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Seducción irresistible: casada por engaño, amada de verdad

Seducción irresistible: casada por engaño, amada de verdad

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Acerca de

Cinco años después de casarse, Hannah sorprendió a Vincent entrando a un hotel con su primer amor, la mujer que nunca olvidó. La escena le dijo todo: él se había casado con ella solo por su parecido con su verdadero amor. Dolida, lo engañó para que firmara los papeles del divorcio y, un mes después, dijo: "Vincent, hemos terminado. Que tengan una vida feliz". Con los ojos enrojecidos, él la abrazó. "¡Tú me provocaste primero!". Pronto, la empresa de la mujer creció rápidamente y se preparó para cotizar en bolsa. En el lanzamiento, Vincent la observó tomar de la mano a otro hombre. En el probador, él la acorraló, con lágrimas en los ojos. "¿Es él el hombre adecuado? Hannah, me arrepiento... cásate conmigo una vez más".

Capítulo 1 El precio del adiós

Hannah Scott tuvo la amarga certeza de que su esposo, Vincent Jones, estaba saliendo con su primer amor. Acababan de registrarse juntos en un hotel. Observó la escena desde la distancia, incapaz de apartar la mirada. El primer amor de Vincent guardaba un sorprendente parecido con ella.

A unos diez metros de distancia, Hannah sacó el teléfono para llamarlo. "¿No sugirió tu abuela que fuéramos a hacernos un chequeo médico, ya que estamos intentando tener un bebé? ¿Estás libre ahora?".

"Estoy en una cena de negocios. Hoy no puedo, tendrá que ser otro día", respondió Vincent.

"De acuerdo", dijo Hannah con voz serena, y colgó. Increíble. Estaba a punto de entrar en una habitación de hotel con otra mujer y aún así tenía el descaro de mencionar "otro día".

Hannah los siguió hasta la puerta de la habitación y se detuvo. Apenas entraron, escuchó el sonido de risas y coqueteos que se filtraba desde el interior. Por un instante, consideró irrumpir en la habitación y enfrentarlos. Pero se contuvo. La furia se desvaneció tan rápido como había surgido, dando paso a una decepción profunda y duradera. En ese momento supo que era hora de ponerle fin a todo.

Sin dudarlo, Hannah contactó a un abogado para que redactara los papeles del divorcio. Apenas los había firmado cuando Danica Jones, la madre de Vincent, la llamó para reunirse.

Se encontraron en una pequeña cafetería y tomaron asiento una frente a la otra.

"Quizá no lo sepas, pero Brinley ha vuelto", dijo Danica con aire de superioridad.

Brinley Gilbert. El primer amor de Vincent; la mujer que Danica siempre había adorado.

La mujer mayor se inclinó hacia adelante y su tono se tornó casual, casi encantado. "Ponle un precio. ¿Cuánto quieres para desaparecer de la vida de Vincent?".

Danica nunca había aprobado a Hannah, principalmente debido a su origen humilde. Su mayor anhelo era casar a su hijo con una joven de la alta sociedad que contribuyera a la expansión de Grupo Jones.

La voz de Hannah se mantuvo firme. "Transfiérame todas las propiedades que estén a su nombre y le daré la libertad a su adorado hijo".

Danica tenía una debilidad por las propiedades de lujo. Poseía varias residencias exclusivas cuyo valor conjunto ascendía a miles de millones.

"¿Hablas en serio?". Pareció realmente sorprendida por la rapidez con que Hannah había aceptado. Durante cinco años, Hannah había sido la esposa secreta de Vincent. Renunció a su carrera y evitó toda atención pública, asumiendo en privado el papel de la esposa perfecta. Casi todos daban por sentado que estaba perdidamente enamorada de él.

"Sí. Ya tuve suficiente. Terminaré con esto. Solo quiero irme", comentó Hannah. La imagen de Brinley le cruzó por la mente, y una profunda frialdad se apoderó de ella. Comprendió que Vincent nunca la había amado. Se había casado con ella solo por su parecido con su primer amor.

Ahora todo cobraba sentido. Con razón nunca le decía "te amo", por más que ella se lo preguntara. Aunque sentía una fuerte opresión en el pecho, se negó a derramar una sola lágrima. No era más que un hombre. Nada extraordinario. Basura que debía desechar.

Los labios de Danica se curvaron en una sonrisa de satisfacción. A sus ojos, Hannah nunca había estado a la altura de su hijo: su origen era demasiado común y sus modales, frívolos. "Finalmente entras en razón. Pero hay una condición más: no puedes decir una sola palabra sobre este matrimonio secreto, y Vincent no debe enterarse jamás de nuestro acuerdo".

"De acuerdo". La sonrisa de Hannah se volvió gélida. "Una vez que el divorcio sea definitivo, sus diez propiedades serán mías".

"Cinco. Sería mejor no quitarme todas", regateó Danica.

"De ninguna manera", replicó Hannah, poniéndose de pie. "A menos que prefiera que yo siga siendo la esposa de Vincent. Y ambas sabemos que ese papel vale mucho más que diez propiedades".

El rostro de Danica se contrajo. Respondió entre dientes: "Bien".

Al salir de la cafetería, Hannah se detuvo frente a una fuente. Permaneció allí varios minutos, con la mente hecha un torbellino. Finalmente, tomó una decisión. Se quitó el anillo de bodas, lo arrojó a la fuente y se marchó sin mirar atrás.

Por primera vez en su vida, entró en un club exclusivo, pidió una ronda de tragos y contrató a varios acompañantes masculinos. Todos eran encantadores, de buen porte y apariencia impecable. Podía tocar a quien quisiera. Cualquiera de esos hombres, atractivos y que la halagaban, era infinitamente mejor que el esposo frío y distante que dejaba atrás.

Su presencia no pasó desapercibida. Bobby Howard, un viejo amigo de Vincent, la divisó desde el otro lado del bullicioso club. La recordaba como la sombra de Vincent, esa mujer que siempre estaba a su lado sin ostentar siquiera el título de novia.

Al verla reír y coquetear con aquellos apuestos acompañantes, Bobby sacó el teléfono y llamó a Vincent.

"¿Necesitas algo?". El tono de Vincent era tan gélido como siempre.

"¿Te peleaste con tu sombra?".

Vincent guardó silencio.

"La acabo de ver en el club", agregó Bobby. "Entró en un salón privado con un grupo de acompañantes masculinos".

El tono de Vincent se volvió cortante. "Envíame la dirección por mensaje. Y el número del salón".

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