Las pesadillas me ahogaban cada noche, un eco de un pasado doloroso que creía haber superado. Pero esta vez, el terror no terminó al despertar. Desperté encadenada en una celda de lujo, mi torturador era él: Alejandro, mi primer amor, que ahora me miraba con ojos de depredador. "Porque eres mía, Sofía", susurró, y el infierno comenzó.
Meses de cautiverio me destrozaron, una danza macabra entre su enfermiza ternura matutina y la brutalidad nocturna. Mi cuerpo, cubierto de moratones, incluso una pierna rota. Cuando mis antiguos agresores, Mateo, Javier y Ricardo, aparecieron como sus "amigos", mi mundo se deshizo por completo.
No podía entenderlo. ¿Qué culpa tenía yo? Él me había abandonado años atrás, el día que fui agredida. Ahora, su propia madre me revelaba su "verdad": Alejandro creía que yo lo había traicionado y dañado su audición con mensajes crueles. ¡Pero esta "verdad" justificaba acaso el secuestro, las violaciones, mi pierna rota? ¿El miedo que me consumía?
Aunque la revelación de su madre destapó una red de engaños, nada justificaba el horror vivido. Rechacé cualquier perdón y huí a Madrid, buscando una nueva vida. Pero cuando Alejandro, el antes depredador, ahora destrozado y arrepentido tras su cruenta venganza contra los verdaderos traidores, apareció en mi nueva puerta, supe que era el momento de mi propia y definitiva liberación.