-Tengo que prepararme- Alexia se levantó de la cama, y mientras lo hacía entró una doncella, está hace una reverencia y dice -Su majestad...digo Duquesa Caro yo la asistiré hoy, su Alteza real el Rey, solicitó que estuviese presente en el desayuno ya que hará un anuncio.
Alexia ya se esperaba algo así, aunque no sabía de qué se trataba, era probable que le dijera que se marchará lo antes posible, tal pensamiento le causó una escalofriante sensación que recorrió su espalda haciéndola estremecer un poco, claro trato de que su expresión no cambiará, no puede dar indicios de que le afectaba lo que vendría, la asustaba tener que marcharse del palacio el cual había sido su hogar por diez largos años, ahora tendría que valerse por sí misma.
-Hannah...prepárame el baño, no podemos hacer que su majestad el Rey espere.
-Si Duquesa, ya mismo lo preparo.
«Duquesa... es tan extraño escucharlo, tengo diez años que no usó ese título, bueno era de esperarse ya no soy la reina» así era Alexia Edevane no existía más, ahora solo era Alexia Caro, la Duquesa Caro, al menos consiguió recuperar el título de su familia, no muy rico y lleno de deudas pero esa suyo.
***
En el comedor real ya el Rey estaba presente, Alexia se anuncia, entra y hace una referencia, el Rey era un hombre fornido de unos veintisiete años, mas joven que el Rey anterior, pero poseía la características facciones de la familia real, ojos azul profundo y rostro hermoso, aunque el cabello de Conrad era negro diferencia del antiguo Rey, el cabello de Conrad era oscuro pero tenia su encanto y destacaba sus rasgos, estaba peinado perfectamente dándole un aire pulcro y fino, su aura definitivamente era la de un noble, un Rey.
-La Duquesa Alexia Caro se presenta al comedor real al aceptar humildemente la invitación de su majestad el rey Conrad.
Un camarero le indica su puesto y Alexia se sienta y da una ligera sonrisa.
«¿Así que solo nosotros?»
-Me alegro que vinieras Alexia, en un honor tenerte conmigo, espero que no sea la última vez - dice Conrad sonriendo falsamente
«sola con el rey, no creo que sea algo bueno»
Estoy en la otra esquina del comedor, es uno pequeño solo para el desayuno. Aún así no es nada sencillo, es muy lujoso y elegante «digno de un rey...» susurra en su mente Alexia desayuno muchas veces con su anterior esposo en ese lugar ahora ese recuerdo es distante.
Conrad Christopher Vas Edevane el actual Rey del país de Edevane, en el sur del continente Ostriano. Un país rico y grande y sobre todo poderoso. Conrad subió al trono después que Gregor Edevane el esposo de Alexia, el anterior rey muriera y Albert el hermano menor del difunto rey desapareciera poco después de la muerte del rey, así que el trono cayó en manos de Conrad el Duque de Vas, primo del anterior rey Gregor y el príncipe Albert.
En el momento que Conrad llegó a reclamar el trono Alexia estaba aún en duelo por la muerte de su esposo y cuidando a su recién nacida Rosalyn la princesa real, desafortunadamente la muerte de su esposo solo fue el inicio de su martirio, Gregor y Alexia habían tardado mucho tiempo en hacerse padres, casi los diez años de su matrimonio y eso había despertado sospechas, estúpidas y sin fundamento pero aquellas sospechas la lastimaron, llevándola a juicio y humillándola, haciéndole pruebas de paternidad a su hija, después decían que era amante del príncipe Albert, eso fue demasiado, Albert era su cuñado y amigo, el estaba desparecido después de aquella guerra se mantuviera a rayas y el anuncio de la muerte del anterior Rey, el príncipe Albert simplemente había desaparecido como por arte de magia.
El rey ordenó a los sirvientes que salieran una vez que llevaran toda la comida a la mesa. En eso el rey deja posa sus manos en su barbilla y sonríe -Alexia querida estamos en confianza, relájate un poco- dice mirándola afablemente
-No se a que se refiere su majestad, estoy disfrutando del desayuno en su compañía.-dice Alexia mientras baja el tenedor de su mano y le devuelve la mirada con una cálida sonrisa.
El Rey sube la comisura de sus labios y luego dice -Ya que estamos en confianza sabrás que pronto me casaré con la hija del marqués Berrycloth y la haré mi Reina-dice calmadamente mirando a Alexia.
-Sí lo escuché, su majestad, déjeme felicitarlo por su próximo matrimonio. Que dios bendiga su unión.
-Que bueno que te alegres, también me es grato es una buena familia...pero ella es joven e inexperta. aún no tiene la suficiente preparación para el cargo así que pensaba que tal vez tú podrías ayudarla.
-¿Ayudarla? No entiendo la pregunta de su alteza.
-Desearía que como ex-reina aconsejaras a mi futura reina y le enseñes la labor correspondiente.
-¿Quiere que me convierta en dama de la corte de la reina?- Dice Alexia sorprendida
-Bueno algo así, pero pensaba algo más cercano...más íntimo-ante esas palabras Alexia se congeló
-¿A que se refiere con más íntima su gracia?¿No logró entender su propuesta?¿No es el puesto de dama de la corta el puesto más cercano a la familia real?
-Hay otro aún más alto, dulce Alexia, un lugar más cercano a la familia...a mi.
Antes sus últimas palabras Alexia entendió lo que quiso decir y maldijo en su corazón
-Me refiero a que seas mi concubina Real, Alexia, solo tú estás capacitada para tal honor, se que es algo que no se usa, pero creo que es una idea fantástica- dice colocando una copa de vino en sus labios sonriendo mientras observaba lascivamente a Alexia.
Alexia tembló ella jamás espero que le propusiera algo tan horrible y descabellado "concubina" esa palabra vino a su mente de forma inmediata dejando un horrible y amargo sabor.
-Su majestad, sinceramente me honra, que haya pensado en mí para una posición a su lado, pero creo que no estoy apta para ello- dice Alexia tratando de ser lo más fría y calmada posible.
-¿Me estás rechazando Alexia?- dice el rey con su sonrisa apagada y ahora la mira fríamente
-Alteza entienda, yo ya tengo una hija y soy ex-Reina no sería bien visto que la ex-Reina se convierta en su concubina y menos con ya un hijo del anterior rey y que dirá su Reina no le gustará.
Alexia dijo todo eso esperando que la razón llegara a la cabeza del Rey cruel y la dejara en paz. Pero lo que vio fue una mirada llena de ira y una sonrisa diabólica.
-No te debes preocupar de lo que opine la imbécil de Lysa después de todo la elegí por estúpida, un lindo adorno. En cambio tú sí sabes lo que haces es una lastima que te haya agarrado primero el inepto de mi primo, yo te hubiese aprovechado mejor- dice mirándola mientras intensamente, se levanta de su asiento y se acerca a Alexia rápidamente la toma de la mano y la acerca a su cara
-Alexia, no sabes las ganas que tengo de tomarte ahora mismo en esta mesa-. Dice Conrad besando los dedos de Alexia ya dejando cualquier tipo de decoro
-Su...su majestad por favor piense bien lo que hace, no es correcto- dice nerviosa intentando apartarse
El rey se acerca más al punto de jalar la y atraparla en sus brazos quedando tan cerca de él que ella se sorprendió.
Alexia al subir su mirada ve a aquellos ojos que son azules como zafiros tan brillantes como gemas, «los ojos de la familia real» piensa Alexia su esposo también los tenía de ese color al igual que su pequeña hija... el rey era alto y musculoso de cabello espeso y oscuro perfectamente peinado... Conrad era un hombre atractivo pero sádico y cruel. estar cerca de él sólo le producía náuseas.
-Alexia, querida sabes bien que no puedes rechazarme es mejor que me aceptes alegremente- dice mientras forzosamente la besa
Muerde y chupa sus labios fuertemente. Alexia intenta con todas sus fuerzas librarse él solo se ríe y sigue.
Y luego lanza todas las cosas de la mesa y tira a Alexia en el comedor poniéndose rápidamente sobre ella inmovilizándola agarrándola de sus dos manos empieza a besarle el cuello y el pecho rompiendo así su vestido.
-Su majestad deténgase por favor, no haga nada de que se pueda arrepentir- Alexia dice desesperada
-Ese es el punto, no me arrepentiré. Te tendré debajo de mi, mientras te retuerces. Mejor acostúmbrate, ya eres mía- dice mientras salvajemente manosea su cuerpo y por más que Alexia grita nadie va a su rescate
El rey se divirtió con Alexia por horas sin dejar le opción alguna de irse del palacio, o eso le pareció a Alexia, horas, siglos, milenios, doloroso y desagradable, pensó en su esposo, en su hija y en su cuñado, sus padres y demás familiares, que había hecho Alexia para llegar a ese momento de su vida, lágrimas resbalaron por sus mejillas blancas teñidas de rojo por ira, violencia y sufrimiento, la persona que la hacía sufrir en esos momentos era alguien quien ella había confiado plenamente, aun así rompió toda su confianza y tomó su cuerpo, desgarrando su confianza y corazón.
Pronto la puerta se abrió, y una mujer de cabello rubio cobrizo entró, su mirada dura y acusante, avergonzó a Alexia, pero esa joven lucía dura y lastimada, ¿por qué? ella nos miró y El Rey la miró con desprecio por interrumpirlo, esa joven no dijo nada y simplemente nos observó un rato, Alexia aprovecho para acomodarse la ropa y levantarse de la mesa con precaución, el Rey vio desafiante a la joven y esta le devolvió la mirada, Alexia salió corriendo tan lejos y rápido como pudo, necesita marcharse ahora mismo de allí, necesitaba a su hija.
Días después ella tomó la decisión de huir, el Rey la había perseguido y encerrado, en los calabozos, los cuales estaban remodelados como en los tiempos antiguos, por sorpresa de ella también estaba cautivo Albert, su cuñado, el Rey lo había secuestrado y torturado, el Rey iba y abusaba de Alexia frente a Albert todos los días, estaban impotentes, gritaban para que se detuviera, pero Albert solo conseguía palizas y ella mas violencia, un día al despertar, escucho ruidos, la mujer de cabello rubio cobrizo estaba en el calabozo, nos miró y nos abrió las esposas, nos dijo.
-Hay un auto afuera, váyanse a Lino una vez allí el Rey no podrá tocarlos, su hija ya está en el auto esperándolos, apresúrense, Albert y yo nos miramos y no dijimos mucho agradecimos y salimos de allí, el sol brillante nos golpeó, pronto vimos el auto, y la bebe estaba en una silla de auto en la parte de atrás, la mire y llore, pero no había tiempo, subimos y andamos, vimos a la mujer alejando su silueta a la distancia, le rogué a dios para que pudiéramos huir.
Pero dios no me escuchó