Capítulo 8 8

Kat mantuvo los ojos cerrados y trató de ignorar el aire frío. La adrenalina la había dejado emocionalmente agotada. Era una reacción normal dadas las tensas circunstancias. Acababa de enfrentarse a la muerte, le había quitado la vida al conductor al que había disparado y probablemente a sus cómplices. Seguro que son al menos dos muertos. El que colgaba de la parte trasera de esa furgoneta era una tostada quemada.

Se estremeció ante la comparación de alimentos que se le ocurrió y cambió su peso en la silla de metal. No la estaba ayudando a entrar en calor. Ella debatió pasearse por la habitación, pero decidió no hacerlo. El riesgo de incurrir en más sospechas por parte de la NSO sería mayor si ella no cumpliera el papel del ratón asustado y tímido. Eso es lo que esperarían y eso es lo que ella necesitaba darles si tenía alguna posibilidad de recuperar su personalidad encubierta.

El clic de una cerradura precedió a que la puerta se abriera. Entró un hombre de cabello oscuro. Estaba seriamente bronceado con penetrantes ojos oscuros, que parecían negros. Él la miró fijamente, sus rasgos ensombrecidos. Ella lo calculó a unos seis pies y medio de altura. Oscuridad. Ese tiene que ser él. Mierda, es enorme e intimidante.

Ella tomó nota de sus brazos densamente musculosos y hombros muy anchos. La camiseta sin mangas se estiraba apretadamente sobre la parte superior de su cuerpo y se estrechaba hasta donde la había metido en la cinturilla de los pantalones negros con cordón. No estaban atados, los cordones blancos simplemente colgaban libres. Tenía muslos bien formados y musculosos, evidentes incluso a través del material grueso, y al menos talla dieciséis pies descalzos. Su atuendo muy informal no era lo que ella esperaba.

"¿Quién eres?"

Confirmó su identidad. Nunca olvidaría esa voz profunda. "Kathryn Decker, pero todo el mundo me llama Kat para abreviar".

La puerta se cerró de golpe, sellándolos juntos por dentro. Ella lo miró, esperando que se abriera por segunda vez.

"Nadie más va a entrar aquí. No habrá rescate".

Ella se centró en su rostro. Se quedó quieto, unos pocos pies dentro de la puerta. "¿No se supone que una mujer debe estar presente?"

Un sonido suave y aterrador salió de él. No era exactamente un gruñido pero tampoco amistoso. "¿Te das cuenta de que ya no estás dentro de los Estados Unidos? Estabas en territorio NSO una vez que pasaste esas puertas. Dime la verdad porque créeme, no quieres que te haga hablar. Tus leyes de interrogatorio no se aplican aquí.

El miedo subió por la columna de Kat, pero lo empujó hacia atrás. "No puedes matarme".

Se acercó y levantó la cabeza lo suficiente para que ella pudiera ver mejor su rostro. Su aliento quedó atrapado en sus pulmones. Tenía uno de los rostros más masculinos que jamás había visto. Sus pómulos eran pronunciados, posiblemente indios americanos. Una mandíbula cuadrada asentada debajo de un par de labios carnosos con un ángulo severo, debido a su ceño fruncido. Sin embargo, fue la forma de sus ojos lo que realmente la sobresaltó. Justice North tenía la forma de un gato, pero la suya no era tan feroz. Todavía no podía decir el color exacto de esos ojos, pero suponía que era marrón oscuro. Pestañas inusualmente largas y gruesas los enmarcaban.

Respira, maldita sea. Aspiró aire, obligando a sus pulmones a trabajar de nuevo. La forma en que vestía tenía que ser una táctica para sacarla de su juego. Necesitaba mantener su mierda en orden. Era difícil hacerlo con esa expresión sombría y la mirada depredadora dirigida hacia ella.

"En realidad podría. ¿Estás listo para decirme la verdad ahora? ¿Quien eres en realidad? ¿Qué estás haciendo aquí?"

Está fanfarroneando . ella esperaba "Mi nombre es Kat Decker", mintió. "Revisa mi licencia de conducir. Llama a mi jefe. Me pidieron que fuera a Homeland durante dos semanas para dar clases de ciencias forenses y repasar su seguridad en algunas de las tendencias más recientes en el comportamiento criminal".

Dio otro paso más cerca. "¿Eres del ejército? ¿Infantería de marina? ¿Fuerzas especiales?"

Ella sacudió su cabeza. "Laboratorio criminalístico".

gruñó.

Kat trató de no reaccionar, pero falló. Su cuerpo se tensó ante el sonido aterrador y peligroso. La distribución de la habitación no la hacía sentir más segura. No había cámaras. Había buscado señales de cómo podrían monitorearla pero no había encontrado ninguna. Realmente estaban solos en la habitación.

"¿Dónde aprendiste a sacar esa camioneta blindada?"

"Veo demasiadas películas de acción y aprendí todo eso a través de ellas".

Su boca se presionó en una línea de enojo más apretada, asegurándole que no se estaba tragando esa mierda. Lo intentó de nuevo.

"Me encanta ver películas. Cosas como volarlos, disparar, salvar el mundo. ¿Creerías que quería crecer para ser una estrella de cine de acción cuando era una niña? Ella no pudo resistirse. "Bruce Willis es mi ídolo".

Sus manos en puños a los costados, su única reacción. Ella podría haber ido demasiado lejos con esa respuesta, pero esperaba que él tuviera sentido del humor. no lo hizo

"No estoy de humor para juegos. Toma mis palabras como una advertencia. Mi paciencia casi se ha agotado".

Kat respiró hondo y luego exhaló lentamente. Sabía que estaba sobre hielo delgado y que tendría que darle algo válido. "Las balas rebotaban en la camioneta. No hace falta ser un genio para darse cuenta de que estaba blindado. Les grité que dispararan a los neumáticos, pero creo que nadie me escuchó con todo ese alboroto. Tal vez no lo vieron desde su ángulo, pero yo estaba un poco cerca y en persona, ya que estaba tratando de liberarse de la puerta. Me di cuenta de que empujarían mi auto fuera del camino para atacar tu segunda puerta.

"¿Cómo supiste sus planes?"

"No lo hice. Hice una suposición educada. Era solo sentido común. Solo quería detenerlos. Tus balas no funcionaban, así que agarré el arma de Rusty para buscar un punto débil. No enchaparon la cerradura de la puerta del conductor". Ella vaciló. "Vi que el conductor y el pasajero vestían equipo de asalto completo. Algo había que hacer rápido. Reaccioné antes de pensarlo realmente. Recuerdo la última vez que los vehículos pasaron por sus puertas. ¿Cuántos murieron? ¿Dieciséis personas?