia, mientras la familia, amigos, conocidos, políticos y empresarios se reunían para ser testigos de una de las uniones más destacadas en el país.

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