-Gracias por invitarme -dijo sonriente, mientras servía una taza de café -. Tu hermana debe estar en paz y tranquila, sus hijos eran todo para ella y estoy segura de que están a salvo a tu lado. Se nota que se están adaptando a tus cuidados, los cambios a veces son para mejor.
-¿Conocías bien a mi hermana? -pregunte, invitándola a sentarse frente a mí.
-Desde que llego a este pueblo nos hicimos buenas amigas, le ayude a materializar su sueño de tener un negocio propio, incluso presencie su felicidad cuando supo de su hermana perdida. Te pareces mucho a ella.
-¿Por qué hay personas del pueblo que no pueden asistir a la cafetería? -pregunte tajante.
-¡Ehh! -titubeando antes de responder -. Creo que aún no estas preparada para entender este pueblo y los límites que nos separan. Esos niños te necesitan Babi, eres todo lo que tienen, eres el alma noble que cuidara de ellos y guiará para que estén en el camino correcto, no puedo mentirte tu vida en Ponville será muy distinta a lo que era antes de pisar este pueblo, en esas montañas -Mirando el horizonte oscuro -. Se esconden muchos secretos, debes ser mentalmente fuerte para afrontar las verdades de estas tierras.
-Hablas como si este pueblo fuera diferente al resto del mundo -mientras el aullido de los lobos se apoderaba de la noche -. Trato de mantener a los niños en la cama a estas horas, al parecer los lobos están a solo pasos de la casa, según leí son sumamente peligrosos, jamás he estado cerca de uno y me aterra que puedan lastimar a los niños.
-No te preocupes, los lobos del bosque del sur nunca los lastimaran, al contrario la leyenda dice que darían su vida por proteger a los suyos, estas segura de este lado del pueblo Babi -sentándose nuevamente en esta ocasión a mi lado -. El día que fuiste al banco conociste a un hombre guapo y con mucho dinero -comento con curiosidad.
-¿Te refieres al dueño del banco?, creo que me dijo que su nombre era Kay Silvert -recordando lo guapo que era.
Aquella mujer rubia de grandes ojos café, con rostro almendrado, frente y mandíbula ancha me miró fijamente a los ojos mientras apretaba con fuerza mi brazo derecho.
-Por nada del mundo los niños deben estar cerca de ese hombre y su círculo familiar, debes mantenerte alejada de ese lado del pueblo.
Solté mi brazo mientras di un sorbo a mi café.
-No conocía a mi cuñado, ni siquiera a mi hermana, no herede sus enemigos, es tarde Karoll, solo quería decirte que el letrero y las "reglas" de la cafetería cambiaran, no dejare de hacer dinero por enemistades entre mis difuntos familiares, a partir de mañana la cafetería estará abierta para todo aquel que quiera visitarla.
-No puedes hacer eso -dijo con tono molesto.
-Puedo hacer lo que quiera, porque es mi cafetería y a partir de ahora tomare las decisiones que crea conveniente para mí y los niños.
-Estas cometiendo un grave error y los familiares de los niños no estarán de acuerdo.
-Voy aclarar este tema una sola vez y espero todos entiendan que esos niños están a mi cargo, son mis sobrinos y soy la única tutora legal y familiar que tienen, si mi hermana y mi cuñado confiaran en esa "familia" de la que hablas, no me hubieran sacado de Londres para venir hasta aquí a cuidar de ellos, no soy la típica idiota mujer que se deja manipular por nadie, mucho menos por desconocidos, hasta mañana -entrando a casa y cerrando la puerta.
-Por esa razón la señora Alejandra confiaba en que usted era la única persona en la faz de la tierra capaz de cuidar y educar a sus hijos -Dijo María asustándome.
-¡Por Dios! -soltando todo el aire contenido -. Me ha dado un gran susto. Pensé que ya se había ido.
-Estaba asegurándome que los niños dormían, tomando su bolsa -. Es usted una mujer especial, creo que su hermana lo sabia -tomando mi mano -. El destino está escrito y aunque se oponga la mitad de este pueblo nadie puede cambiarlo -saliendo de la casa en mitad de la noche.
Los habitantes de este pueblo eran sumamente extraños y por alguna razón me daban cierto miedo, pero había pasado por tanto en la vida desde que solo era una niña, que no me doblegaba ante nada ni nadie, aprendí a ser fuerte en momentos difíciles y estaba segura de que todo lo aprendido lo pondría en práctica en estas frías y apartadas tierras.
Desperté en medio de una pesadilla muy extraña y sangrienta, producto del miedo que estaban causando los aullidos de aquellos lobos en el bosque cercano a la casa, bajé por un vaso de agua, debía mantenerme serena, pues no podía trasmitir el terror que me daban aquellos animales a los niños. Últimamente siento esta sensación de ser observada a la distancia, quizás es solo el temor de la fría y oscura noche, mientras intentaba conciliar el sueño, sentí mi cuerpo estremecerse nuevamente por percibir no estar sola, me sentia acompañada, analizando las extrañas palabras de Karoll sobre este pueblo y sus habitantes ¿Cuáles eran los secretos de Ponville y su gente?
La mañana siguiente me levante a preparar el desayuno muy temprano, los niños bajaron hambrientos, agradecía porque siempre tenían hambre y se veían muy fuertes.
-Anoche soñé con mamá -musito Andrés con tristeza.
-Mamá está muerta, los muertos ya no regresan para hablarnos -respondió Harry.
-Yo la soñé, era ella, estaba feliz de que estuviéramos con la tía Babi.
-Madura Andrés, tienes 6 años deja de creer en tontería -dijo molesto, mientras lo tomaba con fuerza.
-Suelta a tu hermano inmediatamente -ordene con voz firme -. Los sueños existen para satisfacer los deseos de cada persona, también representan los anhelos del ser humano -explique mientras les servía el desayuno -. No quiero que vuelvas a maltratar a tu hermano, eres el mayor tu deber es proteger de ellos.
-¿Quién protege de mí?
-Yo, protegeré de ti y todo aquel que intente lastimarte.
-¿Tu? Ni te imaginas lo que me espera allá fuera -grito golpeando la mesa -. El único que podía protegerme era mi padre y murió -comento con incertidumbre.
-¿Qué es eso a que le temes tanto?
-¿No sabes nada?, has venido a este m@ldito pueblo y no se han dignado a contarte lo que son tus sobrinos.
-Son niños Harry, entiendo lo difícil que es crecer sin sus padres, pero estoy aquí para que al menos crezcan juntos.
-No somos solo niños Babi, dentro de poco seré un monstruo y en lo mismo se convertirá Andrés y Kelly algún día.
-Harry -hablo María a mis espaldas -. Creo que necesitas un baño.
-Un momento -ordene -. Mi sobrino intenta hablar conmigo.
-No sabe de lo que habla señora, es solo un niño triste porque perdió a sus padres.
-Ella no sabe ni siquiera la razón por la que está en este oscuro pueblo -grito el niño desesperado -saliendo a patear su pelota en el jardín.
-Señora le pido que lo deje calmar su ira -la anciana intentando interrumpir mi caminata hacia el jardín.
-Le pido María, que suba por Kelly y le dé su biberón -saliendo hasta el jardín.
-Hola -interrumpiendo mi caminata Dante, aquel hombre que entro sin permiso a casa y quien ahora se paseaba por el jardín con poca ropa -. ¿Me permites hablar con el?
-Tienes cinco minutos, después seré yo quien hable con mi sobrino.
-Ok, majestad. Como usted ordene -haciendo una reverencia ridícula frente a mí y caminando hacia Harry, quien se notaba molesto y muy asustado. El hombre a quien llamaba tio intentaba calmar la ira de mi sobrino, mientras notablemente me miraban a la distancia, la conversación entre ambos se torno agresiva, indudablemente Harry se negaba hablar con el, mientras aquel hombre robusto subía el tono de voz.
-Basta -intervine con mirada asesina -. Te pido amablemente que salgas de mi casa, la próxima vez que desees pisar mi propiedad toca la puerta principal -cruzando mis brazos con cara seria.
-Mi sobrino necesita visitar a su abuelo en las montañas. Ve a vestirte -ordeno.
-¿Tu quien mier*d@ te crees? -reclame -. Entra a la casa Harry, aclarare algunos puntos importante con este señor.
-¿No tengo que ir a la montaña? -pregunto confundido.
-Si -dijo el hombre con tono rasposos.
-No -alzando mi voz -. Tu harás unicamente lo que yo ordene ¿quedo claro?
-Si Babi -entrando rápidamente.
-No sabes nada de estos niños.
-Le bajas dos rayitas a tu tono de voz, no soy sorda escucho perfectamente. Lo único que se de esos niños es que son mis sobrinos y legalmente son míos ¿sabes leer? -pregunte irónicamente -. Lo digo porque pienso enviar una copia de los documentos legales a cada uno de los amigos de mi hermana y su esposo, porque al parecer no les queda claro que la única familiar directa y la única tutora legal de esos niños soy yo.
-Escucha -soltando el aire contenido para calmarse -. Lo siento no pretendía ser grosero ni mucho menos, sabemos que eres la tia de los niños, pero hay cosas que se escapan de tu entendimiento, esos temas deben ser tratados por nosotros.
-¿Me crees estúpida? ¿Me ves cara de idiota?, cualquier tema que tenga que ver con mis sobrinos lo tratare yo, te pido amablemente que te retires de mi propiedad -dándole la espalda.
Su mano hirviendo apretó mi brazo, la mirada penetrante de aquel hombre pretendía intimidarme, me solté de inmediato dejándole saber que no permitiría que volviera a faltarme el respeto.
-Vete, antes de ...
-¿Llamar a la policía? -interrumpiéndome -. Quiero que hagamos esto juntos, la crianza de esos niños no te corresponde solo a ti.
-No necesito llamar a la policía para defenderme -sonriendo -. La crianza de mis sobrinos no pienso discutirla con nadie, ni siquiera con la almohada -dejándolo con la palabra en la boca.
Me sentía realmente molesta ¿Quién se creía este hombre?, que derechos pensaban todos los amigos de mi hermana que tenían sobre mi o los niños, lo tenia claro me mantendría alejada de toda esta gente.
-Lo siento -dijo Harry apenado -. Desde que cumplí doce no puedo controlar mis iras.
-Ven -tomando sus hombros y mirándolo fijamente -. ¿Te sientes bien? -tocando su cuello con suavidad -. Estas hirviendo.
-Debes ir a la tienda esotérica del pueblo y comprar el libro rojo.
-¿Qué es el libro rojo? -pregunte intrigada.
-Es la verdad sobre este pueblo, su gente, sus secretos, sus monstruos. Nada en Ponville es lo que parece.
-Te daré una leche caliente, tienes mucha fiebre.
Bajar la fiebre de Harry fue toda una odisea, cuando finalmente se quedo dormido tomando mi mano me dio tiempo de analizar todo lo que el niño había dicho horas antes, comparando sus palabras con las de Karoll y Dante; sentí una intriga realmente perturbadora.