Género Ranking
Instalar APP HOT
img img Romance img Los Dulces 40
Los Dulces 40

Los Dulces 40

img Romance
img 74 Capítulo
img 3.4K Vistas
img Charló Blus
5.0
Leer ahora

Acerca de

Cuando los 40 llegaron a la vida de Nadia Meyer su vida transcurría entre su pequeña pastelería, la casa, los achaques de su madre, la novia de papá y las locuras de la tía Merlina, una jocosa mujer viuda que busca el amor. Nadia sin novio o prometido en puerta es para sus familiares una irremediable solterona, que el tren ha dejado. Su tiempo de ser madre se ha estado pasando, aunque ella ha dicho que no le preocupa, y con esto aclara que tampoco está desesperada en búsqueda de amor pasajero. Nadia quiere fugarse de las cuatro paredes de su pastelería, quiere cambiar su estilo, mejorar su vida y buscar el destino que tiene claro. Entre los dramas familiares, los secretos, las herencias que dividen, tanto los lazos familiares rotos, los conflictos del corazón, y la razón. Emprenderá un camino que está dispuesta a seguir. Nadia y Sergio, se conocen en una noche de copas, atrevidas confesiones, risas alborotadas junto a secretos revelados, la vida los estará siguiendo traviesamente para darles un espacio para el romance. Sergio es un atractivo hombre que pasó los 40, con una madre sobreprotectora, un padre que tiene las una y mil enfermedades, una hermana soltera que se niega a abandonar sus rústicos vaqueros y una profesión que según sus padres no promete mucho. El mundo de Nadia y Sergio necesita cambios, amor, poesía, risa, y aventuras. Nadia comprenderá que sus dulces 40 han traído notorios giros que son necesarios, la vida no pasa por vivir para los demás, si no; Vivir con la plenitud de abrir su corazón al amor. Acompáñame en otra historia encantadora, con emociones y sentimientos- Una historia para reír, pensar, reflexionar y atreverse a sentir que los dulces 40 no vienen solos, vienen con gratas y amplias sorpresas. LA AUTORA Charló Blus

Capítulo 1 Me Niego A Despertar

La cobija azul colgaba del borde la cama de Nadia, mientras ella con su cabello revuelto, sueño profundo y respiración casi incierta dormía plácidamente. De repente los toques en su puerta le despertaron abruptamente.

-Necesito que hagas café antes de irte a la pastelería, unos huevos con jamón, queso crema y jugo d e naranja, tu papá vendrá a tomar también el desayuno, ya sabes que los domingos se hace un tiempo para venir a darnos unos minutos, desde que tu padre se fue con esa mujer, se ha olvidado que tiene familia. Tu hermana llegó tarde anoche, pobrecita...te imaginas lo que es estar sirviendo mesas y atendiendo a ricos caprichosos, pero parece que le dieron buenas propinas-. Nadia estaba profunda, era como si Alice hablara sola. -! Nadia! Levántate, necesito desayunar-.

-Mamá...por favor, déjame dormir, estoy rendida, ayer tuve un día pesado, acosador, es domingo y me niego a despertar -. Se cubría por completo.

- ¿Y piensas pasarte todo el día en cama hoy? Tu padre llegará en unas dos horas, así que muévete, péinate Nadia y acomoda un poco la casa, te daría una mano, pero tengo esta mascarilla en el cabello-. De golpe quitaba la cobija mientras le halaba del brazo.

Los ojos de Nadia miraban perdidamente, suspiraba con lentitud.

-Bien me levantaré, pero...mira la hora que es...seis de la mañana madre, pensaba dormir hasta las siete, abro a las ocho y media, y tu deberías considerarme un poco-.

-Bueno yo también tengo que ir a trabajar-.

-Tu solo te limitas a cobrar acomodada en tu silla ejecutiva. Yo tengo que hornear y hacer mil cosas-.

-Para eso tienes a ese tonto de Octavio, insistes en darle trabajo, hace rato lo habría despedido, es un bueno para nada, quizás es porque es tu club-.

- ¿Mi club? -. Nadia se colocaba la bata atándola a su cintura.

-Es solterón igual que tú, nada que se casan, no traes un nieto a casa, y estas a poco de cumplir cuarenta, estas colocándote vieja-.

-Oh... que descubrimiento madre, soy una mujer madura, no una vieja-. Entraba en el baño y cerraba la puerta de golpe, abría los grifos para no escuchar más tonterías, entre ellas que se estaba pareciendo cada día más a la tía Merlina. El motivo del porque su madre insistía en llamarla vieja, no lo entendía. -Mi club de solterones...jajaja es un chiste-. Y un chiste de muy mal gusto, siempre recordándole que el tren se le pasaba.

Sergio se movía de un lado a otro pues en sus pesadillas iba corriendo a prisa, una momia viviente lo perseguía. De pronto se veía de pie frente a una gran pirámide, en la cúspide...y de allí se lanzaba al vacío.

Despertaba sobresaltado. Era solo un sueño. Su mano tomaba la jarra de agua para llevar el vaso hasta el borde, la bebía despacio.

Había viajado a Turquía con el equipo del doctor Palestro.

Dos días en Ankara fueron suficientes para colocarse al día con varios colegas, y de allí tomaron ruta a Konya, la hermosa ciudad situada en la región de Anatolia Central, importante por sus centros históricos y culturales de Turquía.

De pronto recordó que debía llamar a sus padres. Mientras esperaba al teléfono tomaba una manzana jugosa, se miraba al espejo su rostro que lucía algo bronceado, se miró de cuerpo entero al espejo, el ejercicio realizado los últimos meses se veía, sonreía satisfecho.

-Hola...si madre, soy yo...lo siento se me olvidan las horas de diferencia, dormía aun, es domingo y hoy no iré a la excavación, bajaré al restaurant y seguiré durmiendo, estos últimos días he estado algo sofocado con muchas tareas que hacer-.

-Hijo esa profesión no es para ti, eres un excelente escritor, tu última novela de hace años fue exitosa, ahora solo quieres vivir comiendo tierra-.

-Mamá, me encanta comer tierra como dices-. Daba dos mordiscos más.

-Pienso que eso que estudiaste es perder el tiempo, ya todo está descubierto-.

-Me gustaría traerlos para que conozcan, se enamorarían de este bello lugar-.

-Esos lugares están llenos de gente loca, nunca faltan los atentados, las hambrunas, y los cohetes esos que lanzan-.

-Uh......cohetes...mamá, no he visto cohetes por aquí, creo que estas confundiendo un poco los términos-.

-Ja...tu podrás ser muy histórico, arqueológico y demás, pero no vengas a enseñarle a tu madre-.

-Historiador mamá, historiador-.

-Eso mismo, he sido florista hace años, de generación en generación, se historia también, no subestimes a una madre florista-.

Sergio reía con soltura. Se ataba una toalla a la cintura.

-Mamá... ¿Y papá? -. Tania le extendía el teléfono a Clement

-Hijo que alegría que llames, te olvidas de estos viejos enfermos y solos-.

-Que dramático eres, ayer te llamé, me dijiste que tenías algo en el estómago...-.

-Oh si, ya recuerdo, creo que tengo una enfermedad y azota mi estómago... era un pequeño dolor, pero iré al médico, la pregunta obligada hijo ¿Cuándo regresas a casa? Tu madre ha estado mirando entre las hijas de sus amigas, hay una chica que es un caramelo, linda, estudiosa, elegante, con clase, sabe mucho de arte, podría ser una buena esposa para ti, imagina los dos excavando mientras tu lees poemas de amor a tu amada, así conquisté a tu madre-.

-Es una bella historia de amor, mamá entonces cayó rendida y todos los días pasabas por su floristería a comprar una rosa, así que mamá terminó profundamente enamorada de ti-.

-Bien, has aprendido algo, busca una historia de amor como la nuestra, anímate ahora que vengas y ten una cita, eres un codiciado soltero con 39 años, estas por perder el tren...atiende a lo que dice papá-.

-Bien, cuando regrese preséntame alguien-.

-Xenia te gustará, quizás doblen las campanas-.

-No te adelantes, ni siquiera la conozco aun, en unas semanas estaré un mes por casa, así que podrás presentármela...mañana los llamaré para saludarlos, iré a comer algo, cuídate papá, dale un abrazo a mamá-.

-Tu madre quiere contarte sobre la...-.

Colgaba deseando que estuvieran bien.

-Oh...hijo espera ¿Recuerdas mi amiga Anabel? Tiene una preciosa sobrina, yo creo que tu deberías darte también el espacio ahora que vengas de conocerla, es profesora, imagina una chica profesora para tus hijos, ya que te la pasas viajando sin estabilidad, ella seria perfecta, aunque Tita la chica del piso dos, una rubia linda, ojos cafés claros, cabellos dorados como el sol, la piel es una porcelana, creo que es de esos países de los ojos rasgados, su hermano es un chico hermoso, hasta pensé que tu hermana debería salir a tomar un café....hijo....Sergio....Oh Clement, me colgó de nuevo-.

-Jajaja...mujer, siempre te cuelga cuando se trata de temas de chicas-.

- ¿Crees que no le gustan las chicas? Y si fuera lo contrario, Oh por Dios, me desplomo-. Se dejaba caer en la silla.

-No seas dramática, ha tenido novias, nunca trajo algún chico a casa, pero es muy complicado, quiere una reina de belleza a lo mejor-.

- ¿Reina de belleza? Oh que bien, no me molestaría, le alejaría un poco de ese trabajo, nunca he entendido que encuentra de agradable al vivir rodeado de trastos viejos, arena, y cacharros -.

Salía con rumbo a la cocina, el café estaba en su punto.

Alice bebía su taza de café, era la tercera que tomaba, Nadia se despedía mientras revisaba su reloj, las ocho en punto, aunque la pastelería estaba a solo tres manzanas de casa, prefería irse antes que iniciara la batalla campal entre sus padres.

-Hija quería pedirte un favor para mañana en la noche, quiero visitar unos amigos que hace tiempo no frecuento ¿Puedes hacerme un pastel de zarzamoras? -.

-Si papá, te lo tendré listo en la tarde...ahora me despido, disfruten su desayuno-.

-Por favor Nadia, tu padre apenas llega y tú vas de salida...espera unos minutos-.

-Déjala, no hay problema-.

-Imagino que tu querida noviecita te daría permiso al menos para que almuerces con tu familia-.

-Iré a comprar algo de fruta, y almorzaré con ustedes-. Bill se colocaba de pie, agradeciendo el café, realmente estaba exquisito. No tardaría solo iría por algo de fruta, de hecho, les cocinaría.

-Deberías venir a comer con nosotros, una deliciosa pasta podría esperarte, albahaca, aceite de oliva, crema...piénsalo cariño-.

-Bien papá, ya me convenciste-. Nadia y Bill iban rumbo a las escaleras que conducían a la puerta principal.

Alice no perdió oportunidad para dejar salir su sentido de ironía.

-Y trae unas dos o tres botellas de vino, si es que la amante te permite tomar con tu familia-. Alice los miraba ahora desde el balcón de su habitación. Bill hizo señas que las traería.

-Papá... no sé cómo la soportas, perdona que tenga que opinar, a duras penas puedo soportar la mofa con sus amigas sobre mi vida, estoy harta, quisiera vivir sola y al menos más de cien veces lo he pensado...imagina el día que quiera salir con alguien, tener sexo o asomarme desnuda a media noche al balcón-.

- Uff... Creo que querías desahogarte...puedes tomar tus decisiones, tu madre te ama, se preocupa quizás en exceso-.

Seguir leyendo

COPYRIGHT(©) 2022