Mi mejor amiga Sofía, su voz temblaba de ansiedad mientras me preguntaba si la Abuela Romero la escogería para la Fiesta de la Vendimia.
Pero para mí, el dulzón aroma a uvas maduras de la víspera de la cosecha olía a muerte, a un recuerdo brutal que aún me sofocaba.
Acababa de renacer, y la imagen del agua helada llenando mis pulmones en la cuba de fermentación seguía persiguiéndome.
En mi vida pasada, le conté a Sofía el secreto más oscuro de nuestro pueblo, una leyenda ancestral que solo mi familia conocía.