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Las horas pasaron rápidamente mientras Amanda se sumergía en una serie
de reuniones estratégicas. Su presencia era imponente y la
confianza dominante que desprendía llenaban la sala, dejando en
claro quién estaba al mando allí. Igual que utilizaba su astucia y
elocuencia para persuadir a sus colegas y aliados a seguir su visión,
no le importaba si tenía que usar sus dotes femeninos, pues sabía
muy bien que los hombres se quedaban prendidos de ella, su belleza no
pasaba inadvertida y a consecuencia siempre conseguía lo que quería.
En la segunda reunión del día, Amanda se encontró con que uno de los
inversores principales mostraba escepticismo hacia su nuevo proyecto.
"No sé como ha llegado a estar donde esta" y es que William
Champo era un importante empresario con una familia muy influyente
tanto en el mundo de los negocios como en la ciudad, Amanada puso su
mirada fría y le contesto: "Tengo muy claro como, con trabajo, no
he tenido la suerte de tener una familia rica". Ella sabía que
quitarle merito a su trabajo a el le enfadaría, y sinceramente, no
debía seguir por ese camino, con lo que después de pensarlo por
unos segundos ablando su tono y le dijo "Con mucho trabajo y
constancia se puede llegar a donde uno quiera". Sabía que le venia
mejor tenerlo a su lado, pero si William se convertía en enemigo no tendría
ningún problema en pisarlo para llegar donde ella quería.
El entendió que ella quería aliarse con él, y es que este tipo de
hombres estaban acostumbrados a que las mujeres fueran detrás.
Continuaron con la reunión y con una sonrisa encantadora y un tono
persuasivo, comenzó a hablar sobre los beneficios y el potencial de
la iniciativa. Utilizó su habilidad para flirtear sutilmente,
capturando la atención del William, ya que a cualquier hombre le
encanta saber que le gusta a las mujeres, y desviando sus dudas
llegaron al final. Una vez finalizada la presentación, el William
asintió, se levanto de la silla aparentemente convencido por las
palabras y la presencia magnética de Amanda y con dos dedos le
acaricio la cara, susurrándole al oído "El contrato lo podemos
firmar de manera más intima", ella le dedico una sonrisa, y le
contesto con voz melosa "Me encantaría, pero sabe usted señor
Champo que no me gusta mezclar placer y negocios". El lo entendió
a la primera, pero también pensaba que esa mujer acabaría en su
cama.
La siguiente reunión fue con el equipo de desarrollo, donde Amanda con
su superioridad y frialdad ordeno una serie de ordenes que no solo no
se podían desobedecer, sino que no había margen para el error. Con
comentarios precisos y sugerencias perspicaces, dejó en claro que no
era una líder carismática, ella entendía en detalle cada aspecto
de su negocio. A medida que daba las ordenes los detalles del nuevo
proyecto, se notaba las tensiones y el miedo al error.
Después de una serie de reuniones exitosas, llegó el almuerzo. A Amanda le
encantaba almorzar sola, no le gustaba que la miraran mientras comía
por lo que se fue a un restaurante elegante muy cerca de la empresa.
Allí ya la conocían, y como era asidua al lugar la llevaron a su
reservado privado, donde pidió varios platos y una copa de vino.
Durante la comida, ella pensó en lo que había dado de si la mañana,
muchas veces en el almuerzo hacía balance de lo que había hecho.
Una vez acabado, salio del reservado, con su aire de poder y con el
sonido de sus tacones altos, no miraba por donde iba, pues eran los
demás los que tenían que apartarse, pero sin más, choco contra un
hombre con una gran espalda.
Desconcertada volvío en sí gracias a un aroma familiar, lo que hizo que se
enfadara, "¿Quién narices...?" Cuando se dio la vuelta una
imagen de dios griego la deslumbro, no quería que se le notara, lo
que hizo de tripas corazón y "Aitor... no te esperaba en la
ciudad" el estaba sonriendo, como si fuera su día de suerte, ella
no, hacía demasiado tiempo que no sabía de él, y hubiera preferido
seguir así.
"Amanda, que gusto encontrarse bellezas así recién llegado, sin duda ha sido
un regalo". Amanda se estaba poniendo nerviosa, por lo que le
contesto con rapidez "Regalo no, vuelvo al trabajo, espero que te
vaya bien" pero cuando echo a andar el la cogió de la muñeca,
donde noto su agarre firme, Aitor se le acerco al oído y le susurro
"Espero verte de nuevo, por los viejos tiempos" a lo que se
volvió y le dijo "Yo espero que no" y salido como alma que lleva
al diablo de ese restaurante.
El llegar a la calle y sentir el aire fresco hizo que volviera a su ser,
y pensar más detenidamente en lo que había sucedido. No se esperaba
encontrarse con él, no esperaba volverlo a ver, rara vez pensaba en
Aitor ya que su dedicación al trabajo no le dejaba pensar en nada
más. Decidió irse a la empresa para poder seguir con el trabajo,
cuanto antes fuera antes se olvidaría del incidente.
La jornada continuó con más reuniones y presentaciones, y en cada una
de ellas, Amanda prestaba atención y utilizaba su encanto y belleza
para lograr sus objetivos. Sin embargo, nunca subestimaba la
importancia de su conocimiento y habilidades. Detrás de su exterior
atractivo y altivo, había una mente aguda y estratégica que siempre
estaba un paso adelante.
Al final del día, una agotada Amanda regresó a su ático con una
sensación de impaciencia. Había enfrentado desafíos, utilizado su
encanto con inteligencia y demostrado una vez más que merecía su
lugar en la cima. Se despojó de su traje que fue tirando por el
suelo, abrió el grifo del agua y mientras caía en la bañera se
metió y se relajó pensando que podía hacer Aitor en la ciudad, eso
le ponía nerviosa, pero en su casa estaba segura. A pesar de su
actitud altiva y sus tácticas de flirteo, sabía que su éxito se
basaba en mucho más que eso, y también lo que sacrifico para llegar
donde estaba. Era la combinación de su determinación, conocimiento
y habilidades de negocios, frialdad y dureza lo que la mantenía en
la cima, y estaba lista para enfrentar el siguiente día con la misma
pasión y astucia.