-Hola, disculpa a mi tía, esta un poco enferma, confunde a las personas -explico la joven de tez morena, grandes ojos negros y cabellos afros -. Mi nombre es Mabi, mi familia ha estado en esta tienda por siglos ¿Eres nueva en el pueblo?
-Mucho gusto, soy Babi -mirando las vitrinas en busca del libro -. Soy la nueva dueña de la cafetería.
-Escuche que Alejandra dejo a cargo a su hermana, ella era increíble.
-Vengo en busca de un libro, creo que se llama el libro rojo -conteste apenada.
-¿Quién te hablo de ese libro? -pregunto intrigada.
-¿Lo venden aquí?
-Ven -tocando mi mano.
Sus ojos quedaron completamente blanco mientras apretaba con fuerza mi delgada y delicada mano, su cuerpo temblaba mientra decía extrañas palabras.
-Lo siento, no es común que me suceda con personas normales.
-Creo que vendré otro día -comente asustada.
-Deberías largarte de este pueblo, tu destino en Ponville es muy oscuro.
-Buenas -una voz masculina la interrumpió.
-Señor Kay.
Sus grandes ojos azules se encontraron nuevamente con los míos, una hermosa sonrisa se dibujo en su rostro mientras se acercaba lentamente a mi.
-¿Estas en busca de un embrujo para tu novio? -pregunto mientras sostenía una bola de cristal.
-No necesito de hechizos para enamorar a un hombre, me basta con la inteligencia y audacia que poseo.
-Que pretenciosa terminaste siendo, aunque no tengo dudas de eso, tu sola sonrisa es encantadora. Supe que abriste la cafetería para todo el pueblo. Se nota que eres audaz, supongo que no lo consultaste con los Hernández.
-No tengo porque consultar las decisiones que tome sobre mis negocios con nadie. Soy la nueva dueña de la cafetería y me parecía estúpido que solo recibiéramos una parte del pueblo.
-Quizás la otra parte del pueblo siga sin asistir -intervino Mabi -entregándome un paquete envuelto como correspondencia -. Es tu paquete.
-Gracias... ¿Por qué no asistirían?, preparamos rica comida y servimos gran variedad de café.
Ella lo miro en silencio.
-No te preocupes, estoy seguro que tu cafetería se mantendrá llena, me apunto para probar esa variedad de café -acercándose un poco mas a mi cuerpo -. Siempre y cuando la dueña acepte asistir a uno de mis restaurantes y probar la mejor pasta del país.
-Trato echo -estirando mi mano y uniéndola a la suya, recordé esa calentura que ya había sentido antes no solo en el sino también en Dante, Karoll y mi sobrino.
Salí de la tienda y subí a mi auto con el corazón un poco acelerado sin duda aquel hombre me dejaba sin aliento y aun no lograba entender el porque. Regrese a la cafetería, el desacuerdo de sus trabajadores con la nueva regla era notoria, sus rostros exigían que cambiara mi decisión inmediatamente, pero al contrario les plantee los nuevos platos que se agregarían al menú, al igual que les deje saber que si mis decisiones les incomodaba las puertas estaban abiertas para que abandonaran sus trabajos.
Me senté en una mesa cercana al gran ventanal a trabajar en mi laptop, haría funcionar esta cafetería y elevaría los números para el próximo trimestre.
-Hola -dijo la joven de la tienda sentada frente a mi.
-Hola ¿puedo ayudarte en algo?
-¿Podemos hablar? -pregunto mientras miraba las mesas de fuera.
-Por supuesto -ordenando dos cafés.
Me senté junto a ella, podía notar sus nervios.
-No te preocupes por lo que sucedió en la tienda, no pienso comentárselo a nadie.
-¿Leíste algo del libro?
-No he abierto el paquete, empezare esta noche.
-En ese libro esta la historia de este pueblo, es raro que hallas venido a buscarlo tu, tu hermana me pidió que fuera yo quien te buscara y entregara.
-No entiendo -exprese confundida -. Mi hermana no sabia que vendría a Ponville ¿Cómo dejo un libro para mi?
-Tu hermana seria capaz de cualquier cosa por sus hijos, el miedo a que no pudiera protegerlos la consumía, Harry es especial y su padre como jefe de su familia tenia que entregarlo para ser criado en la montaña por su abuelo, pero Alejandra se negaba a que su hijo fuera criado lejos de ella, bajo una educación bastante primitiva y cruel, tu hermana y su esposo se suicidaron para proteger de Harry.
Sus palabras se clavaron como una daga en mi pecho, incluso sentí un par de lagrimas humedecer mis mejillas.
-¿Ella te lo contó?
-Veo algunas cosas, ya lo tenían planeado, pero antes de que lo hicieran ella visito la tienda para pedirme el favor sobre el libro, para tu llegada, fue entonces cuando vi su trágico final. Debes leer el libro para que entiendas muchas cosas de las que debemos hablar, creo que tu hermana desconocía que no solo su hijo era especial, su hermana es una pieza clave en la historia de este pueblo.
-¿De que hablas?
-Aun no lo sabe nadie, pero eres el pentagrama, mejor conocida en la antigua leyenda como la hija de la luna.