Capítulo 4 4

La puerta de su oficina se abrió y, por una fracción de segundo, Jeanie tuvo la esperanza de salvarse. Dr. Brask entró, cerrando la puerta detrás de él. Su mano enguantada se levantó, la jeringa agarrada entre los dedos y el pulgar era fácil de detectar.

"¿Ella estuvo de acuerdo?"

"Yo no pregunté," resopló Polanitis. "Dale la oportunidad".

Jeanie quería gritar pero el agarre en su garganta se apretó hasta que no pudo respirar. Su jefe la empujó bruscamente hacia abajo, su peso cayó sobre su espalda hasta que quedó aplastada entre él y el escritorio.

"¿Y si ella va a la policía?" La voz del Dr. Brask bajó. "Pensé que le ibas a pagar más o algo así para que nos dejara probar estos nuevos lotes".

"No tenemos el presupuesto para esa mierda. Solo súbele la falda y pásala por el culo con la aguja. La perra no se atrevería a ser tan estúpida como para traicionarme. Se relajó lo suficiente para que ella aspirara el aire que tanto necesitaba. "¿Lo harías, Shiver? Dile que sabes que sería lo último que harías.

"Por favor", suplicó, aterrorizada por lo que estaban a punto de hacerle.

"Cállate", ordenó Polanitis, apretando su garganta de nuevo. "Ella es tu nuevo sujeto de prueba".

Jeanie luchó, aterrorizada por no poder respirar o quitarse el gran peso de encima. Su falda fue empujada hacia arriba y el dolor apuñaló a través de su nalga superior izquierda cuando la aguja encontró su marca. Polanitis la soltó después y retrocedió.

Ella aspiró aire y giró, empujando su falda hacia abajo. Miró a ambos hombres, viendo que estaban poniendo tanto espacio entre ella y ellos como permitía la pequeña oficina. Eso estaba bien con ella.

"¿Qué me diste?" Miró al Dr. Brask. "¿Qué fue eso?"

Él sonrió. "Debería surtir efecto de inmediato".

"¿Que debería? ¿Qué me diste? Su voz se elevó en pánico.

Jeanie gritó cuando una punzada de dolor agudo la atravesó desde la cabeza hasta los dedos de los pies, comparable a la vez que accidentalmente tocó un cable dañado conectado a un tomacorriente. Sus rodillas se doblaron y golpeó el suelo. Su estómago se revolvió, su cabeza comenzó a palpitar cuando comenzaron los signos de una migraña inminente, y comenzó a sudar. Se sentía como si alguien hubiera vertido gasolina sobre su piel y encendido un fósforo. Se retorció sobre la fina alfombra, se hizo un ovillo y sintió una fuerte sensación de ardor en cada centímetro de su cuerpo.

"Eso no es bueno." El Dr. Brask suspiró. "Esperaremos hasta que la droga abandone su sistema y bajaremos la dosis la próxima vez. Esa no era la respuesta que quería".

"Ella es toda tuya". Decano Polanitis se rió entre dientes. "Traiga una camilla y la trasladaremos a su laboratorio por el día para que pueda monitorear los resultados".

Jeanie rezó para desmayarse. La pura agonía que sufrió fue peor que cualquier cosa que pudiera haber imaginado que sería posible. Se olvidó de los dos hombres en la habitación, perdida en el dolor mientras su piel se sentía como si estuviera ampollada y hirviendo fuera de su cuerpo.

* * * * *

710 paseaba por su celda, preocupado porque algo diferente había sucedido. No estaba seguro de lo que estaba pasando, pero no podía ser bueno. Había estado luchando contra los guardias para evitar que lo mutilaran permanentemente cuando todo había cesado. Habían llegado diferentes guardias y lo condujeron hacia el edificio exterior.

Sabía lo que eso significaba ya que los guardias se burlaban de él de vez en cuando con lo que sucedía en ese lugar, asegurándole que significaría el fin de su vida. La marcha hacia allí también había terminado abruptamente, cuando uno de los machos se abrió y habló a través de su dispositivo de timbre. Lo habían devuelto a su celda, informándole que participaría en un nuevo ensayo de drogas para aumentar la inteligencia. ¿Solo querían asustarme? ¿Hacerme pensar que moriría? Los juegos mentales que jugaban los humanos lo cabreaban.