Superando la pérdida
Habían pasado dos semanas desde la muerte de la hermana de Eliza cuando Dara y Moni se dieron cuenta que tenía mucho tiempo sin bañarse y que no podía lavar trastes porque le aterraba el agua, así que decidieron ayudarla al llevarla con un primo de Moni que resultaba ser psicólogo.
Para Eliza era vergonzoso admitir que no podía ni siquiera tomar un vaso de agua ella sola, pero para salir de eso tenía que ser sincera con Carlos, su psicólogo. Era un hombre de cuarenta años, con las mismas características que su jefa; flacucho, alto y cabello muy bien peinado, ambos eran amables y hasta cierto punto mandones, aún así tenían un corazón de oro que le hacía sentir que no estaba sola.
-Entonces vas a usar vaso entrenador para tomar agua, también puedes darte baños de esponja durante las noches, puedes usar audífonos a todo volumen para no escuchar el sonido del grifo, después vas a poner en un balde limpio el agua y con una esponja lavarás tus manos. ¿Estás entendiendo, Eliza?
-Sí...
-Moni me dijo que no tienes familia ¿Es cierto? -asintió con la cabeza.
-Zara era la única familia que me quedaba ya que mi padre creció en el orfanato de Otawwa, Canadá. Mi madre creció con sus abuelos y ellos ya murieron... -la voz de Eliza comenzó a quebrarse.
-Entiendo -anotó algo en su libreta.
-Mis padres murieron cuando tenía diez años -le explicó en un murmuro.
-¿Tienes amigos?
-Mi amiga Dara, ella está en la sala de espera, es mi única amiga...
-¿Tienes buenos ingresos?
-Mis padres nos dejaron dinero cuando murieron, pero no lo hemos gastado porque estábamos ahorrando, ahora que Zara no está, creo que es mío.
-Entiendo -anotó en su libreta.
-Trabajo con Moni para distraerme, antes lo hacía para ayudarle a Zara con los gastos.
-¿Crees poder contratar a alguien para que limpie tu casa? Si tu lo haces podrías salir herida, física y emocionalmente.
-No, tengo a mi amiga, ella es mi vecina y estoy segura que me ayudará con esto.
-Tu amiga tendrá cosas que hacer, te recomiendo que busques a alguien para que te ayude, un trabajo de tiempo completo.
Las indicaciones de Carlos fueron claras, poco a poco iría perdiendo el miedo al agua para volver a la normalidad, le dijo que su mente iba a estar luchando y a causa de eso se sentiría más cansada, así que le aconsejó, mejor dicho, le ordenó contratar a una muchacha de limpieza para evitar derramar agua al trapear el suelo, regar las plantas o hacer todos los deberes del hogar, también tenía que comprar un teléfono nuevo pues había roto el suyo días atrás en un arranque de ansiedad, gracias a Carlos pudo ver una luz al final del túnel.
En Facebook había un grupo de la ciudad llamado "Ventas Vasgach" ahí se podían publicar objetos de valor para venderlos y también buscar empleo, era muy sencillo de usar. Entró a su cuenta después de mucho tiempo, tenía mil mensajes de personas dándole el pésame, pasó los mensajes de largo y publicó que buscaba ayudante. Dara se marchó a trabajar, sus padres se encontraban de viaje, ellos acostumbraban a ir a esquiar, pero al enterarse de la noticia decidieron regresar lo más pronto posible.
Eliza estaba segura que a Zara le hubiese gustado verla fuerte e independiente, seleccionó Radio Ga Ga de Queen, se colocó los audífonos y reprodujo la canción. Tenía un montón de trastes apilados en el fregadero, con miedo tomó una esponja y una tina, sus manos temblaban y sin pensarlo abrió el grifo, no escuchaba la caída del agua, escuchaba a Queen, no pensaba en tocar el agua, pensaba en la pila de platos sucios que tenían que ser lavados...
Y así fue como comenzó a superar poco a poco la pérdida.
Esponja, jabón, agua, plato, enjuagar.
Esponja, jabón, agua, plato, enjuagar.
Sonrió.
La terapia estaba ayudando, después de dos semanas sonrió por primera vez. No era tan difícil como pensaba que sería. Terminó muy rápido de lavar los platos y se dirigió al refrigerador. Había comida echada a perder, una leche caducada, y al fondo estaba una bolsa de frituras que Zara había comprado dos semanas antes del acontecimiento.
Volvió a sonreír recordando a su hermana comer esas asquerosas papitas de pepino, también se puso a barrer toda la casa para tirar todo al bote de basura, que por cierto tenía gusanos de lo sucio que estaba, Dara no pudo ayudarla a limpiar porque se iba al trabajo y el tiempo que estaba en casa trataba de hacerla reír y no dejarla sola. Comenzó a trapear el piso , el aroma era de manzana verde, sacudió los muebles blancos ya que la sala, decoraciones y paredes eran blancas a excepción del piso que era de madera, todo necesitaba limpieza profunda. Después subió a su habitación a tender la cama y cuando la casa quedó impecable apagó la música yendo directo a donde estaba el bote de basura con gusanos. Asqueada cerró la bolsa con dos nudos, la cargó y se fue a tirarla al contenedor de basura de la cuadra.
Eliza vivía en un pueblo lleno de pinos, osos y uno que otro gato montés, en una casa de campo moderna rodeada de naturaleza, su patio era gigante y sin flores, solo césped, pinos y troncos secos.
Cuando aventó la bolsa dentro del contenedor de basura se exaltó pues alguien dijo su nombre.
-Eliza... -miró hacia todos lados y un escalofrío recorrió su espalda.
«No es hora de comenzar a imaginar cosas», pensó.
Tragó saliva, dio la media vuelta y volvió a casa.
Ahora tocaba meterse a la ducha, estaba nerviosa, se colocó los AirPods y reprodujo la canción de Queen nuevamente, suspiró y tomó valor.
Llenó la tina de baño de agua a la mitad, y después de desvestirse se sentó en una silla.
Esponja, jabón, cuerpo.
Esponja, jabón, cuerpo.
Luego de llenarse de jabón completamente y enjuagar la esponja con agua limpia llegó el turno de enjuagarse.
Así fue su primer baño después de aquella noche, su primer baño después de dos semanas. En ese momento se sintió un pasó más cerca de superar ese terrible trauma. Se puso su bata de baño y se fue a la cama.
Durmió, en esa ocasión realmente pudo dormir... Al menos eso creía hasta que se despertó asustada recordando toda la sangre, agua y cuerpos desfigurados -recordando el cuerpo de Zara-. Se encontraba con la respiración agitada, un nudo en la garganta y sin poder eliminar de su mente a su hermana, a las personas que murieron ese día y sin poder eliminar el estúpido miedo al agua.
Dara corrió a su habitación, ella había llegado a casa mientras Eliza dormía, la abrazó y trató de hacer que volviera a dormir.
¿Hasta cuándo volvería todo a la normalidad?
Cuando salió el sol tomó la mejor actitud del mundo, ya que no logró dormir el resto de la noche. Se paró frente al espejo, lucía más delgada que antes, tenía ojeras, sus labios estaban secos y su piel amarillenta, así que decidió maquillarse.
Era de tez blanca y cuando estaba alegre o apenada sus mejillas se tornaban rosas, en ese momento parecía un zombi pues la tristeza consumía el color que irradiaba e incluso su belleza, sus ojos eran azules, pero se veían más oscuros de lo normal, su cabello negro lucía opaco y estaba muy largo, casi le llegaba a la cintura, pensó en cortarlo, pero dicen que nunca debes hacerte un cambio de imagen cuando estás triste o podrías arrepentirte, así que lo cepilló, como era lacio lo dejó suelto, tan solo se puso un par de pasadores a los costados para que no le cubriera el rostro, se puso bálsamo rosa y salió al trabajo.
No tenía vehículo pues la camioneta quedó destrozada, el seguro no cubría accidentes por fenómenos ambientales y para su desgracia la estúpida lluvia asesina de mierda era un fenómeno natural.
Después de caminar hasta la cafetería Moni la recibió con un abrazo, un vaso entrenador con café cargado tal como le gustaba, se sentía querida y entendida, Benny el chico que trabajaba junto con ella -hijo de Moni-, le sirvió un pedazo de pastel y desayunaron los tres juntos.