Yo era Isabela, la hija del ama de llaves, una sombra silenciosa en la grandiosa mansión Rivas.
Mi vida transcurría entre trapear y recoger los pedazos de los cristales rotos de Alejandro, el heredero.
Pero cuando su hermanastra Sofía se fugó, la furia de Alejandro se desató, convirtiéndome en su "asistente personal".
Esa orden marcó el inicio de mi infierno personal.
Fui el blanco de su ira, un objeto de humillaciones constantes y crueldades silenciosas en una jaula de oro.
Lo peor llegó cuando, tras un embarazo del que intenté escapar, fui forzada a un procedimiento devastador.