Capítulo 5 Capitulo 5

Dejando su teléfono en el asiento del sofá y echando la cabeza hacia atrás, Giovana apenas podía creer lo que acababa de leer en los periódicos.

Su rostro estaba en varios perfiles de redes sociales como la ex esposa del multimillonario Antony. Muchos de ellos insinuaban que ella lo había traicionado.

Eso hizo que la sangre de Giovana hirviera.

Había pasado una semana desde el divorcio, y se había refugiado en la casa que Nicolás le había dado y apenas salió de allí.

Aún sentía el dolor de la pérdida de Nicolás y Gina. Era como un cuchillo clavado en su pecho, que dolía, pero no sangraba. Los armarios estaban llenos de comida. Xavier le había proporcionado una casa limpia, ordenada y abastecida para al menos dos meses. Giovana no tendría mucho de qué preocuparse, pero su paz se había roto esa mañana.

Su reputación estaba en juego. Además de las noticias de que ella era una traidora, circulaba en internet un testimonio de Irma misma acusándola de asesinar a Gina.

Tomó el teléfono nuevamente y llamó a Xavier.

Media hora después, el hombre ya estaba allí.

-No sé si eres abogado penal -sus ojos se abrieron mientras caminaba frenéticamente de un lado a otro-, pero necesitas ayudarme con estas acusaciones absurdas que están circulando.

-Necesitas mantener la calma, Giovana -sabía que sería difícil-. No trabajo en esta área, pero puedo ayudarte. Necesitas hablar con Antony.

-Es imposible -Ella sacudió la cabeza-. ¿Qué resolvería eso?

-Las acusaciones de traición podrían haber venido de Antony mismo.

Ella parpadeó sorprendida. Xavier no parecía estar muy seguro de la acusación. Le llevó más de un minuto digerir esa información.

-¿Por qué Antony haría eso?

-Para preservar su reputación -concluyó-. Tú misma dijiste que te obligó a firmar el divorcio. Antony sabía perfectamente lo que estaba haciendo.

Pero Giovana no parecía creer mucho en esa teoría. Pero recordó que Antony siempre la hacía sentir culpable de todo lo malo que le sucedía.

-Qué locura -dijo-. ¿Qué podemos hacer acerca de la acusación de Irma?

-Su acusación carece de fundamento -afirmó con seguridad-. Tu madre no puede probar que la muerte de Gina fue tu culpa.

-Pero si hubiera estado allí, donando mi sangre en lugar de firmar mi divorcio, Gina seguramente estaría viva.

-El tiempo para lamentarse ha pasado, señora Giovana -se levantó indicando que estaba listo para partir-. No debes preocuparte por esas acusaciones. Me encargaré de resolverlo por ti. Hasta entonces, prepárate para decirle a Antony que tendrá que compartir la empresa contigo.

-¿Realmente tengo que hacer eso?

-Era el deseo de Nicolás.

El problema era que Giovana estaba cansada de siempre cumplir los deseos de Nicolás, mientras su vida transcurría entre el dolor y el sufrimiento. Giovana nunca quiso dirigir una empresa, mucho menos casarse con Antony, pero cuando recordaba a Nicolás y todo lo que él le había salvado, sabía que al final valdría la pena. Le debía su vida a ese hombre.

-Estoy de acuerdo -dijo antes de que Xavier se fuera.

No había una fecha concreta para eso. Hasta entonces, Giovana no tenía idea de qué hacer. Temía salir a la calle y ser reconocida.

Una semana después, comenzó a sentirse mal. Fuertes dolores de cabeza y náuseas constantes casi la hicieron desmayar. Giovana se vio obligada a salir y ver qué estaba sucediendo afuera.

Tenía que enfrentar la realidad o morir sola y encerrada en esa acogedora casa.

Tomó una ducha rápida y salió. El sol estaba alto y sus ojos se contrajeron como si nunca antes hubiera visto su brillo.

Llamó a un taxi y cuando llegó al hospital, los síntomas parecían mucho más fuertes. Era el mismo hospital en el que Gina había muerto y las escenas de ese día se mezclaron con el malestar, empeorándolo todo.

El médico que la atendía la reconoció.

-Te recuerdo en el día en que la pobre Gina murió -comentó con un tono melancólico-. ¿Y cómo está tu madre?

Los labios de Giovana temblaron.

-Hace muchos días que no tengo noticias de Irma -evitaba llamarla madre, porque no merecía ese título-. ¿Puede decirme si lo que estoy sintiendo es grave?

-¿Grave? -Rio-. No, no es grave. De hecho, es una buena noticia.

Giovana frunció el ceño por completo, confundida. ¿Qué podría ser bueno en sentirse a punto de morir?

-¿Estás tratando de decirme que no es tan grave como imaginaba?

-Estoy tratando de decir que no estás enferma -le entregó un papel-. Estás embarazada.

Su boca se secó. Giovana estaba al borde de las lágrimas. No podía ser que la vida fuera tan cruel permitiéndole quedar embarazada de su exmarido. Y justo de Antony.

-Esto tiene que ser un error -las palabras le hicieron sentir un nudo en la garganta-. No puedo estar embarazada.

-No hay error alguno, Giovana -inclinó el examen hacia ella, mostrando el resultado positivo-. Estás de doce semanas de embarazo.

Giovana fue tomada por sorpresa nuevamente. Pasó un tiempo antes de que volviera a la realidad y prestara atención a las instrucciones del médico.

Millones de pensamientos pasaban por su mente. Se acordó de cuando era una adolescente y juró que nunca sería madre soltera. Que elegiría al padre de sus hijos para que ninguno de ellos pasara por lo mismo que ella había pasado con Irma.

Qué hermosa sorpresa del destino. Ahora Giovana estaba embarazada de un hombre rudo, egoísta y arrogante, que nunca había tenido ojos para nadie más que para sí mismo. ¿Qué futuro tendría su hijo con un padre como Antony? La angustia le explotó en el pecho a medida que los pensamientos se intensificaban. Giovana deseó que fuera una pesadilla, pero era real.

Unos instantes después, se fue, sin saber qué hacer con la nueva información de su vida. Estaba confundida y tenía miedo de lo que el futuro le deparaba a ella y a ese niño.

Caminaba por la calle mientras el sol ya se escondía detrás de las montañas cuando el sonido estridente de un automóvil frenó justo encima de ella y un brazo la agarró, apartándola de la carretera.

El corazón de Giovana latía tan desenfrenadamente en su pecho que podía sentirlo palpitando. Sin entender lo que estaba sucediendo, escuchó una voz masculina preguntando:

-¿Estás bien?

Ella levantó los ojos y miró al hombre frente a ella. No lo conocía, pero sus ojos eran hermosos y profundos. Se dio cuenta de que él la había salvado de ser atropellada.

-Estoy bien -asintió con fuerza, como si quisiera enfatizar la respuesta-. Gracias por salvarme de otra tragedia.

Pero en el fondo, Giovana deseó que ese automóvil la hubiera alcanzado, así evitaría tanto dolor.

-Me alegra que estés bien -Giovana notó lo hermosa que era su sonrisa-. Soy Matteo.

Le tendió la mano, con una cortesía que Giovana no había visto en un hombre desde hacía mucho tiempo. En los últimos tiempos, solo había lidiado con la frialdad de Antony.

-Soy Giovana -le estrechó la mano con una sonrisa en el rostro.

-Me alegra conocerte, Giovana -otra sonrisa hizo que Giovana viera todo ese accidente de otra manera.

No hay coincidencias, solo el destino.