Tan pronto Rena entró a la casa, encontró a Eloise sentada en el sofá, aturdida.
La mujer tenía los ojos rojos, como si hubiera estado llorando.
Rena miró a su alrededor y le preguntó nerviosa: "¿Qué pasó, Eloise? ¿Dónde está mi papá?".
Eloise era la segunda esposa del padre de Rena.
La mujer se derrumbó al escuchar que Rena había mencionado a su marido y exclamó: "¡Harold es tan cruel! Cuando la empresa de su familia, el Grupo Moore, estuvo en problemas hacía unos años, tú nunca lo abandonaste. ¡Ahora que la empresa ganó terreno, él no solo te dejó, sino que también envió a tu padre a prisión! ¡Él ahora está detenido por culpa de ese malagradecido!".
Después de una breve pausa, Rena le dijo en voz baja: "Déjame hablar con Harold primero".
Aunque su relación se había roto, ellos estuvieron muchos años juntos y, por eso, Rena creía que su exnovio no sería tan cruel con su familia.
Ella marcó su número y, poco después, el hombre le contestó.
De inmediato, Rena le suplicó: "Harold, ya no estamos juntos. Por favor, no descargues tu ira contra mi padre".
Sin embargo, él se burló con frialdad: "Bueno, alguien tiene que hacerse responsable por las pérdidas".
A pesar de que Rena iba a pedirle clemencia, él se le adelantó: "En realidad, hay otra salida para este asunto. Si aceptas ser mi amante por cinco años, dejaré ir a tu padre".
Al escuchar eso, la chica se quedó con la boca abierta, pues nunca sabía que su exnovio era tan descarado. ¡Él no quería perder pan ni pedazo! ¡Quería tanto desarrollar su carrera a través de la chica rica como tener el cuerpo de su exnovia!
Rena tembló de ira y le gritó: "¡Harold, me tienes harta!".
El hombre le dijo con indiferencia: "Pero siempre has sabido qué tipo de persona soy, ¿o no?".
Rena apretó los dientes y le respondió: "¡Me niego a ser tu amante! ¡Ni lo sueñes!".
Harold le dijo con un tono burlón e indiferente: "Entonces, te recomiendo que contrates un buen abogado para tu padre. Con esa cantidad de dinero, estará entre rejas por lo menos por diez años".
Rena le respondió: "¡Contrataré al mejor abogado del país!".
"¿Te refieres a Waylen?", le preguntó él riéndose entre dientes y con aire de suficiencia. "¿Acaso olvidaste que él es mi futuro cuñado? ¿Crees que te ayudará con la demanda?", agregó el hombre.
Rena apretó los puños con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos, pero se dio cuenta de que no podía argumentar.
Harold sonrió y le dijo: "¡Rena, esperaré hasta que me ruegues que te acepte otra vez!".
Rena colgó la llamada abruptamente, pues estaba demasiado enojada para seguir escuchando las tonterías de ese hombre.
Como Eloise había escuchado toda la conversación, exclamó: "¡Desgraciado! No te preocupes, Rena. ¡Nunca dejaremos que él te lastime!".
La mujer estaba llorando debido a toda la ira que sentía y le dijo a su hijastra: "Pero Harold tiene razón en algo. El señor Fowler es su futuro cuñado. ¿Por qué él nos ayudaría? Tiene que haber otra solución...".
Rena bajó la cabeza y, después de un rato, le dijo en voz baja: "En una oportunidad, me reuní con el señor Fowler. Intentaré hablar con él".
Eloise la miró con incredulidad. Ella era una mujer muy perceptiva y, recién en ese momento, se dio cuenta de que Rena apestaba a alcohol. Al ver el abrigo del hombre sobre sus hombros, Eloise adivinó lo que había sucedido, pero no confrontó a Rena por eso.
*
No fue fácil para Rena reencontrarse con Waylen.
En el vestíbulo del Grupo Sterling, la recepcionista rechazó cortésmente su solicitud: "Señorita, me temo que no puedo dejarla subir sin una cita".
Rena frunció los labios y se lamentó no haberse quedado con la tarjeta de presentación de Waylen la noche anterior.
"¿Y cuándo tiene la próxima cita disponible?", le preguntó ella muy ansiosa.
La recepcionista comprobó la agenda y le respondió: "Dentro de quince días".
Al escuchar eso, Rena se decepcionó.
Justo en ese momento, las puertas del ascensor se abrieron y salieron un hombre y una mujer.
¡Ese hombre era Waylen!
Él estaba usando un traje negro hecho a medida y lucía como si perteneciera al grupo más adinerado de la sociedad.
Por otro lado, Rena no conocía a la mujer, pero, al parecer, tenía unos treinta años y se veía muy sexy.
Waylen vio a Rena, pero actuó como si no la conociera y se limitó a acompañar a su clienta hasta la puerta.
Luego, él le estrechó la mano a la mujer para despedirse.
Esta última le dijo con tono coqueto: "Si no fuera por usted, señor Fowler, no le habría sacado ni un centavo a mi exmarido. No tiene idea de lo tacaño que él fue conmigo después de tener a su amante".
Waylen sonrió levemente y le dijo: "Solo hice mi trabajo".
Luego, la mujer lo miró de pies a cabeza y lo invitó: "¿Le gustaría acompañarme a tomar una copa esta noche?".
Rena miró a la bella mujer y pensó que ningún hombre corriente podría rechazarla.
Sin embargo, Waylen no era un hombre corriente.
Él miró su reloj de pulsera y la rechazó cortésmente: "Me temo que tengo una cita esta noche".
La mujer no era idiota, sabía que él no estaba interesado en ella, aunque había sido lo suficientemente educado para no decirlo abiertamente.
Luego, ella se despidió, se subió a su auto y se fue.
Como finalmente la clienta se había ido, Waylen se dirigió directamente a la recepción y le preguntó a Rena: "¿Cambiaste de opinión?".
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