Capítulo 5 5

La puerta de la celda sonó, indicando que alguien entraría. Giró la cabeza para ver al humano que controlaba la instalación entrar en su espacio vital. Polanitis era un monstruo con ojos muertos y una disposición mezquina. El macho sonrió mientras se acercaba, pero se detuvo al otro lado de la línea que marcaba el área segura más allá del alcance de sus cadenas. El hombre cruzó los brazos sobre el pecho.

"Quería compartir algo contigo, 710. Me doy cuenta de todo, ya sabes. Veo la forma en que miras al técnico Shiver. Ella es una cosita caliente, ¿no?

710 se tensó pero mantuvo sus emociones ocultas. El pequeño moreno siempre llamó su atención. Su toque era suave cada vez que sacaba sangre y lo miraba atentamente con grandes ojos marrones, como si fuera una persona real. Ella era la única técnica que alguna vez le había mostrado algo de amabilidad.

Polanitis parecía petulante. "Ella hace que tu pene se ponga duro, ¿no es así? Estamos trabajando en una nueva fórmula del fármaco reproductor que se adapte a nuestras necesidades actuales. Una vez que esté perfeccionado, estoy dispuesto a enviártela para experimentos de reproducción si eres un buen chico. Él sonrió. "Podrás follártela".

710 dejó de respirar, atrapando el aire dentro de sus pulmones. Sabía lo que la droga reproductora les hacía a los machos. Causó un dolor insoportable y un deseo abrumador de montar una hembra. Le habían administrado una dosis cuando era mucho más joven. Las pesadillas continuaban molestándolo, de cuando su mente se había fracturado por el dolor. No sabía si había lastimado a alguien mientras estaba bajo la influencia de la droga, ya que no conservaba ningún recuerdo de sus acciones, pero era posible que hubiera lastimado a una mujer.

"El técnico Shiver está trabajando actualmente con el Dr. Brask para perfeccionar la fórmula para que no produzca efectos secundarios tan violentos y dolorosos. Sé que te gustaría montar ese cuerpecito caliente. Estamos seguros de que no la lastimarías, ya que estás casi dócil cuando ella está cerca.

La ira llenó a 710 cuando desvió la mirada de Polanitis. Se le revolvió el estómago y la comida que le habían dado recientemente amenazó con salir cuando se dio cuenta de que ella debía haberse propuesto ganar su atracción a propósito, con la esperanza de que no le hiciera daño bajo ninguna circunstancia. había funcionado Una sensación de traición ardía dentro de su pecho, a pesar de saber que no era una emoción razonable. Ella era humana después de todo, su enemiga. Debería haberlo sabido antes de pensar que ella sería diferente.

"No debería pasar mucho tiempo antes de que encuentren la dosis correcta y la acompañaré personalmente a su celda. A cambio, vas a dejar de atacar a los guardias. Dean Polanitis entrecerró la mirada, su tono revelando su ira. "¿Entiendes lo que te estoy diciendo? Perdí a dos buenos hombres en los que confiaba gracias a tu último arrebato. No es fácil encontrar reemplazos. Vas a hacer todo lo que te diga".

710 se encontró con la mirada del monstruo, deseando que sus cadenas le permitieran cruzar la habitación y desgarrarle la garganta. Había querido matar al macho antes, pero ahora se había convertido en una necesidad absoluta. "No montaré a esa hembra".

La expresión de Polanitis ya no era de alegría. "Claro que lo harías. Aquí está el trato. Deja de lastimar a mis equipos de seguridad y te la enviaré aquí. Aflojaremos esas cadenas lo suficiente como para que puedas alcanzarla una vez que la tengas sola. ¿No te gustaría eso?

Un gruñido salió de 710. La droga reproductora lo volvería loco y una imagen apareció en su cabeza de técnico.

Temblar como un cadáver ensangrentado en el suelo de su celda. Atacaría si se la enviaban después de que le administraran la dosis. Por mucho que odiara lo que había hecho, no merecía una muerte brutal. "La mataré".

"No creo eso".

La presunción en el rostro del humano enfureció a 710 lo suficiente como para fanfarronear. Hágala pasar. Soy un animal que mata. Puedo pasar sin comer por un tiempo cuando me castigues por su muerte.