Capítulo 4 Parte CUATRO

Tu horóscopo de hoy: Mantén a tus amistades cerca, queen parvada se es más fuerte, nuevas experiencias están por venir y sólo en compañía se disfrutarán más

- ¡Ya, ya, dinos de quién se trata! - Santa soltó una insistente humarada que se estrelló en las vanas negaciones de su amiga.

- ¡Sí, ya dinos! ¿Se trata de Alex...? - Claudia le tronó la virginidad al bote de tetra pack que liberó un aroma a uvas fermentadas.

- ¡Claudia, ya le estoy preguntando yo, no me interrumpas!¡ Además, ¡cómo crees que va a salir con ese! - Santa succionó el tuétano del cigarrillo de marihuana.

- ¡No, no: es...!

- ¡Ya sé! ¿Se trata de, Erick eeeh? - Claudia le encajó las uñas al empaque y bebió triunfal del cartoncillo. - Porque fíjate que ayer los vi platicando muy juntitos después de clases... hasta le compró unas papas. - Las dos revoletearon alrededor de Emily que en vanó trató de esconder los restos del chisme que sus amigas ansiaban por devorar.

- ¡Ay no mames!, ¿unas papas?, por lo menos consíguete uno con lana, amiga. - Miró con desaprobación a Emily mientras le daba una calada al cigarrillo de mariguana.

- Déjala, que no ves que unas papas son unas papas. ― Claudia miró a Emily con ojos de rapiña deseosa por confirmar las buenas nuevas de su amiga.

- Al menos algo que dure, que lo puedas presumir. - La dulce promesa fue aplastada contra el cenicero y sólo quedó el regusto amargo de la hierba, se frotó los dedos y prendió un cigarrillo de tabaco para quitarse el mal sabor de boca, exhaló una humarada de decepción que cubrió el centro de la habitación. - Unas joyas, ropa o algo.

- ¡Ya, par de chismosas! - Emily reaccionó ante los dos zopilotes y alejó sus intenciones. Tomó el cigarrillo de Santa y se lo llevó a los labios obligándola a prenderse otro. - Alex no está mal... pero prefiero salir con Erick, aunque no creo gustarle, me ve como una amiga y sólo me in-vi-tó, unas papas. Además... lo vi besándose con la Jessica. - Emily simuló un llanto de desconsuelo, para llamar la atención de sus amigas. Ellas respondieron atentamente con fingidas palabras de ánimo y consuelo.

-Pues mira, tengo tu solución amiga. - Santa sacó la discordia de su bolsillo en vuelta de manera sencilla y de apariencia casera

- ¿Y eso es...? ― Ensayadas lágrimas remarcaron su interrogante.

- Estuve hablando con Jorge y me comentó sobre esto. - Lo presentó como una jugosa fruta con el centro podrido de mentiras.

- ¿Qué es eso, Santa? - La maravillosa promesa que el alcohol ofrecía, perdió todo atractivo ante la intriga del contenido en la mano de su amiga y quedó relegada en el suelo donde permaneció en el olvidó.

- Esto es lo que están usando ahora, es muy popular en la escuela. ¿No han escuchado de esto? - Santa miró al techo con fastidio ante la negación de cabeza por parte de las dos. - El punto es que Erick y sus amigos están muy interesados en esto y si tú lo usas, tendrás más en común con él y te llegará a hacer caso. - La habitación se encogió y la discordia creció entre el grupo de tres chicas. - Porque la Jessica es una apretada y todos sabemos que es la hija buena de papi. - El paquete se ofreció en frescas promesas.

- ¡No digas mamadas, Santa! ¡Emily no, no lo hagas!, no sabemos qué es eso, tal vez es peligroso. ― Alejó la mano de Santa.

- ¡Cállate, Claudia, a nadie le gustan las aguafiestas! ¡Si no te parece lo que hacemos, mejor consíguete otras amigas, Claudia!

Nota del autor:

No, no estás leyendo diferentes historias, o un compendio de cuentos, todos estos capítulos forman parte de la misma historia, que se irán intercalando unos con otros.

- ¡Chicas, basta! ¡Dame eso, Santa! - Emily le arrebató el paquete y lo observó meditando su decisión, mientras se terminaba el cigarrillo. - ¿Tener algo en común con Erick...? ¡Bien, lo haré! ― Ofreció el contenido de la bolsa a su amiga. ― ¡Vamos Claudia, ¿o me vas a abandonar?!

- Yo... no lo sé, no creo que se buena idea.

- Sí todo el mundo lo está usando.

- Sé que esto hará todo mejor. - Santa extrajo las promesas y repartió la dosis correcta en la palma de cada una. - ¡Ya sé! - Santa sacó su botella de agua de su mochila. - Dejémoslo al azar, a ver a quién le toca probar primero. - Tres expectantes pares de ojos fingieron observar su destino. El vino se regó por el suelo, los cigarrillos terminaron por consumirse en el cenicero y tres chicas yacieron en el suelo.

                         

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