PASIÓN Y DESEO
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Capítulo 8 8

Christina salió de la casa de sus padres más alterada, desvanecida, entristecida de lo que entró. Aunque, creía que, si iba al hospital a pedirle perdón a Frank, estaría dándole la razón sobre lo del accidente y eso era algo en lo que ella no estaba dispuesta a ceder.

Aun así, una pregunta se repetía en su mente. -- ¿ahora qué hago? Como había ido a ver a su madre, estaba más arreglada de lo normal. Aprovechando su buen aspecto, decidió irse al restaurant a beber un vino, no quería ir a un bar sola, prefirió dejar parte del sueldo en una barra pulida con televisión en la cual trasmitiesen algún partido de beisbol y beber un vino costoso.

Ese día no había nadie para fastidiarla y decidió darse un gusto. Se sentó en una de las sillas

altas de la barra, pidió un servicio de pechugas de pollo con ensalada, papas fritas y con aderezo de salsas de ajo, más una copa de vino rojo. El sentimiento de culpa que sentía la iba a matar. Trató de ser justa, pensó que, aunque quería muchísimo a Frank, la cuestión era que ya no se sentía feliz ni cómoda a su lado.

Cuando Christina plasmaba en su mente la lista de las ventajas y desventajas de su relación, encontraba que los beneficios eran muchos y las perdidas eran pocas, por lo cual se preguntaba por qué se sentía como muerta en vida al lado de él. Llegaba a la conclusión que era una inconforme.

Vivía en una constante confusión, sin saber qué hacer. Volver con Frank, era retornar a su rutina llena de rutina y apatía, aquello pareció de lo más aceptable en comparación con la melancolía, la soledad y la tristeza que la embargaba.

Decidió cumplir con el mandato que le había pedido su madre. Se levanto y se fue a casa, al llegar apresurada se dio un baño y se arregló para verse especialmente bonita para Frank y ocasionar una impresión en el. Al arreglarse, se veía bellísima con muy poco esfuerzo. Tomó una porción del pastel de fresa que había horneado la medianoche anterior, para llevarle a Frank.

Era domingo por la tarde, las calles estaban solitarias, no había mucho tráfico. Durante el trayecto al hospital, se dio ánimo.

Al llegar al hospital, subió al segundo piso y camino hacia la habitación que él había ocupado, se percató de que no estaba, así que, tras preguntar en el puesto de enfermeras, una de ellas le indicó que había sido trasladado a una habitación de hospitalización fuera de la sala de cirugía.

Entendió las indicaciones y se encaminó a buscarlo. Esperaba encontrarlo solo, sin nadie de su familia para conversar a gusto con él. Al llegar, se atemorizo en entrar sin anunciarse. Tocó la puerta aguardando unos minutos, por lo que, al no recibir respuesta, asumió que Frank estaba profundamente dormido. Empujó la puerta con mucho cuidado, asomando la cabeza por el resquicio se impresiono de lo que acontecía.

Él no se encontraba con nadie de su familia, lo acompañaba una chica de cabello claro que se encontraba acostada a su lado en la cama, acariciándole el cabello con mucha delicadeza. Cada uno tenía el extremo de unos auriculares y estaban tan absortos mirando el celular, que no se percataron de la presencia de Christina a un par de metros.

Este, conversaba animado y alternaba la mirada entre la tableta y el escote de la chica, que parecía colocarlo a la altura de su rostro a propósito. Esta soltó una risa ahogada cuando él hundió el rostro en su cuello para besarla y segundos después, focalizó que una mujer los observaba.

-Disculpe, ¿busca a alguien? -preguntó Vicky confundida, haciendo que Frank girará el

rostro ante esa pregunta, quedándose sorprendido al notar la presencia de su exnovia.

-¿Qué haces aquí? -Consiguió decir Frank, tras salir del shock.

Aquella pregunta logró que Christina se recompusiera, estaba muy sorprendida, se irguió y sacó la cabeza de la abertura de la puerta para quedar de pie afuera de la habitación. Quince Segundos después, le dio paso a la ira, empujó la puerta con la mano y entró con rapidez y furiosa.

-¡ Caramba, Una semana, Frank! ¿No pasamos un año junto, fueron más de un año y en una semana ya estas saliendo con otra, me dejas atónita? -expresó molesta, sin levantar la voz.

-Christina...

-Eres un mal hombre, no pensé que fueras hacerme tal situación en un momento así. ¿Desde cuándo estás con ella? Por lo menos, ten la decencia de decir la verdad.

-No, no, yo no estaba con él -respondió Vicky.

-No estoy hablando contigo niña -dijo Christina, sin dejar de mirar a los ojos a Frank.

Vicky se levanto y salió de la habitación y espero afuera, se cruzó de brazos con expresión de indignación.

-Christina, ¿Qué quieres? Pensé que habían quedado claras las cosas entre nosotros la última vez que hablamos.

-Vine a saber cómo estabas, a traerte pastel de fresa. Algo que haría cualquier persona con la que has dormido los últimos años de tu vida. Me he dado cuenta que tu has conseguido la mejor manera para olvidar tantos años rápido.

-No Christina, no se me olvidaron los últimos años que viví contigo, pero fuiste tú la que terminó conmigo después que estuvimos juntos en el coche y ni siquiera me distes una explicación del porque terminabas conmigo, ¿o dime, acaso se te olvido eso?

Christina asintió frunciendo los labios y dio un paso hacia atrás.

-Por lo tanto querida Christina soy libre de hacer lo que yo quiera incluso verme o tener una relación con quien yo quiera.

-Eres un imbécil y un falso, Frank, haz con tu vida lo que mejor te parezca.

Tras esas palabras pronunciadas con severidad y firmeza, se dio la vuelta saliendo de la habitación. Encontrándose de frente con Vicky, la actual novia de Frank, diciéndole -Te lo regalo.

-Muchas gracias, te aseguro que lo hare muy feliz -respondió sarcásticamente Vicky.

            
            

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