Embarazada del perverso CEO
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Capítulo 2 2

Isabella

__ Lo lamento. Mi zapato se atoró en...

Me soltó de golpe. Las puertas del elevador se abrieron y me dejó atrás sin pensarlo en un desplante que dejaba ver lo poco que le importaba escuchar mis disculpas.

No sabía quien era, pero ya lo odiaba. Podía ser un tema ejecutivo, lo cual se le notaba a leguas, solo que su educación dejaba mucho que desear.

Arreglé mi vestido que se había subido un poco y caminé hasta donde me dijeron en la recepción que debía ir. Una chica embarazada de cabello azabache y piel morena me recibió con una sonrisa cálida. Justo lo que mi corazón agrietado me pedía y no podía darle.

__ Solo hay tres aspirantes. - me dijo con voz profesional. Leyó mi currículum mientras estudiaba mi imagen. - No muchos quieren un trabajo lleno de presión y quienes lo hacen es más por obligación que por saber hacerlo.

No podía ser hipócrita y responder a eso cuando era mi caso.

__ Las tareas son básicas. Organizar su agenda. Ir por sus trajes a la tintorería. Traer sus almuerzos cuando no haya agendado ninguno. Estudiar el avance de sus casos en el momento que lo crea pertinente. No retirarte hasta que lo ordene. - explicó como si se tratase de lo más simple, oyéndose tal cual un esclavo con paga.

__ ¿Y porqué será que nadie quiere el trabajo? - irónica respondí. Solo sonrío de nuevo emparejando los papeles que tenía a la mano. Tomó una pequeña nota y escribió algo en esta antes de entregarla.

__ El salario. - enarqué una ceja buscando la forma de pasar en la noche para descansar un poco e ir a entrevistas en la mañana.

Mis ojos se agrandaron cuando leí el número mentalmente. Eso no podía ser real, o al menos no como creía.

__ ¿Al año? - consulté llena de dudas.

__ Al mes. - aclaró incorporándose cuando una puerta se abrió. - Si quieres el trabajo será mejor que lo digas... Por favor, hazlo. Debo buscar mi reemplazo antes de mi licencia por maternidad que inicia en dos días y ninguno me convence. Eres la mejor calificada de los tres.

Cuando estaba por dar una respuesta, una carpeta me voló el pelo al zumbar a mi lado, luego unos pasos apresurados y un teléfono sonando.

__ ¡Estoy saliendo para allá! - casi era un grito, solo que no rabioso si no angustiado. La mujer frente a mí ni se inmutó como si ya estuviera acostumbrada a ese tipo de salidas. En cuestión de segundos el teléfono en el escritorio sonó y ella lo llevó a su oreja recibiendo órdenes del hombre que acababa de salir y no pude ver por su apresurada salida.

Tardó un poco y luego regresó.

__ Un inconveniente con su familia. Si tomas el puesto, serán muchas salidas como esas y lo único que se debe hacer es seguir sus instrucciones cuando llame. - aseguró consciente que estaba considerando aceptar.

¿Que podía perder que ya no lo hubiera hecho? No tenía nada más que hacer. Esas entrevistas no aseguraban que obtendría un trabajo menos complicado y quizá, cuando estos me rechazaran, ese ya estaría ocupado. La paga también representaba una buena ayuda y mantendría mi mente ocupada. Eso era lo que quería.

__ Acepto. - juraría haber visto un alivio en su rostro cuando esa palabra salió de mi boca. Extendió su mano y volví a tomarla para sellar mi decisión.

__ Firmaremos tu contrato y por favor, léelo..- sugirió. - Incluso las letras pequeñas.

__ ¿Tan malo es? - pregunté temerosa.

__ Oh no. Es solo que así te acostumbras a ver cada palabra en tu trabajo. Eso lo verás mucho y a ningún jefe le gustará que se cometan errores. - manifestó tranquila. - Permíteme unos cuantos minutos.

El tiempo que se tomó para redactar dicho contrato lo usé para ver mi teléfono. Pese a no tener nada fuera de lo normal en el aparato, debería haber sido mi método de distracción porque lo encontré interesante hasta que por accidente me metí a la galería.

Muchas fotos de Dustin y yo en salidas hace meses. Cuando quería tener recuerdos de ambos para hacer un álbum, él ya tenía a alguien más. La única que consideraba era feliz fui yo, y aún así... No estoy preparada para soltar, me dije y apagué el móvil que guardé con las lágrimas nublando mis ojos.

Me distraje con un florero común. Detallé cada línea que lo decoraba para no pensar en cosas que no debía, el azul me agradó en la pieza. Se veía realmente hermoso.

Me convencí de ello.

__ Listo. - la chica me entregó un lápiz y sin pensarlo luego de asegurarme no era para vender mis órganos o firmar mi sentencia laboral, estampé mi nombre en el documento.

Era un gran inicio. Un reinicio necesario para salir de la hondonada a la que había caído.

__ Bienvenida a D'angelo. - estreché su mano y con una sonrisa salí del lugar rumbo a mi casa.

Tal vez no era trabajo lo que necesitaba si no dormir hasta que muriera. Pero me iba a arriesgar. Era vivir o vivir. No podía hacer más que hacerle frente a lo que tenía para dejar de sentirme como una inservible.

__ Le trajeron esto. - escuché a Billy. Una llaves cayeron en mi mano cuando las extendió. - Su esposo dijo que no las necesitaría más.

__ ¿Vino solo? - la pregunta me lastimó al hacerla, pero estaba en modo automático. Salían solas.

__ Entró solo a la casa, pero en el auto había una señorita que esperó hasta que salió con una maleta. - me dijo entendiendo mi situación. - ¿Le puedo decir algo?

Asentí. Iba a escucharlo aún si decía que no.

__ No vale la pena que se sienta mal por alguien que prefirió una aventura de momento a una vida con quién confío su vida y seguridad a él. - declaró serio. - No lo merecía si lo dejó.

__ Billy, a veces es imposible no sentir. - suspiré. - Y espero en verdad que no vivas algo como esto, porque eres un muchacho increíble.

__ Usted también es una persona maravillosa. Sonría. Se ve bonita cuando lo hace. - sonreí sin quererlo. Estiró su mano para indicar que se iría dejándome en una noche fría de pie frente a la casa que me esperaba.

Era mi refugio. El único lugar al que podía acudir sin sentir que no era mío.

__ ¡Oiga! - volvió a llamarme.

__ Dime. - esperé a que continúe.

__ No quiero ser entrometido, ni un aprovechado. Ni mucho menos faltarle el respeto, pero quiero invitarla a la casa de Dolly, harán una fiesta y no hay adultos que me lleven. - expresó. - Usted se quedará en casa esta noche, en lugar de eso le propongo ir conmigo.

Se portó nervioso por algún motivo.

__ No estoy coqueteando. - me hizo reír. - Le pagaré si gusta. Pero es que Dolly me obligó a prometer que iría y no quiero faltar a mi palabra.

__ Eso es bueno. - jugué con mis llaves. - Pero ¿que podría hacer en una fiesta para jóvenes? Además, estoy cansada. Mañana tengo que ir a trabajar.

__ Solo serán tres horas. Es temprano aún, vendrá a tiempo. - prometió seguro de lo que decía. Se veía un poco desesperado en su petición. Me sentí un poco culpable por negarle eso, ya que en mi etapa de adolescente también solía pedir favores.

Debí haberme negado. Olvidar la culpa o ignorar el hecho de que Billy me caía bien.

__ En diez minutos nos vamos, entonces. - aseguré y esbozó una sonrisa gigante que me hizo sentir bien. Estaba cometiendo una locura quizá, más no se sentía tan mal hacer feliz a alguien.

Me apresuré a dejar mis cosas en mi alcoba. Amarré mi cabello con un cintillo decorado con tres perlas blancas y salí con mi bolso de nuevo. Solo para encontrar a Billy esperando ansioso.

El chico me indicó por donde, y aunque no quedaba lejos entendí porqué sus padres no querian que fuera solo. Había muchos chicos, pero me fijé en que no era la única adulta.

Sin embargo; ninguno de los presentes eran conocidos para mí y no me iba a esforzar en congeniar con nadie. En el jardín me ubiqué en una mesa recibiendo la bebida que mi joven acompañante trajo. Al menos tendría la garganta hidratada.

No lo perdí de vista. Como tampoco los murmullos de los demás que vinieron a acompañar a sus hijos y hermanos. Hice oídos sordos y me metí a la misma carpeta del móvil de la mañana. Aunque esta vez me convencí que debía dejar atrás mi vida anterior. Dustin Lions no existía más, y junto a las fotografías que tenía junto a Malya me vi tocando el botón de eliminar antes de arrepentirme.

Tenía que hacerlo ¿no?

No iba a permitir que siguiera doliendo. Los nervios no eran buenos, porque al intentar tomar el vaso este se deslizó cayendo sobre mí vestido. mojando mis piernas causando un desastre en mi vestido.

No quería estropearlo. Era muy lindo y tan solo me lo puse dos veces antes. Corrí hacia adentro de la casa. Busqué con la vista a Billy hasta que lo vi con la chica que mencionó. Fue quien abogó por mí al solicitar un baño.

Dolly me facilitó la de una habitación que tenía para huéspedes, solo que sugirió no hiciera ruido porque había alguien durmiendo en esta. No tenía más opciones, a grandes pasos subí los escalones siguiendo sus indicaciones hasta que abrí la puerta del dormitorio que dijo. Entré a hurtadillas mirando un cuerpo en la cama, se veía cómodo completamente dormido y lo ignoré pasando de l largo.

Tomé agua con un recipiente para luego usar una toalla que encontré para pasarla sobre la tela. La mancha se iba quitando, al menos no sería tan malo al intentar con otra cosa. Seguí hasta que casi desapareció del todo.

La luz se apagó de golpe. Quise encenderla con el interruptor pero no funcionó. Con la molestia de los chicos abajo supe que no era una falla en la bombilla. Debía ir con Billy.

__ Lexi, te dije que no me siguieras aquí también - una voz ronca me interrumpió haciendo que volteara de golpe, con el susto no sentí hasta que el agua salpicó mis pies. Di un respingo violento enredando mis pies al girar y ser atrapada por unos brazos.

Sus labios rozando los míos me dieron escalofríos..Quise alejarme. Retirarme, pero no pude hacerlo cuando su nariz hurgó en mi cabello.

__ No eres Lexi. - declaró sumamente despacio. Olía a alcohol. Su voz sonada pausada y con torpes palabras, sin creer que eso me agradó.

Eso era enfermo.

__ No lo soy. - suspiré. Mi boca se abrió para explicar, pero antes de hacerlo me volví muda al tenerlo tan cerca. Su colonia masculina me dejó entumecida.

__ ¿Te conozco? - preguntó confundido. También sentí que lo hacía, que lo había escuchado en algún lado, solo que en ese momento no llegó la respuesta a mí. - Siento que ya había estado cerca de tí.

Lo sentí así.

__ Tus labios se sienten bien. - eso calentó mis mejillas. - Tu piel es...

Frotó su nariz en mi mejilla, bajó a mi cuello y no supe porqué no me alejé. Por alguna razón, sentí la adrenalina del momento inundar cada poro.

Su mano invadió mi cadera, presionó su cuerpo con el mío, colisionando mis sentidos.

__ Dulzura, hueles a dulzura. - su tono mimado me envolvió. - Quiero...

No esquivé el beso. No lo quité. Solo dejé que sus labios danzaran rítmicamente con los míos. Dejé de escuchar mi razón y me dejé llevar cuando alcanzó mi coleta bajando la liga que soltó mi cabello. Eso me puso peor, pues no sabía cómo detenerlo a él ni como parar de pensar en algo que también estaba deseando.

Por primera vez en meses, me sentí deseada. Excitada por unas manos que no me dieron tregua cuando me subió a sus brazos llevándome consigo.

No lo iba a detener. Quería eso, por muy loco que se viera. Por muy inusual que fuera.

            
            

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